El Sol del mediodía cubre uno a uno los rincones del barrio Lovaina. Los comerciantes y mecánicos del sector corren apresuradamente para refugiarse de la ardiente brasa, es hora de almorzar y muchos llegan hasta el restaurante de “la mona”, que es atendido por ella y sus hijas. Conductores, mecánicos y comerciantes se acercan hasta allí, a disfrutar de un almuerzo que contiene los suficientes carbohidratos para continuar con las labores del día a día.
Recorrer el barrio produce la sensación de que algo se oculta en cada esquina, siempre hay alguien observando y atento a todo lo que sucede en el sector, es quizá una de las cosas que aún conserva desde los años 80, cuando la violencia y el narcotráfico permearon las dinámicas de la zona.
Sin embargo, los alrededores del Cementerio San Pedro parecen florecer, azucenas, girasoles, rosas y jazmines, hacen parte de la oferta que muchos visitantes deciden comprar, para decorar las tumbas de sus familiares.
Este lugar considerado patrimonio histórico de la ciudad nació el 22 de septiembre de 1842 a partir de una iniciativa privada de 50 socios pertenecientes a la élite política, económica e intelectual de Medellín, según Juan Diego Torres, coordinador académico del Museo Cementerio San Pedro, el tercer camposanto construido en la ciudad. En 1999 fue declarado Bien de Interés Cultural de carácter nacional por el Ministerio de Cultura, debido a sus valores históricos, estéticos, arquitectónicos y rituales.
Aunque no hay fecha exacta de la fundación, Lovaina nunca surgió como un proyecto de barrio y creció a partir de la calle 71 que es la vía principal de la zona. Los historiadores hablan de que el sector tuvo una primera etapa de venta de lotes y construcción de algunas casas, entre los años 1917 y 1925.
Como ocurrió en muchos sitios de la ciudad, Lovaina también fue lugar de residencias y hoteles para las personas que venían de los municipios antioqueños, a trabajar en la naciente Medellín. Incluso, aún existen algunas de estas viviendas en donde se puede observar los detalles de la arquitectura de mediados del siglo XX.
Para el historiador Carlos Orozco, el esplendor de este barrio tuvo lugar durante los años 30 y 40, periodo en el cual hubo una bohemia intelectual, pues la zona era visitada por reconocidos escritores, como Jorge Franco Vélez, Óscar Hernández Monsalve, Mario Arrubla, entre otros.
Durante años Lovaina fue reconocido por los excesos que allí se vivían. Abelardo Loaiza recuerda que en el sitio había casas de citas, burdeles y cantinas donde las personas, de manera desmesurada, bebían y pasaban la noche con las trabajadoras sexuales de la época. Incluso, era común que los habitantes de Medellín luego de visitar el cementerio, entraran a tomar a los bares del sector.
Orozco expresó que algo particular que sucedía en este barrio era que había dos categorías de burdeles: la primera es el clásico con un toldillo rojo al fondo, a donde llegaban trabajadores y obreros y, la segunda, eran los lugares que tenían reserva de admisión con especial atención para la clase alta, dirigentes de gobierno y empresarios.
La señora Lucero Naranjo habitante del sector, recuerda con nostalgia los años de su infancia en los cuales no había tanto desarrollo urbano y crecimiento económico. Hoy, señala, no existen tantas zonas residenciales y muchos comerciantes han comprado las antiguas construcciones para edificar talleres y almacenes de repuestos que contaminan constantemente el barrio.
Atrás quedaron las noches de fiestas y espectaculares bailes, donde disfrutaban las personas más ilustres de la ciudad, las casas de citas han ido desapareciendo para darles paso a nuevos negocios. Ya casi no vienen visitantes a enamorar a las señoritas de los escasos burdeles que aún quedan en el sector, lo único que prevalece es el Cementerio como la muerte misma que siempre estará rondando.
En la actualidad, Lovaina enfrenta diferentes problemas de seguridad, como lo es el consumo de drogas y la actividad de bandas delincuenciales en esta zona, sin embargo existen iniciativas que le apuestan a la creación de espacios culturales que permita alejar a los jóvenes de estas problemáticas, como la biblioteca barrial de la Corporación Primavera.
Daniel Segura, coordinador de este lugar, dijo que este es un espacio que se piensa como centro comunitario, que ofrece los servicios de préstamo de libros, café Internet y se está trabajando en la creación del Sistema de Información Digital que compila textos alusivos a la historia de este territorio.
Muchos son los mitos e historias que alberga el barrio Lovaina, por el hecho de tener como vecino a un Museo Cementerio, lo que le da un toque de misterio y tradición.
Los transeúntes rutinarios poco se dejan sorprender, pero para quien no conoce este lugar ver esta joya es un imperdible de la arquitectura antioqueña .