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Una operación de labio permitirá que Daniel vuelva a sonreír confiado

Una brigada de 29 médicos y auxiliares voluntarios de EE.UU llega a Antioquia para operar a 120 niños y jóvenes, con apoyo del Club Rotario Medellín y la Gobernación.

  • De izquierda a derecha, Carlos Ocampo, Daniel Rodríguez (joven que será operado) y Lucila Palacio. FOTO Esneyder gutiérrez
    De izquierda a derecha, Carlos Ocampo, Daniel Rodríguez (joven que será operado) y Lucila Palacio. FOTO Esneyder gutiérrez
  • Daniel Rodríguez cuenta que ha soportado burlas desde que era niño. FOTO Cortesía
    Daniel Rodríguez cuenta que ha soportado burlas desde que era niño. FOTO Cortesía
25 de julio de 2022
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Los recuerdos de su infancia no son los más gratos. Las risas socarronas se escuchaban con frecuencia por los pasillos de la escuela. El sonido de las burlas penetraba, fuerte, en sus oídos. Lloraba. Le daba pena. Se ponía triste. Por la leve imperfección que tiene en su labio superior, a Daniel Augusto Rodríguez sus compañeros le decían “boquinche”. Ahora, a sus 18 años, está a pocos días de someterse a una cirugía de corrección que, según dice, ha sido el mayor anhelo de su vida.

“Cuando era pequeño, mucha gente me quería, pero había otros muchachos que, cada vez que me veían, se burlaban de mí. Eso me hacía sentir mal. Estuve mucho tiempo achantado por eso. Recordarlo me duele mucho”, cuenta Daniel, en compañía de su mamá, Lucila Palacio, y su padrastro, Carlos Julio Ocampo.

Su madre recuerda las burlas que este reseña como propias. A su lado, entre miradas que exponen la complicidad que han construido, relata la impotencia que sentía al presenciar el sufrimiento de su hijo. “Era duro ver cómo se burlaban de él. Los niños eran crueles. Aún no se deja tomar fotos porque se siente mal. Desde chiquito le inculqué que se quisiera así, que en algún momento llegaría su oportunidad”, dice.

Daniel Rodríguez cuenta que ha soportado burlas desde que era niño. FOTO Cortesía
Daniel Rodríguez cuenta que ha soportado burlas desde que era niño. FOTO Cortesía

El chance al que se refiere Lucila tiene que ver con una cirugía de corrección de labio que tendrá lugar esta semana en medio de la Operación Cien Sonrisas, iniciativa que permitirá que 120 niños y jóvenes antioqueños accedan a reconstrucciones de labio fisurado, paladar hendido y otras prótesis, en medio de una alianza entre el Club Rotario Medellín El Poblado, sus pares en San Francisco, Estados Unidos, y la Gobernación de Antioquia.

Esta brigada médica, que tiene lugar por tercera vez en Antioquia y que comienza hoy lunes en las instalaciones del Hospital General, será posible gracias a 29 profesionales estadounidenses que viajaron por cuenta propia hasta Medellín. Estos, según José Iván Granada, director de Proyectos del Club Rotario, estarán hasta agosto 4 en la ciudad.

La importancia de la jornada es tal que, según Granada, fueron 480 niños y jóvenes los que se inscribieron para acceder a operaciones. De estos, 360 se quedaron por fuera, a la espera. “Esto es un problema de salud pública muy grave. Vamos a tener trabajo para otros tres años. Ojalá podamos traer de nuevo a los médicos lo más pronto posible”.

Volver a la vida

Contrario a la mayoría de estos casos, Daniel no nació con labio fisurado ni paladar hendido, sino con un esbozo, que hace que su labio superior luzca con unos pliegues distintos, una especie de cicatriz. “Él no nació con labio fisurado, sino que el cirujano, en ese momento, me dijo: de momento no necesita cirugía, sino cuando tenga 18 años, porque solo requiere una. Dios lo operó en el vientre, pensé yo: él tiene la seña en el paladar como si ya hubiera tenido una intervención, y resulta que no”, cuenta Lucila.

A Daniel lo operaron cuando tenía ocho meses, pero esa intervención fue para corregir una especie de fisura al interior de su boca que hacía que los alimentos se le fueran a la nariz y a los oídos. Surtido este proceso, la espera debía ser de 18 años para un segundo proceso de corrección. Hacerlo antes habría implicado repetirlo debido a su crecimiento.

Ese momento, dice Daniel, por fin ha llegado. Aunque no fueron pocas las veces en las que consultó con su mamá el valor del procedimiento de forma particular, este apareció gratis, por cuenta de la información que les llegó por parte de una tía. “Ella vio una convocatoria hace como 20 días y nos la envió. Lo inscribimos de inmediato. Era para niños y, si quedaban cupos, para adultos. Llamamos todos los días para que le abrieran campo”, detalla Lucila.

“Si le va bien en la operación, son ocho días de buen cuidado para que no se infecte”, dice Lucila. Envueltos en esa complicidad propia de una familia, su padrastro apunta: “De aquí a 15 días, Daniel va a comenzar a sonreír en las fotografías”. Dejará de usar el tapabocas como un mecanismo para esconder sus labios.

“¡Justo de eso hablamos esta semana!”, cuenta Lucila. “Yo le pregunté por este tema y él me dijo: mientras me recupero bien, seguiré usándolo, luego me lo quito”. Con un gesto de cejas Daniel confirma la promesa y acepta sonreír en una fotografía para esta nota. Tiene que irse acostumbrando, dice Carlos, porque su sonrisa “es grande y bonita”.

Él, incrédulo, se ríe entre los dientes. Está en once, quiere estudiar veterinaria y viajar por todo el mundo. Busca borrar de su memoria las emulaciones irritantes de sus compañeros y desechar las risas burlonas que aún hacen eco en sus oídos. “No me puedo ni imaginar el rostro. Siento una felicidad tan grande. ¡¿Y quién no?! Es algo que me ha atormentado desde niño”, dice.

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