El crecimiento de los asentamientos urbanos de Medellín se dirigió inicialmente hacia el sur del Valle de Aburrá, pero luego de presentarse una saturación, hubo un vuelco hacia el norte encontrando en Bello opciones de desarrollos urbanísticos, gracias a su POT.
. Federico Estrada, gerente de la Lonja de Propiedad Raíz Medellín y Antioquia, conceptuó que “Bello tiene una normatividad que ante la imposibilidad de construir en otros sectores, los promotores y desarrolladores inmobiliarios han encontrado opciones allí”.
Mauricio Henao, secretario de Planeación de Bello, manifestó que una de las razones de la expansión municipal es la escasez de terrenos en el sur. En Envigado y Sabaneta, por ejemplo, hay carencia de tierra y esta tiene más valor, si se compara con Bello”.
Los territorios del norte fueron apetecidos desde el siglo XX por la industria. Caídas de agua, haciendas, territorios verdes y de reservas fueron cediendo ante la necesidad de construir vivienda para la población creciente que encontraba en sus barrios y comunas aposento ante la violencia existente en otras zonas de Antioquia y el país. Sectores como Salento, El Trapiche, la reserva donde está ubicado el Hospital Mental, sucumbieron al denominado progreso.
Cuenta Guillermo Aguirre, director de la Oficina de Patrimonio Cultural de Bello, que el territorio se incorpora al perímetro urbano por los servicios públicos.
El experto agregó que desde finales de la década de 70, del siglo pasado, Empresas Públicas de Medellín empieza a reemplazar el acueducto originario con uno moderno para satisfacer las necesidades ciudadanas.
Y desde finales de 1990 la ciudad da comienzo a un proceso de ordenamiento con el Plan de Desarrollo.
Sectores de la hacienda Salento, donde otrora las familias se reunían para disfrutar del aire libre y la recreación dieron paso a proyectos de urbanización hoy altamente densificados y con pocas opciones de recreación.
La hacienda de la familia Ospina, que fue prestada al cuartel de carabineros, hizo lo propio y los cultivos de caña y el trapiche usado para producir panela pasaron a ser historia. Con la creación del Metro de Medellín desapareció el último gran espacio verde que la ciudad tenía en el valle de Niquía, en los bajos del cerro Quitasol.
El Metro dio vida a tres estaciones: Niquía, Bello y Madera y estas, a su vez, dispararon la construcción de vivienda en altura en la zona occidental de la ciudad.