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El aterrizaje forzoso hace cinco meses del nuevo coronavirus en Antioquia no solo deja afectaciones a la salud y una crisis social profunda, también incide en la definición de instrumentos de planeación y participación que se estructuran durante el primer año de gobierno.
Tal es el caso del Programa Agropecuario Municipal, PAM, que obedece a una normatividad nacional y que en el caso de Medellín sirve para mostrar el camino y decantar proyectos pensados para la población rural, y productiva, de los cinco corregimientos de Medellín: Santa Elena, San Cristóbal, Palmitas, San Antonio de Prado y Altavista. ¿Qué es y para qué sirve? Aquí se lo explicamos.
Carlos Julián Henao, líder de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata), explica que el PAM ni es nuevo ni es exclusivo de la capital antioqueña. En sus palabras el plan es un instrumento de planeación que se utiliza para priorizar los diferentes proyectos que se van a ejecutar en las zonas rurales, con los productores agropecuarios.
La idea es que se construya entre una comisión técnica del Municipio y líderes campesinos productores de la tierra que diagnostican las principales problemáticas y trazan proyectos de producción agrícola, producción pecuaria, sistemas de riego , infraestructura para la producción y asociatividad.
Aunque los problemas estructurales de la ruralidad pueden ser más complejos (tenencia de la tierra, conurbación, medio ambiente), en este caso en particular se concentran en diseñar acciones para que producir alimentos o flores en los corregimientos en Medellín sea más atractivo y les dé mayores dividendos a las familias campesinas.
Por la vía del PAM anterior (vigencia 2016-2019) llegaron proyectos innovadores como la dotación de paneles solares para familias floricultoras del corregimiento de San Cristóbal (Ver Para saber más) o la entrega reciente de 45 invernaderos para productores del mismo corregimiento, que fueron dotados con sistemas de producción bajo cobertura, con alto estándares y modernos sistemas de riego localizado por goteo y seguimiento de parámetros climáticos con posibilidad de monitorear por celular.
Además la estrategia de parcelas productivas, que contempla entrega de semillas, fertilizantes, abonos y demás insumos claves, también entra en el paquete susceptible de priorizar con este instrumento. La idea tiene importancia porque con la cuarentena conceptos como la seguridad alimentaria y la capacidad de autoabastecerse en tiempos de limitaciones han adquirido una importancia adicional.
La apuesta es que se destinen recursos públicos por $5.000 millones para financiar dichos proyectos que salen de un ejercicio participativo entre las comunidades y la administración municipal.
Juliana Colorado, subsecretaria de Desarrollo Rural de Medellín, valoró que pese a la pandemia la semana pasada se desarrollara la segunda sesión del Consejo Municipal de Desarrollo Rural (Cmdr) en el que se conformó una comisión técnica para reglamentar y construir el PAM.
“El objetivo es elegir y priorizar proyectos de inversión, es la herramienta más potente para impulsar a nuestros campesinos en la ruralidad”, dijo.
“Toda la estructuración se supone se debe hacer en el primer semestre de la administración, pero por la pandemia se suspendió porque la idea es construirlo en el territorio en conjunto con los productores y no podemos exponerlos ahora. De aquí a final del año lo tenemos estructurado y formulado. Los productores conocen sus necesidades, lo complejo ahora es el distanciamiento social”, explicó Carlos Julián Henao, de la Umata.
Una vez se detectan los problemas, identifican causas y con ellos mismos se priorizan proyectos, se les asigna recurso para ejecutar y se escribe el PAM que pasa a aprobación del Cmdr. Lo que se aprueba queda como parte integral del Plan de Desarrollo Municipal.
Para Dora Saldarriaga, concejala de Estamos Listas, es clave que con este tipo de iniciativas se salde una deuda histórica que se tiene con los corregimientos de estructurar una agricultura sostenible, más allá de entregar insumos y algunas ayudas, y se haga un estudio juicioso sobre el modelo de cultivos y cómo garantizar la soberanía alimentaria.
“Necesitamos un diagnóstico a detalle que sepamos quiénes producen, qué producen y qué proyección a futuro hay. Después se requiere una planeación de los cultivos, no ponerlos a competir entre productores y hacer comercialización sin intermediarios y que fomente la soberanía alimentaria. Este PAM debe permitir una participación efectiva con la gente de base para buscar nuevas alternativas. No se puede decir que no quieren cultivar”.
Para la corporada, están dadas las condiciones para potenciar ese 70 % del territorio de Medellín que es rural, pero falta voluntad política para asignar más recursos y diseñar programas sostenibles en el tiempo.
Más periodista que comunicador social. Apasionado por la lectura, la escritura y la historia. Enfermo por los deportes e inmerso en el mundo digital.