Mauricio Madrid ajusta hoy 48 días de cuarentena y 14 meses en lista de espera. Pese a la restricción de movilidad para la población en general, el hombre de 59 años, residente de Envigado, sale tres veces por semana rumbo al Hospital Manuel Uribe Ángel porque independiente de que tenga o no pico y cédula, las diálisis no dan espera.
Como Mauricio, en Colombia hay más de 3.000 personas en lista de espera (según el INS) para que, una vez el teléfono suene, comience el proceso para que un donante les entregue un órgano que les permita mejorar las condiciones de salud y extender la expectativa de vida. En su gran mayoría esperan por un riñón, pero también hay casos de pulmón, corazón, hígado, páncreas e intestino.
Que se concrete el procedimiento no es un proceso fácil. Ni aquí en la región ni en el resto del país y menos en un contexto de pandemia. En 2019, según datos oficiales de la Red Nacional de Donaciones y Trasplantes, se realizaron en el departamento 307 procedimientos, entre las seis instituciones que prestan esos servicios: Hospital Pablo Tobón Uribe (105), Hospital San Vicente Fundación Rionegro (86), IPS Universitaria (53), Clínica Somer (32), Cardiovid (26) y San Vicente Fundación sede Medellín (5).
Factores que inciden
Germán Lenis, cirujano de trasplantes y profesor de cirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, explicó que es evidente la disminución en este tipo de intervenciones en todo el mundo. En Europa y Estados Unidos ha bajado porque las UCI están colapsadas por el pico de contagios del covid-19 y aquí en Antioquia, aunque las unidades de cuidados intensivos no están desbordadas sí hay factores que inciden en que se hagan menos trasplantes.
“Acá en la región se han hecho trasplantes, pero disminuyó notablemente. En parte porque los donantes vivos que estaban listos para el procedimiento (de riñón, por ejemplo) prefieren aplazarlo porque es una época de alto riesgo y muchos prefieren esperar a que esto pase. En otros casos es porque el tipo de cirugía electiva de los hospitales disminuyó, el número de neurointervenciones también bajó y ahí hay una fuente de potenciales donantes importante. Las medidas de aislamiento también desencadenan que baje la accidentalidad y esa es otra fuente de pacientes que pueden ser posibles donantes”.
Carlos Alberto Lozano, director general de la Clínica Cardiovid, indicó que ellos también han sentido el golpe que representa la disminución de los trasplantes de pulmón y corazón, intervenciones en las que son referentes nacionales.
“Es uno de los programas que ha bajado sensiblemente, hacemos trasplantes de corazón, que fuimos los pioneros, y los trasplantes de pulmón y los dos han bajado sustancialmente. Logramos hacer en este periodo (desde el inicio de la pandemia) dos trasplantes de corazón pero eso tiene múltiples implicaciones porque cuando es un trasplante de un órgano, hay que ir a rescatar el órgano donde está el paciente donante, traerlo a la clínica donde está el paciente receptor y eso ahora implica una cantidad de protocolos para los que nadie estaba preparado, y como el paciente receptor es sensible a las infecciones del covid, entonces hay que mantenerlo aislado”.
En resumidas cuentas se hizo más complejo el procedimiento por lo que implica el transporte y el traslado del órgano, la implantación en el nuevo paciente y el riesgo que tiene el receptor si está en contacto con algún otro paciente que tenga infección por covid-19.
Mayor cautela
Luis Guillermo Toro, director de la Unidad de Trasplantes del San Vicente Fundación, explicó parte de los protocolos necesarios:
“Apenas recibimos una alerta de un posible donante se pone en marcha una lista de chequeo donde se verifica si tuvo contacto con pacientes positivos por covid-19, si antes de llegar a la UCI tuvo síntomas respiratorios, se hace todo un estudio sobre un cerco epidemiológico y hay que mirar si la UCI ha tenido o no casos de covid-19 para catalogar al donante en una escala de riesgo”, dijo.
Luego, tanto al donante como al receptor se le hace prueba de covid-19 y solo si sale negativa se continúa con todo el proceso. Ahí comienza una especie de carrera contra el tiempo porque de lo que se demoren las pruebas dependerá en gran medida que se pueda terminar el procedimiento, pero debe quedar la garantía de que no hay riesgo de transmisión para la persona que recibirá el órgano y para el personal de la salud que realiza el procedimiento.
Ese proceso técnico puede incidir en que muchas veces los donantes (o los órganos) ya no estén disponibles cuando se clarifique el panorama.
Pese a esas complicaciones, lo cierto que es por ahora los trasplantes no se detienen y en el San Vicente, por ejemplo, en el último mes se hicieron dos trasplantes hepáticos, uno de riñón-páncreas y tres renales. Una cifra quizás menor si se compara con el promedio del 2019, pero una noticia que le cambia la vida a un paciente y una familia entera que lo acompaña .
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trasplantes se realizaron en Colombia durante 2019, según datos oficiales del INS.