Al llegar a Metetí, el primer pueblo de Panamá en el que hay un campamento para refugiados, el cubano José González no salía del asombro y tuvo que tragarse los reclamos atorados en la garganta desde que pisó territorio panameño, luego de cruzar por seis días la espesa selva del Tapón del Darién.
Al frente suyo, uno de los integrantes de la Guardia de Panamá les daba las instrucciones para ingresar al campamento, pero José, que se ufana de nunca olvidar un rostro, identificó al militar y lo señaló para sí mismo como el que le quitó su dinero y otras pertenencias cuando ingresaba a Panamá después de cruzar la frontera con Colombia.
“La cosa estuvo muy dura. Mataron a dos cubanos y a un haitiano de otro grupo, y violaron a dos venezolanas. La Policía (panameña) está cuando bajas La Loma, pero en Tres Bocas, donde todo el mundo dice que están los asaltantes, ahí están”. Este fue el mensaje de González enviado a mi número de WhatsApp después de llegar a un lugar seguro. Lo hizo nervioso evitando ser descubierto por las autoridades del vecino país; de ser cogido, sería devuelto por la trocha “como un castigo”.
La denuncia del cubano González no es un testimonio aislado. Nubia Ramírez, una venezolana que recién cruzó el Tapón del Darién con una caravana de migrantes salida desde Necoclí, en el Urabá antioqueño, relató a EL COLOMBIANO que tuvo que presenciar el abuso sexual de varias de sus compañeras.
“Dios es grande, salí de ahí, lo único que me pasó fue que me robaron, nada más, y la humillación que uno cuando sale de la selva encuentra con esos panameños que son unos salvajes, no son gente, son unos animales. Ellos son los mismos que te roban en la selva, son policías y cuando uno sale de la selva, uno los ve en los puestos de atención”, cuenta Ramírez, quien afirma no tener miedo a denunciar las agresiones de parte de las autoridades panameñas.
“Ojalá esto llegue hasta ellos, porque no es posible que nos sigan tratando así, con ese desprecio, como si no fuéramos personas”, recalca.
Lo saben en la Asamblea
El eco de estas denuncias ya ha llegado hasta la Asamblea Nacional de Panamá. Los diputados tienen en sus informes registros de las agresiones sexuales y violaciones, pero muchos no coinciden en los autores de los vejámenes cometidos, al parecer, por los integrantes de las Fuerzas Armadas de Panamá.
La diputada Zulay Rodríguez, presidenta de la recién comisión para investigar los casos de abuso sexual, señala que ha recibido en los dos últimos meses 1.000 denuncias por este delito contra las mujeres migrantes.
“Es el diario vivir de las mujeres (migrantes) cuando son jóvenes, cuando tienen 20, 30 y pico de años. No les importa violarlas delante de su pareja, delante de sus familiares... Esto demuestra indiferencia, esto demuestra un silencio cómplice de parte de las autoridades”, expresó la diputada Rodríguez, y agregó que en los próximos meses entregará un informe a la Comisión de Asuntos de la Mujer, la Niñez, la Juventud y la Familia de la Asamblea Nacional.
“Las denuncias las haré llegar al Ministerio Público y a organismos internacionales interesados en las denuncias”, recalcó la asambleísta.
Por su parte, su compañero de Asamblea, Elías Vigil, señaló a los medios de comunicación que las denuncias recibidas por la comisión que el preside, señalan como presuntos autores a los indígenas que viven en esos territorios. “ Eso es doloroso, porque son menores de 5 a 8 años hasta los 15 años. Esposas que vienen con sus esposos y son violadas frente a su pareja. Esto es preocupante”, comentó el diputado al medio digital La Estrella de Panamá.
Vigil asevera que las denuncias por abusos sexuales son pocas debido a que los migrantes están de paso en Panamá, y también a la vergüenza de ser víctima de este delito.
“Simplemente esto ha pasado por mucho tiempo y por muchos años, no puede quedar impune”, dijo Rodríguez.
Ante las denuncias, EL COLOMBIANO buscó la respuesta de la Cancillería de Panamá, pero no obtuvo respuesta. No obstante, ante el aumento del flujo migratorio por la porosa frontera entre Colombia y Panamá, el Defensor del Pueblo del vecino país, Eduardo Leblanc, propuso al Gobierno colombiano la militarización de la frontera de Colombia con Panamá, como una forma de frenar los delitos que se cometen contra los migrantes. Aseveró que del lado panameño ya se está implementado esta práctica que ayuda a bajar los índices de delincuencia en ese territorio selvático.
Invasión del territorio
De todos los migrantes entrevistados para este artículo, ninguno señaló que del lado de la frontera colombiana se hayan presentado agresiones y abusos sexuales a las mujeres migrantes, tampoco robos.
Lo que sí enfatizaron los guías es que los integrantes de la Guardia panameña han incursionado en el territorio colombiano en muchas ocasiones, intentando frenar el paso de los migrantes hacia el territorio de Panamá. Algunos habitantes de Acandí, Chocó, señalaron a este diario que en varias ocasiones esos mismos militares han llegado de civil hasta el casco urbano de este municipio y compran licor, luego arman el desorden y salen y se van.
Fredy Pestana Herrera, presidente de Cocomanorte, el Consejo Comunitario del norte de Acandí y encargado de los jóvenes que llevan a los migrantes hasta la frontera colombo-panameña a través del Tapón del Darién por 400 dólares, afirma que las incursiones de autoridades panameñas en Colombia no es un cuento inventado.
“Ellos han llegado incluso hasta Las Mellizas, y eso es bien adentro en territorio colombiano, pero usted no les puede decir nada porque por acá no hay militares de Colombia y ellos nos pueden agredir”, explicó Pestana.
Además, asevera este líder de las comunidades del norte de Acandí, cuando algún colombiano cruza la frontera, son ahuyentados con disparos o golpizas por parte de Senafront (Servicio Nacional de Fronteras de Panamá).
Además, en el momento en el que EL COLOMBIANO realizaba el recorrido por el Tapón del Darién acompañando a los migrantes, un helicóptero de la Policía de Panamá sobrevoló la zona en busca de migrantes para devolver por la trocha hasta la frontera.
Ante las denuncias, el director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa Palacios, indicó a este diario que no tiene conocimiento de esta violación del territorio colombiano. Frente a las denuncias de robo y violencia sexual contra los migrantes, Espinosa expresó que tampoco ha recibido denuncias al respecto.
“Lo que hemos hecho es que, de la mano de la Armada y de la Policía Nacional, se fortalecen los mecanismos en nuestro territorio para arrebatar los migrantes a estos traficantes. Lamentablemente, no es fácil ayudarlos por su intención de seguir adelante, pero definitivamente no se pueden producir afectaciones a derechos humanos”, dijo Espinosa.
Frente a la propuesta del defensor de Panamá sobre la militarización de la frontera, el director de Migración Colombia explicó que “hay dificultades en términos meteorológicos, climáticos. Pensar en que el Tapón del Darién se puede militarizar implicaría que Colombia destinara a sus hombres exclusivamente a este tipo de mecanismos y dejara, por ejemplo, la seguridad ciudadana, la lucha contra el narcotráfico”, y agregó que a los migrantes no se les puede tratar nunca como personas al margen de la ley.
El pasado 25 de octubre se realizó en Cartagena el encuentro internacional de Defensores de Derechos Humanos. En este evento, el defensor del Pueblo de Colombia, Carlos Camargo Assis, expresó que la problemática de la migración es necesario “analizarla y entender sus consecuencias desde diferentes perspectivas, en especial desde los derechos humanos”, y concluyó que por el Tapón del Darién han cruzado en este 2021 95.000 migrantes irregulares