Para los habitantes del barrio El Trianón, uno de los más pacíficos de Envigado, la pandemia trajo una nueva “enfermedad” a sus calles: la fiebre de atracos.
EL COLOMBIANO lo recorrió esta semana, constatando que la percepción de inseguridad es general. En cada entrevista a un transeúnte había una historia de robo y la sensación de que el problema empeoró en los últimos meses.
Algunos residentes, en voz baja, expresaron que el barrio tuvo varias décadas de relativa tranquilidad porque allí había vivido el narco Pablo Escobar y después algunos jefes de “la Oficina”, por lo que ningún ladrón osaba arrimarse; pero esa fachada ya no funciona.
Harold Forbes, presidente de la JAC de El Trianón, comentó que el vecindario, fundado en 1972, es uno de los más tradicionales de Envigado, donde los residentes se conocen entre sí y todavía se saludan al pasar. Sin embargo, la inseguridad ha venido transformando ese comportamiento, “porque ya uno no sabe si el que se acerca es para robarle, y eso crea desconfianza”.
Según los pobladores, los robos son a mano armada, en motos y a pie, mediante raponazos y hasta con engaños, especialmente en las casas en las que hay ancianos solos.
Forbes explicó, citando datos de Planeación Municipal, que de los 8.036 habitantes del barrio, 1.616 son mayores de 60 años. “Los delincuentes llegan a viviendas donde hay viejitos y los engañan diciendo que son de la Alcaldía y van a entregar mercados, o que traen una razón del cura. Así se le metieron a un señor el mes pasado y le robaron joyas y dólares”, relató.
Yuldor*, de 26 años, caminaba por una vía del barrio el pasado 5 de enero, cuando se le arrimó un desconocido diciendo que era de “la Oficina de Envigado”. Aunque él es venezolano y apenas lleva tres años en El Trianón, los vecinos ya le habían contado historias sobre esa antigua banda.
Así que se tragó el cuento. “Me dijo que no me moviera, porque alrededor tenía gente vigilándome, que yo me parecía a una persona que buscaban y tenía que investigarme. Me pidió el celular desbloqueado. Preferí mantener la calma, para que no me hiciera daño”, explicó. El ladrón, sin mostrar ningún arma, huyó con el teléfono.
A la semana siguiente se repitió el caso, con otras víctimas. “Mi hijo de 16 años iba con dos amiguitos y después de pasar por la cancha de El Oasis les cayó un hombre, diciendo ser de ‘la Oficina de Envigado’”, relató Manuela*.
El malandro advirtió que investigaba un robo, les pidió las billeteras y celulares. “No nos vaya a atracar”, rogó el adolescente, a lo que este respondió, mostrando una pistola: “No soy ladrón, soy de ‘la Oficina’”, y huyó con el botín.
Áreas críticas
Según los residentes, los puntos más críticos son los alrededores de la iglesia San Ignacio de Antioquía, la zona comercial y la frontera con los barrios La Paz y Las Antillas. También los paraderos de buses, en los que se han presentado raponazos motorizados entre las 5:00 a.m. y 6:00 a.m.
Una de sus quejas constantes es la escasa presencia de la Policía. “Hay un cuadrante, cuatro policías en dos motos, para atender las problemáticas de El Trianón, La Paz, Las Antillas, El Oasis, El Dorado y Providencia. Hemos pedido más vigilancia, pero en la Alcaldía dijeron que no había cómo traer más policías”, contó el comerciante Alberto*, y añadió: “La gente ya está tomando justicia por mano propia, agarra a los ladrones, los empelota y les da la pela”.
Se refiere a dos episodios del pasado 22 de enero y 4 de febrero, cuando la comunidad retuvo a dos asaltantes en cercanías al templo y los molió a golpes. A uno de ellos lo obligaron a desnudarse, hasta que la Policía llegó a detenerlos.
“La solución no es solo capturar ladrones, porque la justicia los suelta al otro día, sino prevenir que ocurra el delito con más presencia institucional”, dijo Forbes.
Alberto señaló que en el barrio apenas hay dos cámaras de vigilancia, en la vía que viene de la Clínica de la Policía y la cuadra de la iglesia, aunque esta última tiene una vista limitada.
“Puse una malla en mi jardín, para que los perros no hicieran suciedades, y se la robaron hace cuatro meses. Cuando pregunté si el ladrón quedó en la cámara, me dijeron que solo apuntaba al parqueadero, porque se habían robado varios carros”, indicó Gildardo*.
¿Y las denuncias?
Pese a lo expuesto por los vecinos, la Alcaldía y la Fuerza Pública tienen un diagnóstico distinto de El Trianón. El secretario de Seguridad, Rafael Betancur, dijo que en 2022 apenas hay registro de una denuncia por hurto a comercio y dos por robo de celulares.
El mayor Carlos Galvis, comandante de Policía de Envigado, añadió una más por hurto a residencia y otra por lesiones personales, luego de revisar el Sistema de Información Estadística de la Policía (Siedco).
Betancur reconoció que el pie de fuerza no es suficiente. En el municipio hay 242 policías y 21 cuadrantes con patrullas, para cuidar a cerca de 230.000 habitantes.
Los comerciantes manifestaron que en 2020 les habían prometido instalar botones de pánico, lo cual no se ha cumplido. Al respecto, el secretario dijo que cada quien debe ir a la Secretaría y hacer una solicitud, tras lo cual evaluarán la pertinencia del pedido.
Agregó que la administración espera contar con 155 cámaras de vigilancia nuevas este año, se ampliará la Sala de Monitoreo y construirán la subestación policial de Las Palmas, lo que ayudará a mejorar la seguridad en general.
El mayor Galvis indicó que sus patrullas hacen recorridos diarios en El Trianón, y también labores de vigilancia con apoyo de drones y caravanas interinstitucionales, que han permitido este año la captura de dos ladrones, la recuperación de un carro, un celular y la mercancía sustraída de una casa.
En el trasfondo de este tema llama la atención que la comunidad y las autoridades tengan percepciones tan diferentes sobre la seguridad en el barrio. Tal vez a unos les falta formular denuncias penales, y a otros estar más presentes en la zona.
*Nombres cambiados por petición de la fuente.
