En una pequeña casa de Caucasia, que en su entrada no tiene ningún letrero que la identifique como una empresa, Sergio Tejada terminó creando una de las fábricas de panes más exitosas del Bajo Cauca antioqueño.
Equipado únicamente con un bulto de harina, su ingenio y la necesidad de sortear una oleada de violencia que paralizó a esa subregión en 2019, Tejada logró dar a punta de ensayo y error con una fórmula propia para congelar la masa del pan y así evitar que una panadería que por muchos años levantó en el corregimiento La Caucana, en Tarazá, tuviera que cerrar sus puertas.
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“Hace cuatro años se armó una violencia muy maluca en todo el Bajo Cauca. Yo ya había montando una panadería aquí en Caucasia, entonces veía que estar ahí en La Caucana no tenía mucho fundamento, porque ya estaba muy malo eso, pero tampoco quería dejar el pueblito sin venta de panes ni nada”, recuerda Sergio.
“Todos los días me reventaba la cabeza pensando que no tenía con qué sostener a un panadero y que si me iba la panadería se acabaría. Eso me mortificaba la vida, sobre todo después de tantos años de esfuerzo. Cierto día se me prendió el bombillo y pensé ‘ve, si los panzerottis y los palitos de queso los congelan’, ¿los panes también se podrán congelar?”, cuenta, señalando que múltiples panaderos colegas decían no verle cabeza a la idea.
Sin tener ningún conocimiento técnico, Sergio cuenta que un día se sentó con un bulto de harina a hacer una tanda de panes y los congeló en una nevera de helados.
A los ocho días decidió sacarlos y descongelarlos, viendo para su sorpresa cómo subían y se horneaban sin problema. Luego ensayó con una tanda que congeló 25 días, viendo que también se horneaban a la perfección.
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“Ahí dije, ahora sí me voy para Caucasia relajado y de allá hago mis panes y los mando para La Caucana, sin necesidad de cerrar el negocio. Desde entonces me vine con esa mentalidad”, añade, explicando que un amigo que llevaba la leche a ese corregimiento de Tarazá lo empezó a ayudar cada ocho días para transportar los productos.
Pese a que en un comienzo la fórmula le quitó la angustia por el cierre de su negocio, poco después se dio cuenta que muchas panaderías de Caucasia tenían también problemas parecidos y empezó a vender sus productos congelados por todas partes.
Mandándose la mano a la cabeza y rascándose un poco el cabello, Sergio señala que fue tal el éxito de los productos, que ahora incluyen panzerottis, dedos de queso, pasteles de arequipe, pan agridulce, entre muchos otros, que se quedó sin pines para marcar un mapa de Caucasia que tiene colgado en la pared de su oficina, en el que ponía los clientes con los que tenía compromisos pendientes.
A pesar de ese crecimiento en las ventas y el tamaño de su negocio, Sergio advierte que el proceso para comenzar a ver las primeras ganancias fue todavía más complicado, dado que llevar las cuentas en orden, atender más gastos y resolver múltiples líos logísticos empezaron a carcomerle la cabeza.
En medio de esa búsqueda, Tejada dio con una iniciativa pionera que desde hace tres años viene apoyando a empresarios como él, bautizada Avancemos Bajo Cauca, en el que un grupo de expertos ha curtido 208 empresarios urbanos en conocimientos financieros, legales, de mercadeo, psicología empresarial, entre muchos otros.
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Remando contra la corriente en una región en la que aún predomina la informalidad, Sergio cuenta que en el caso de su empresa, Checho’s PAN, el paso por dicho programa le permitió no solo formarse en conocimientos contables y sino esculpir una estrategia de negocio para continuar creciendo e iniciarse en el camino de la formalización para que la decena de empleados que hoy hacen parte de la microempresa tengan todas sus prestaciones legales.
Con una mentalidad similar, María José Arrieta, quien fundó el SPA Spazio Íntimo, cuenta que más allá de las historias que se cuentan sobre el Bajo Cauca, en las que la región suele resaltarse principalmente por sus problemas de seguridad e informalidad, fue precisamente en Caucasia en donde encontró también un lugar para florecer como emprendedora.
“Había muchas cosas en contra. Cuando empecé fue una necesidad, pero luego me enamoré y seguí luchando y trabajando”, dice.
A punta de ingenio y recursividad, Arrieta cuenta que habilitó un primer negocio en el garaje de su casa, ofreciendo los servicios de limpiezas faciales, masajes y depilaciones con cera. Allí empezó a forjar una clientela y a reunir dinero para hacerse a sus primeros equipos. Asimismo, sin importar su tamaño, decidió constituir legalmente su negocio en la cámara de comercio, dando por esa vía con la iniciativa Avancemos Bajo Cauca, con la que empezó a construir una estrategia de negocio y a pulirse en técnicas de mercadeo por redes sociales y administración de empresas.
“Eso fue un salvavidas. En ese momento mi hijo había pedido el año y me sentía culpable por estar trabajando. Para ese entonces estaba muy cerca de renunciar a mi sueño y regresar a ser ama de casa”, cuenta, explicando que durante los primeros meses su negocio creció solamente a base del voz a voz de los clientes.
Durante los últimos años, Spacio Íntimo se volvió un referente en depilaciones con cera, láser, mesoterapia y todo tipo de tratamientos para mejorar la piel, controlar la celulitis, moldear el cuerpo, entre muchos otros. Además, el lugar ya no funciona en un garaje, sino en una casa de dos pisos llena de plantas, esencias y equipos de última generación,
Al igual que Tejada, Arrieta es optimista por su futuro y se niega a pensar que los problemas que por décadas han marcado el devenir del Bajo Cauca deban ser un obstáculo para soñar.
“Uno tiene que aprender a florecer independientemente del jardín en el que sea plantado”, concluye Arrieta.