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Las 23 esculturas de gruesa silueta, equivalente a la firma de su autor, que están distribuidas hoy en los más de 7.000 metros cuadrados de área que tiene la Plaza Botero representan el renacer del Museo de Antioquia.
Sin embargo, para establecer la actual plaza que redimensionó la institución cultural fue necesario derribar una manzana de edificios que se encontraban en medio del museo y el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe.
En la década de 1990, antes de que comenzara la obra que le abriría paso a la plaza, el lugar seguía las dinámicas comerciales del atribulado centro de Medellín, por lo que reunía en un solo edificio los más variopintos locales.
Así, el centro comercial Luna Park, que había sido establecido una década antes y se situaba en la esquina de la avenida De Greiff con Carabobo (calle 53), frente a la actual fachada del Museo de Antioquia, albergaba en sus cuatro niveles desde billares y cafeterías hasta sastrerías y peluquerías.
“Lo que había allí era una extensión de lo que se conoció como la ‘guayaquilización’ del Centro, por lo que era un lugar poblado de billares y remataderos combinados con edificaciones verdaderamente emblemáticas, como el Palacio de la Cultura”, explica el historiador y docente de la UPB Iván Darío López.
Aún con esto, no fue menor el reto al que se enfrentó la dirección del Museo de Antioquia para convencer a las autoridades locales de dar el paso que le abriera el lugar a la más importante de sus salas de exposiciones.
Pilar Velilla, quien actualmente se desempeña como gerente del Centro, llegó a la dirección del Museo de Antioquia en 1997. Su tarea desde el primer día fue repotenciar la institución, en ese entonces al borde de la bancarrota.
Sin pensárselo dos veces, contactó al artista Fernando Botero, quien en ese entonces residía en París, y le planteó la propuesta que trasladaría al museo a su actual sede, y a la postre le daría su lugar a la plaza que hoy lo complementa.
“Yo le dije al maestro que el museo iba a crecer, y él me contestó que si ampliábamos la sede él donaría tres salas: una de pintura, una de dibujo y una de esculturas, además de un millón de dólares para la ampliación”.
Consciente de que la propuesta tendría mayor resonancia en la voz de Botero que en la suya, Velilla le pidió al artista que le enviara por escrito lo que le había dicho, y cinco minutos más tarde el fax de su oficina, que estaba junto a dos mastodónticos computadores, expulsó la nota de puño y letra de Fernando Botero.
Pilar presentó la misiva al gobernador y alcalde de ese entonces, Álvaro Uribe y Sergio Naranjo, y ambos le dijeron que tenían la disposición de apoyar el proyecto, pero les era imposible disponer los recursos necesarios a escasos meses de culminar sus mandatos.
Sin embargo, Juan Gómez Martínez, en ese entonces candidato a la alcaldía de Medellín, y quien resultaría electo, incluyó el proyecto de expansión del museo en su plan de gobierno, y al posesionarse dio vía libre a la propuesta de Botero.
Con el inicio del mandato de Gómez Martínez (1998 a 2000), se dispuso que el Museo de Antioquia dejara su antigua sede, situada al lado de la Iglesia Veracruz, para trasladarse a su ubicación actual, que antaño albergara la sede administrativa de la alcaldía.
Ante esta disposición, Botero cumplió su promesa, e hizo la donación de las mencionadas salas en 1999. Sin embargo, el nuevo hogar del museo motivó a Pilar a proponer un proyecto aún más ambicioso: demoler las edificaciones que se erigían entre su nueva sede y el recién inaugurado metro para hacer una plaza que sirviera de antesala al museo.
Con eso en mente hizo una nueva llamada a Botero, sin saber que ese sería el detonante de una transformación inusitada. “Yo le comenté que íbamos a demoler la manzana, pero siendo una idea, no un hecho, y él me dijo: ‘si ustedes lo hacen, yo dono unas esculturas’”, recuerda.
Al llegar la idea a oídos de Gómez Martínez, se materializó en el Proyecto de Intervención Urbana del Sector de La Veracruz, que inició con la compra de los predios a explanar de parte de la alcaldía, y una recolección de obras dispersas en Europa por parte del artista para repatriarlas.
Así, en marzo de 2000 se realizó la demolición del centro comercial y billares Luna Park, además de un edificio administrativo del metro de Medellín que nunca llegó a ser usado, y se hicieron las adecuaciones urbanísticas de la plaza que recibió por primer nombre el de Ciudad Botero.
A la llegada de las 23 obras a su nuevo hogar en una noche lluviosa de julio de 2000, Botero sentenció: “Rompan esas cajas que esas esculturas ya no volverán a salir de aquí”. 19 años después, allí se mantienen como un foco de la cultura en el Centro ..
El traslado del Museo de Antioquia, motivado por una donación de Fernando Botero, propició una transformación en torno a su sede que permitió crear la Plaza Botero en 2000.
Para el arquitecto y urbanista Luis Fernando Albeláez, la transformación de la que fue objeto la que antaño fuera una zona comercial del centro de la ciudad representa un punto de inflexión en la historia de la comuna 10. “El hecho más importante que ha transformado a Medellín en los últimos años se llama la Plaza Botero. Medellín le debe al maestro Botero el haber creado el espacio urbano más notorio que tiene la ciudad hoy en día, porque tener 23 esculturas de su autoría en ese sitio, al frente del museo, ha convertido a Medellín en una ciudad realmente reconocida a nivel internacional por la presencia del arte. Considero que fue una decisión sabia haber comprado esos terrenos y haberlos transformado en una plaza”, expresó.
GERMÁN ESPINAL
En esa esquina funcionaba el centro comercial y billares Luna Park y un famoso estudio fotográfico subiendo hacia el Hotel Nutibara.
JOSÉ RAÚL GUTIÉRREZ
Recuerdo mucho el lugar. Ahí estaba estaba el almacén Construgreiff, y en el pasaje peatonal había muchas peluquerías y un salón de billares.
MARTHA SÁNCHEZ
En esa manzana quedaba el local Foto Garcés, donde tomaban fotos de muy buena calidad. Además, en el pasaje quedaba una peluquería que se llamaba El y ella. Allá iba a que me hicieran corte y cepillado.
Periodista profesional y atleta aficionado. Hago preguntas para entender la ciudad.