La voluntad para migrar hacia la movilidad eléctrica tomó fuerza en Medellín con la actual administración, que impulsa la llegada de 1.500 taxis y 64 buses de este tipo. No obstante, algunos consideran que se ha descuidado el sector de los vehículos que se mueven con gas natural, que también ayuda en la tarea de reducir la contaminación en las ciudades.
Así lo asegura Orlando Cabrales Segovia, presidente de la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas), quien es uno de los panelistas invitados por la entidad Latam Mobility para participar en una cumbre que reúne a los principales expertos en movilidad y transporte de América Latina, y que entre ayer y hoy se está llevando a cabo en el Jardín Botánico de la capital antioqueña.
¿Cómo impacta el gas natural en el departamento? Cabrales dialogó con EL COLOMBIANO sobre el tema y expuso que esta alternativa es la más conveniente y práctica para reducir las emisiones.
¿Cuál es la importancia del gas natural para una ciudad que sufre cíclicamente por la calidad del aire?
“Tiene un papel fundamental porque contribuye en un alto porcentaje a la disminución de material particulado. Se habla mucho de la movilidad eléctrica, pero el gas natural tiene bondades parecidas, por eso consideramos que debería estar en el mismo nivel de visibilidad”.
¿Esta alternativa sí ha tenido acogida en Antioquia?
“El Valle de Aburrá es líder, incluso el departamento, donde la cobertura es cercana al 89%. Hay 115 poblaciones que cuentan con el suministro de EPM, beneficiando a más de 4 millones de personas. Además, 1.321 industrias lo usan, 2.507 vehículos fueron convertidos en 2018 para funcionar con gas natural, y otros 497, entre camiones, volquetas y taxis, fueron fabricados solo para este sistema”.
¿Entonces por qué habría que temer que la movilidad eléctrica desplace al gas natural?
“Porque pese a que se marcó camino con los buses de metroplús, sentimos que la tecnología se estancó, se quedó a mitad de camino. Si bien la movilidad eléctrica es buena, sigue siendo costosa y no es tan competitiva. Además, la disposición de las baterías, cuando no sirvan, no es un tema que esté bien sustentado y podría generar un daño ambiental más grave que el que desean prevenir. Por esperar algo que no está maduro, quizás no estamos haciendo lo suficiente con lo que tenemos a mano, en cuanto a la renovación del parque automotor. Queremos ser incluidos en las políticas que surjan”.
Pero con el tema del gas natural hay temor porque los carros no son tan potentes, ¿qué tan cierto es?
“Eso pasaba con los convertidos, pero ahora hay vehículos dedicados exclusivamente a gas natural. Así se resolvieron problemas como el tanque en el baúl, ahora el repostaje se hace en el lugar que ocupaba el sistema de gasolina y desarrollamos pruebas en la difícil geografía de Medellín y no hubo problemas. Hay 14 taxis en la capital antioqueña que dan fe de ello, una cifra a la que esperamos sumar otros 10 este año, y en el país hay otros 90 circulando. Son más baratos que un eléctrico que ronda los $100 millones, porque cuestan alrededor de $47 millones, y representan un ahorro de hasta $750.000, un 50 % al mes, para los conductores”.
No hay combustión de gasolina, pero hay combustión de gas. Algo de emisión debe existir, ¿o no?
“Es un producto natural, el nivel de emisiones es casi cero; es decir, el gas natural sí produce CO2, pero no afecta a la calidad del aire. Además es un 30 % inferior al generado por el diésel y la gasolina, y 50 % menor al del carbón”.
Con este último elemento, el carbón, ¿cómo remplazarlo con gas natural?
“Algunas empresas ya lo han hecho. Tenemos una oportunidad grande con 150 industrias en el Valle de Aburrá que usan hornos y calderas para sus actividades, pero el reto es enorme porque el carbón sigue siendo más barato. Propusimos que se lo incluyera en el impuesto al carbono (en el que están la gasolina y el diésel) para que el gas natural sea más competitivo y, aunque tuvo acogida conceptual, no quedó se concretó en el Plan Nacional de Desarrollo que fue aprobado”.