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Corredores verdes y más árboles son barreras contra el mal aire

Si bien estas plantas no capturan partículas PM 2.5, sí impiden el paso de estas, lo que contribuye, en alguna forma, a bajarle contaminación al aire del Valle de Aburrá.

  • El corredor verde de La Picacha hace parte de los 30 caminos de este tipo construidos en los últimos años en Medellín. Los corredores verdes también abarcan los separadores viales como una forma de bajar temperatura y crear ecosistemas. FOTO manuel saldarriaga
    El corredor verde de La Picacha hace parte de los 30 caminos de este tipo construidos en los últimos años en Medellín. Los corredores verdes también abarcan los separadores viales como una forma de bajar temperatura y crear ecosistemas. FOTO manuel saldarriaga
  • El corredor verde de la Oriental, construido en el separador de las pirámides, genera ecosistemas. FOTO santiago mesa rico - CIP
    El corredor verde de la Oriental, construido en el separador de las pirámides, genera ecosistemas. FOTO santiago mesa rico - CIP
23 de marzo de 2020
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Aunque la incidencia de los árboles en la calidad del aire puede no ser muy significativa, ya que ellos no absorben las partículas de PM 2.5, que son las que pululan en la atmósfera durante los episodios críticos, de algún modo aportan a tener una mejor sensación climática y, si están agrupados, en masa, uno junto a otro en gran cantidad, terminan formando una barrera que al final impide el paso de más partículas.

En un año, dos hectáreas y media de árboles adultos absorben la cantidad producida cuando se conduce un automóvil 46 mil kilómetros, por citar un ejemplo de los 22 beneficios que dan los árboles según un artículo publicado por la organización estadounidense Treepeople.org en su portal web.

Gustavo Londoño, subdirector Ambiental del Área Metropolitana, admite que para tener un aire de mejor calidad los árboles no serían tan esenciales como lo son en cuanto a la regulación climática y la reducción de gases efecto invernadero.

“La calidad del aire no depende mucho del arbolado urbano, porque ellos no capturan PM 2.5, más bien forman barreras físicas y no permiten que estas entren por ventanas y puertas”, señala.

Explica que el componente arbóreo, dentro del Pigeca -Plan Integral de Gestión de Episodios Críticos del Aire-, beneficia los microclimas locales y como adaptación al cambio climático.

“En el caso del Cinturón Verde Metropolitano, impide el crecimiento hacia las laderas, lo que ayuda no solo en el tema ambiental sino en la contención de otros fenómenos de índole social, económico y de ilegalidad”, explica. Con menos edificios, casas y población, la ciudad tiene más pulmones para respirar.

El Pigeca tiene entre sus ejes temáticos el numeral seis, que alude al incremento de espacios verdes, el arbolado urbano y la protección de ecosistemas reguladores.

Un estudio reciente estableció que el bosque urbano del Aburrá permite la remoción de 32 toneladas de PM 2.5 al año, además de la captura de carbono y producción de oxígeno.

Los corredores verdes

Es innegable que un árbol, por magro que se vea el aire, genera una sensación de frescura. Un árbol absorbe olores y gases contaminantes, como óxidos de nitrógeno, amoniaco, dióxido de azufre y ozono.

En la anterior administración la apuesta de un Medellín limpio se hizo con los corredores verdes, en los cuales se invirtieron $45.000 millones, con la implementación de 30, 18 de ellos en trayectos naturales de vías y 12 más en retiros de quebradas. Además, se plantaron 8.300 árboles y palmas (72 especies), junto con 353.765 arbustos, obra que fue premiada a nivel internacional con el galardón Ashden en la categoría de “Award for Cooling by Nature”.

En el presente gobierno, dentro del proyecto de Ecociudad, se apostará por construir 7 corredores más, pero las obras solo iniciarían a final de 2020, pues aún no está listo el Plan de Desarrollo.

Diana María Montoya, secretaria del Medio Ambiente de Medellín, no desestima el papel de los árboles en el mejoramiento de las condiciones atmosféricas y señala que para esta administración fomentar espacios verdes es prioridad.

“Los árboles crecen y capturan dióxido de carbono, pero liberan oxígeno, retienen material particulado, ayudan a la disminución de la temperatura y allí donde están se generan microclimas favorables”, indica la secretaria.

La apuesta será fortalecer las áreas protegidas, los cerros tutelares, la Reserva Natural Protectora Alto de San Miguel (donde nace el río Medellín) y sembrar 250.000 árboles.

Frente a estas siembras, Alejandro Arango, naturalista e integrante de la corporación Gio Ambiental, que ejerce trabajos de recuperación de ecosistemas en la zona norte del Aburrá, advierte que en este valle hay dos tareas que no se están cumpliendo como debe ser: proteger las áreas verdes y adquirir predios para preservación. “Las políticas de reforestación deben incluir modelos de restauración ecológica”.

Tener áreas arborizadas y reservas de bosque, afirma, es algo favorable al ambiente, porque reducen ruido y contamina ción. Cualquier intención de repoblar la ciudad con más árboles es bienvenida, pero eso sí, debe hacerse planificadamente .

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