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Medellín vivió una Semana Santa desde balcones y pantallas

En las calles de Medellín, por primera vez, no hubo procesiones ni romerías durante la Semana Santa.

  • En la catedral metropolitana solo sacerdotes y camarógrafos presenciaron las misas. En un Jueves Santo típico, asisten hasta 6.000 personas. FOTO manuel saldarriaga
    En la catedral metropolitana solo sacerdotes y camarógrafos presenciaron las misas. En un Jueves Santo típico, asisten hasta 6.000 personas. FOTO manuel saldarriaga
  • En muchos hogares se armaron altares con imágenes, flores y velas, para acompañar la oración. FOTO Manuel Saldarriaga
    En muchos hogares se armaron altares con imágenes, flores y velas, para acompañar la oración. FOTO Manuel Saldarriaga
  • La mayoría de iglesias del Aburrá hicieron transmisiones de sus celebraciones en Youtube y Facebook. FOTO Carlos Velásquez
    La mayoría de iglesias del Aburrá hicieron transmisiones de sus celebraciones en Youtube y Facebook. FOTO Carlos Velásquez
  • Soldados acompañaron una caravana presidida por un sacerdote que bendijo a las familias que lo veían desde las ventanas. FOTO manuel saldarriaga
    Soldados acompañaron una caravana presidida por un sacerdote que bendijo a las familias que lo veían desde las ventanas. FOTO manuel saldarriaga
12 de abril de 2020
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Vestido con un traje blanco y dorado, el arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón, empezó -con toda la solemnidad del caso- la misa de la última cena de Jesús, el Jueves Santo. A su alrededor tres seminaristas y cuatro sacerdotes respondían a cada rezo y algunos metros más abajo tres hombres movían cables y luces de un lado a otro. La catedral, que en un día como este suele albergar a más de 6.000 fieles, era habitada por apenas 15 personas.

“Esta es una Semana Santa única en la historia”, dice monseñor Tobón quien antes de empezar la ceremonia les pidió a sus sacerdotes cambiar algunos detalles del ritual, pensando más en las miles de personas que lo iban a seguir a través de la pantalla.

Solo en la página de Facebook del canal católico Televid, 3.000 personas se conectaron en tiempo real a la misa. y en el portal de EL COLOMBIANO el número fue similar. Eso sin contar con la gente que siguió el ritual a través de los canales de televisión locales que no tienen aún reportes de la sintonía.

Por orden del Vaticano, no hubo lavatorio de los pies el jueves, ni beso a la cruz ni bendición del fuego ayer. “Son ceremonias de contacto que se reemplazaron por oraciones y genuflexiones”, explicó el sacerdote Diego Alejandro Díaz, delegado arzobispal para las Comunicaciones.

Afuera de la catedral todo fue soledad durante los últimos tres días. El jueves un hombre de unos 60 años se paró frente a una de las puertas cerradas. Se negó a dar su nombre y dijo que, a pesar de que varios policías le habían pedido que se fuera, nunca en su vida había faltado a la iglesia en Semana Santa, y que esta no sería la primera vez.

Caravana de fe

Horas antes Felipe González, vocero del grupo ciudadano Medellín Ora, realizaba llamadas y respondía mensajes buscando una aprobación que nunca llegó. Él y sus compañeros tenían todo listo para que un sacerdote sobrevolara la ciudad y la bendijera, pero la Aeronáutica Civil no aprobó a tiempo el plan de vuelo.

La frustración le duró poco, y sobre el mediodía del jueves volvió a levantar el teléfono y a mover redes de apoyo que, en tiempo récord, le ayudaron a conseguir respaldo del Ejército y la Policía que a las 3:30 p.m. encabezó una caravana que salió desde una casa en el barrio El Portal de Envigado y recorrió el oriente y occidente de Medellín.

Un camión del Ejército, equipado con bafles que reproducían a alto volumen la canción Color Esperanza de Diego Torres, encabezaba la avanzada. En la cabina del vehículo iba el sacerdote Juan Carlos Velásquez Rúa, capellán de la Alcaldía de Medellín quien, Biblia y micrófono en mano, iba orando.

Antes de tomar la avenida Las Vegas, el sacerdote se bajó del camión y le dio la bendición a un centenar de personas que salieron a los balcones con pañuelos blancos y banderas de Colombia.

Uno de los espectadores fue Daniel Felipe Ardila, de 27 años, quien contó que su familia ha estado siguiendo las ceremonias religiosas por televisión. “Esta visita del padre nos hizo sentir en comunidad, fue un gesto bonito”, dijo.

El sacerdote dijo que esos pañuelos eran un símbolo de fe y que precisamente los signos y símbolos son los que nos han hecho humanos. “Hoy termina en la iglesia la Cuaresma, que es el tiempo en el que hablamos de esperanza, fe y alegría. En Italia ya se habla de Pascua y hacia allá debemos ir”, dijo en medio de los aplausos de los vecinos.

Los organizadores explicaron que este gesto de oración con los vecinos fue el complemento de una jornada de caridad con la que, días antes, habían donado varios mercados.

El mayor Óscar Mauricio Ordóñez, oficial de operaciones del Valle de Aburrá, explicó que él y sus soldados salieron a dar un mensaje de fe y esperanza, y garantizó que no se descuidó la vigilancia de la ciudad mientras duró la caravana.

Carros y altares

En parroquias como la del barrio Antonio Nariño no se aguantaron las ganas de estar en contacto con la comunidad y por eso consiguieron un carro y en él adecuaron un monumento improvisado, con una imagen de Jesús, que recorrió las calles del barrio.

En algunas tiendas y casas también se hicieron altares y se elevaron oraciones compartidas con los vecinos. José Pérez, residente del sector, relató que lo más difícil para los católicos de toda la vida -como él llama a su familia y los vecinos- ha sido no sentir la cercanía del templo y la familiaridad de las procesiones.

Recogimiento

Los sentimientos de José los entiende bien Alejandro Múnera Martínez, jefe de producción que lleva 20 años trabajando para Televid, y quien coordinó las transmisiones desde la catedral.

“La única procesión es la del Domingo de Ramos. Los demás son fervores populares muy arraigados que nosotros reemplazamos este año por meditaciones que se grabaron y ese tal vez sea el valor agregado de hoy: que la gente no solo marcha detrás de una imagen y una banda, sino que está entendiendo lo que hay alrededor de la muerte y resurrección de Jesús”, dijo.

Hace un año, Múnera tenía a 30 personas en la calle montando y desmontando equipos para transmitir misas y procesiones. Esta semana su preocupación era mantener las medidas de asepsia entre su gente, y que la producción, con menos de 15 personas -incluyendo los encargados de las redes sociales y la web-, saliera impecable.

“Este año la gente ha escuchado más. Ha reflexionado. Creo que eso es lo bueno que se le podría sacar a esta situación tan extraña”, dijo.

Rituales y creencias

Para Juan Esteban Londoño, escritor, docente e investigador en Filosofía y Teología, la Semana Santa no fue tan atípica. Las últimas cinco las vivió en Alemania, donde estudió su doctorado, y descubrió otras formas de fe que lo sorprendieron.

“Allá los católicos y hasta los ateos van a las iglesias pero a ver conciertos de música clásica y apreciar arte religioso. Algo distinto a lo que vi en mi infancia en La Estrella”, contó.

Londoño señaló que los ritos que conocemos hoy han ido cambiando a través del tiempo. “Las religiones se transforman como la sociedad. El primer cristianismo era de gente perseguida que vivía en catacumbas y no podían expresar su fe porque los señalaban y perseguían”, dijo y agregó que, tal vez, esta sea la oportunidad para tener menos externalización y más reflexión interior .

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