Voces del pasado, sonidos que resuenan en el presente y cuentan historias del futuro
Mario Fernando Castaño
Como si de un portal interdimensional se tratase, la experiencia de revisitar este histórico encuentro con una banda legendaria como lo es Pink Floyd es alucinante, el tiempo no existe y la belleza de una eterna juventud a gran escala audiovisual se presenta al igual que las sensaciones se repiten como si fuese la primera vez. La magia del cine ha logrado capturar al espectador en un viaje hacia un tiempo que ya quedará impreso para inspirar a nuevas generaciones.
El permitirse revivir esta obra remasterizada en sonido e imagen en formato IMAX es un regalo para la vida de todo fanático de esta icónica banda británica. Este documental, filmado entre 1971 y 1972, y dirigido por el cineasta Adrian Mabel, remite a la presentación privada de la banda en el anfiteatro de Pompeya, Italia, con algunas escenas de la preproducción realizada en París para el mítico álbum The Dark Side of the Moon (1973) y la curiosa sesión de Blues con el perro Nobs interpretando Mademoiselle Nobs. Steven Wilson (Porcupine Tree), músico inglés conocido en el gremio del Rock Progresivo actual, se ha encargado de remezclar el sonido, producto pensado para salir a la venta a partir de mayo de 2025 en Blu-ray, CD y vinilo, formatos en los que nunca se había reproducido este histórico momento de la música.
A nivel visual, esta producción permite apreciar detalles que antes pasaban desapercibidos, como esas cómplices miradas entre los músicos advirtiendo que algo nuevo pasaría, al igual que invita a admirar el aspecto vanguardista de sus inmersivos planos, los movimientos de cámara, la segmentación de la pantalla en varias partes y las acertadas decisiones al elegir el momento indicado, capturando la orgánica naturalidad de estos momentáneos lapsos de tiempo.
También se incluyen apartes cotidianos que brindan otra mirada acerca de lo que se veía venir a años de su separación, como por ejemplo, cuando el guitarrista David Gilmour aclara con cierta inocencia que las diferencias internas ya estaban superadas, a la vez que se vislumbra la personalidad egocéntrica de Waters al sugerir que otra banda con los mismos equipos que ellos utilizaron no darían resultados tan perfectos, algo en lo que no estaba tan equivocado después de todo.
La psicodelia no podía estar ausente y acá se presenta en forma de un orgasmo visual y sonoro a 4K logrando una novedosa mirada y hasta más, a pesar de que los fans se han devorado hasta la saciedad este documental… pero nunca a este nivel.
El setlist contiene más canciones que otras producciones que se lanzaron anteriormente, demostrando, de paso, que no se necesita de la más avanzada tecnología para crear música innovadora que comunique el verdadero sentido del arte al momento de transmitir sensaciones, además de demostrar el talento indiscutible de Nick Mason en la batería, Rick Wright en los teclados, David Gilmour en la guitarra y Roger Waters en el bajo, en donde cada intérprete desata virtuosismo a su modo, con violencia y sutileza en su interpretación. Ellos logran llegar a lo más profundo de nuestra psique teniendo como testigo las misteriosas ruinas de una antigua ciudad arrasada por el volcán Vesubio hace ya casi dos siglos, allí un frenesí de colores danzantes atrapa el tiempo en una burbuja, para luego liberarlo e invitarnos nuevamente a ese antiguo escenario y participar del ritual junto con esas miradas del pasado, permitiéndonos sentir y experimentar la belleza innegable de su música.