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Tres prostitutas gigantes, de madera, reposan sobre un muro. Inertes, pero con miradas inquisidoras, escrutan al caminante. Y los que por ahí transitan, abstraídos, las miran de arriba abajo. “Es una obra que visibiliza a esa población excluida. Es arte callejero, que tiene un mensaje, que hace una denuncia social”, apuntó Tatiana Mejía, la artista que ubicó a las mujeres en una pared de Barrio Colombia. “Queremos ver la ciudad llena de ese arte, de esas expresiones”, sentenció.
La pretensión de la artista no es estéril. En octubre, el Concejo de Medellín aprobó el proyecto de acuerdo 005, que pretende fortalecer el arte urbano en la ciudad.
“Era una necesidad que Medellín les diera la mano a los artistas. Ellos no son delincuentes ni locos, son personas que comunican por medio de una expresión. Sus trabajos tienen un valor económico”, argumentó Daniel Carvalho, el concejal que, junto con artistas y gestores culturales, redactó el proyecto de acuerdo.
El arte urbano es la expresión que utiliza grafitis (principalmente letras) y murales para comunicarse. Lo hace, como su nombre lo indica, en la calle. Su origen data de la contracultura de los años 60 en Nueva York, cuando los jóvenes comenzaron a rayar paredes para expresar sus actitudes sociales y políticas.
Verónica Morales, magíster en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional, y quien hizo su trabajo de grado sobre arte urbano, explica que dentro de este hay dos tendencias. Uno es el concertado, que pide permiso para pintar; el otro es el clandestino, conocido como “underground”. Explicó: “El underground siempre va estar. Hay quienes deciden seguir haciéndolo en lugares no permitidos. Pero iniciativas como la que ahora se plantean sirven para darle una mano a los que están dispuestos a trabajar con el Estado y los privados”.
“El arte callejero es salvador de vidas. Las galerías urbanas, como la que hay en la calle 10, son contadoras de historias. Estas expresiones son una forma de democratizar el trabajo artístico, de acercar a la gente al muralismo”, señaló.
Carvalho puntualizó que el acuerdo municipal tiene varias líneas. Una de ellas tiene que ver con la articulación entre los artistas y el Estado, en este caso, la Alcaldía de Medellín. “Lo que planteamos fue crear un diálogo más fluido entre los creadores y la Alcaldía. Para eso ya existe Mesagraf, que es la mesa de conversación. Sin embargo, somos conscientes de que falta aún una mejor comunicación para que se terminen de limar las desconfianzas entre ambas partes”, puntualizó el corporado.
Otro de los objetivos trazados en el acuerdo es agilizar los trámites para los permisos. Cuando un artista hoy quiere pintar un muro, debe comunicarse con la Secretaría de Cultura para tramitarlo. “Ese proceso burocrático puede demorarse unos tres meses. No tiene sentido tener que esperar tanto tiempo”, recalca Carvalho.
Consultado sobre ese detalle, el secretario de Cultura de Medellín, Álvaro Narváez, respondió que ese tema ya está adelantado: “Venimos trabajando con miras a la política que impulsó el proyecto de acuerdo. Es cierto que el trámite era dispendioso, de unos tres meses. Pero hoy tenemos a una persona exclusivamente dedicada a eso. Si nos piden un permiso en un muro nuestro, les garantizamos que en tres o cinco días les damos respuesta”.
Y acá comienza otro de los puntos esenciales de esa política pública. La idea, explicó Carvalho, es que Medellín declare unos “muros libres”, es decir, espacios para los que no haya que pedir ningún permiso y estén a disposición.
El concejal propuso que fueran, por ejemplo, en obras públicas que recién se entregan o en predios de la Alcaldía. A esta propuesta el secretario de Cultura respondió: “Hemos contemplado la opción de los muros libres. En este momento estamos adelantando un inventario para saber cuáles muros de la ciudad podrían ofrecerse a los creadores. Esperamos tener eso listo en unos meses”.
En 2020, según cifras de su despacho, se invirtieron 320 millones para el arte urbano en la ciudad. Esto en los estímulos para los creadores.
Añadió que el año pasado, para agilizar los permisos y articular a todas las dependencias, se creó el Comité interinstitucional de Arte Urbano Gráfico de Medellín, integrado por las secretarías de Educación, Juventud, Infraestructura Física, Seguridad y convivencia. De él también hacen parte el Inder, la Agencia para la Gestión del Paisaje y el Territorio (APP) y el Metro de Medellín.
Sin embargo, para la muralista Tatiana, quien instaló sus prostitutas de madera en el Barrio Colombia, aún hay poca articulación con los artistas. “De la secretaría no nos escuchan. La verdad es que poco nos han escuchado. Los permisos se demoran, no se sabe dónde se puede rayar y dónde no. Hace falta mucha más comunicación”, se quejó.
Arturo Ospina, conocido en el mundo del arte como Seta Fuerte, lleva 19 años llenando las paredes de arte. Es bogotano y sus aerosoles y brochas han conquistado muros y edificios de ocho países de América Latina. Hoy está radicado en la capital antioqueña.
“En Medellín hay una simbiosis entre artistas, empresa privada y Estado. Sin embargo, al sector público le falta dar muros importantes. Generalmente nos ofrecen unos que están en mal estado, con problemas. Queremos pintar sobre la fachada de edificios públicos”, señaló Seta Fuerte. El artista agregó que el sector público ha impulsado a artistas jóvenes, pero que “falta más apoyo para los profesionales”.
Carvalho precisó que en el acuerdo quedó explícito que la libertad de los artistas está por encima y el secretario Narváez dio un parte de tranquilidad al respecto: “Está garantizada la libertad creativa siempre y cuando no se envíen mensajes excluyentes, racistas o que llamen a la violencia”.
María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia, dijo que desde esa entidad están dispuestos a hacer un puente para mediar entre los artistas y la Alcaldía. “Lo importante es que el ejercicio creativo se haga autónomo, que los artistas sepan hasta dónde negocian con la administración, porque en ningún caso puede haber censura”, precisó Escobar.
La artista Tatiana, por su parte, expresó que no permitirá que sus trabajos sean censurados por nadie. Mantiene el tono irreverente y de denuncia con el que nació el arte urbano, hace ya medio siglo
Comunicador Social-Periodista de la UPB. Redactor del Área Metro de El Colombiano.