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Hasta la llama de las velas puestas para honrar las cuatro vidas que se fueron para siempre terminaron apagadas por el viento de la desgracia. En las escalinatas donde la esperma corrió y formó una sola masa con la tierra estaban el jueves, al mediodía, cinco niños y dos de sus madres esperando la buseta para ir a la escuela, distante a casi dos kilómetros desde la vereda El Porvenir, en Titiribí.
Una camioneta, que iba hacia Medellín, siguió derecho en la curva del kilómetro 70 de la carretera que de Bolombolo conduce a Amagá, y embistió al grupo que estaba entre la vía y las escalinatas.
Eudiel Ríos sintió el estruendo mientras accionaba su almádana justo al terminar de subir los peldaños. Al escuchar los gritos soltó la herramienta y bajó corriendo. “La escena que me encontré fue impresionante. Los niños estaban tirados y no se movían. También empecé a gritar y a buscar debajo a mis nietos. Los salvó que los cogió la noche y no habían salido”, dice.
En el sitio murió Emanuel Ramírez, de siete años. Horas después fallecieron Rodolfo Berrío, de 10 años, Paula Cano (33) y Biviana Triana (34).
“¡Virgen bendita!”, alcanzó a decir Luis Alberto Cano, padre de Paula y abuelo de Alejandro, niño que permanece en cuidados intensivos, cuando le contaron la noticia.
“Me dijeron que me fuera porque la situación era muy grave. Después me dieron la noticia, mi hija había fallecido. Uno no sabe qué hacer, ella era todo para mí. Queda uno como a la intemperie”, dijo.
Al menos 20 niños de El Porvenir se desplazan cada día hasta el colegio de La Albania, porque la escuela de la vereda fue cerrada hace cuatro años por fallas geológicas en el suelo. La maleza creció dentro de las aulas y hasta los números de la rayuela se borraron.
Por eso los estudiantes salen de sus casas y aguardan la llegada de una buseta intermunicipal que les cobra $500 por trayecto para llevarlos al colegio. Otros hacen el recorrido a pie y unos más ponen la mano esperando que algún conductor los suba.
“El único andén es la raya blanca de la carretera”, dice Eudiel. “Fue muy traumático, tenemos miedo de que un camión o un carro se estrelle contra la casa”, anota Juliana Álvarez, habitante de la vivienda donde impactó el vehículo.
Pese a que antes y después de la curva está la señal de límite de velocidad a 30 kilómetros por hora, los carros pasan zumbando, dejando apenas la estela. “El accidente nos destrozó el alma”, cuenta entre lágrimas Blanca Restrepo. “Imagínese que para poder ir a la primera novena de los difuntos el domingo en la noche, tuvimos que poner conos y alumbrar con linternas para que la gente pasara”, añade.
El rector del colegio de La Albania, Norberto Gallón Restrepo, cuenta que los 300 estudiantes de la institución deben desplazarse para llegar a las clases, expuestos a los riesgos de la carretera. Dice que una ruta de transporte escolar reduciría la exposición de los niños en la vía y, además, pide zonas seguras para que sean recogidos. “Dictamos charlas de autocuidado, es lo único que podemos hacer”, señala.
El alcalde de Titiribí, Santiago Ochoa Marín, responde que no tiene facultades para intervenir una vía nacional que genera riesgo para la comunidad que vive a lado y lado. Explica que no hay un lote disponible para reconstruir la escuela de El Porvenir y agrega que contratar una ruta escolar para ese vereda cuesta entre $350 y $400 millones al año, tres veces el monto que reciben por el Sistema General de Participación para educación.
Esos recursos, especifica, se deben destinar, primero, a pago de personal, servicios públicos, mantenimiento, alimentación escolar y, si sobra, al pago de transporte escolar.
“No nos alcanzan los recursos, pedimos apoyo de la Gobernación”, solicita.
Frente a esta petición, buscamos respuesta en la Secretaría de Educación de Antioquia pero al cierre de esta edición no había sido posible.
Rubén Reyes, gerente de Operación de la concesión Pacífico 1, dice que cuando recibieron la carretera instalaron señales de reducción de velocidad por cruzar por centros poblados. Responde que es antitécnico instalar reductores de velocidad en una curva porque el obstáculo aumenta la probabilidad de una colisión.
“Es muy complicado prever un accidente generado por exceso de velocidad, microsueños o imprudencias. La Policía nos acompaña con controles constantes. El principal esfuerzo que estamos haciendo es construir la doble calzada para sacar la vía de los centros poblados”, indicó .