Según cifras de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en el mundo, siete de cada diez niños han sido intimidados o maltratados de forma repetitiva por sus compañeros de clase. En Colombia, cerca del 20 por ciento de los jóvenes son víctimas de matoneo.
La adolescencia es la etapa donde el ser humano forma su personalidad, por eso se es más vulnerable a la crítica y constantemente se busca la aprobación de los pares, así como encajar en la sociedad.
La sicóloga Martha Lucía Gómez explica que este tipo de situaciones solo dejan malestar y desolación en la persona que lo vive.
“Es importante cambiar la idea entre niños y adolescentes de que para sentirse importantes y valiosos necesitan estar por encima de los demás, agredir o dañar a otros”, sustenta la sicóloga.
Para la especialista en violencia, durante la adolescencia se debe empoderar a quienes han sido o están siendo víctimas de estas conductas, para fortalecer su potencial y lograr que se reconozcan como personas fuertes que se aceptan como son.
Sin embargo, entre algunos padres de familia y menores hay desconocimiento sobre qué es el bullying o matoneo y no saben detectarlo a tiempo o, por el contrario, lo confunden con otras acciones.
La docente María Isabel Ramírez cuenta que en la institución educativa donde labora hace tres años solo estudian niños de preescolar y básica primaria, donde la palabra matoneo a veces es exagerada.
“Los niños suelen tener juegos bruscos, principalmente los del sexo masculino, en estas edades no creo conveniente llamar ese tipo de actitudes algo agresivas como matoneo”, señala Ramírez.
Para la maestra, los padres de familia desconocen qué es el bullying, por eso cuando los niños cuentan en su casa que tienen alguna dificultad con un compañero, le dicen al niño que eso es matoneo, cuando muchas veces solo son malentendidos o diferencias que no pasan de un día.
“Cuando los niños son agresivos también la dificultad radica en el hogar, ya que las órdenes de los padres a sus hijos es ‘no se deje molestar’, ‘si le pegan haga lo mismo usted también’ y ese no debe ser el proceder”, argumenta la pedagoga.