Ausencia de pasión y exceso de arrogancia

Por: Chepe

Estuvimos en el partido a puerta cerrada entre Nacional vs Patriotas. FOTO PULSO VERDE


Como dice Calamaro en una de sus letras, “me aplastó ver al gigante”. Yo, un empedernido y furibundo hincha de Nacional desde que mis padres me engendraron, no pude evitar el escozor cuando vi el Atanasio Girardot sin un hincha en sus gradas. Era una imagen triste, degradante y casi sepulcral.

En la cancha Nacional y Patriotas, equipo visitante, entonaban himnos a siluetas imaginarias, voces perdidas en la inmensidad de un escenario cerrado por la estupidez de unos cuantos.

La piel se me contrajo. Un rápido escalofrío recorrió fulminantemente mi cuerpo desde el cerebro hasta los pies. El gigante en el que he dejado bocanadas desgarradas de aliento y la transpiración de mi sudor lució como una fea obra que evoca el desplazamiento forzado.

No hubo voces, no hubo algarabía, no hubo el éxtasis multiplicado de un gol. Tampoco el sonido de bombos y el golpeteo una y otra vez de los gritos contra el aire. No hubo pasión, no hubo fervor, no hubo fiesta. Todo fue pálido, frío y decepcionante.

Me hizo falta don Juan, el señor que partido tras partido resopla y lanza al aire las órdenes desde la tribuna como si fuera el más avanzado de los estrategas del fútbol. Me hizo falta el palpitar de cientos de corazones movidos por la pasión que es Nacional. Me hizo falta ver caras, camisetas y ver fútbol.

La soledad me arropó. Sentí un frío y un continuo sentimiento de nostalgia. Al fútbol lo hace la gente, los colores y sus imágenes pintorescas. Sentí rabia contra aquellos que tomaron el fútbol como fanáticos (entusiasmados ciegamente por algo, según la RAE). El fútbol es pasión para vivir, no pasión para dejar de vivir. Sentí un Atanasio sin alma. Un Atanasio triste.

De la cancha no pude extraer mucho para compensar el desasosiego por estar sólo ante la mirada incrédula de unos cuantos policías. Nacional descargó contra mí un mazazo queriendo multiplicar la nostalgia ya vivida por la falta de público en la tribuna.

En la cancha los 11 contratistas intentaban a su ritmo lucir comprometidos, pero que mal les quedó la intención. Fallaron en el intento. El control de egos y el pensar sólo en el fútbol como negocio acabaron con las bondades del mejor espectáculo del mundo.

Ante Patriotas, el show de los goles no compensó la tristeza. Aumentó el malestar. Con el respeto que merecen los de Boyacá, no habría porque pensar en un partido emocionante ante la mejor nómina de Colombia. En el papel todo sería parte natural de un triunfo fácil. No fue así.

Nacional fue arrogante en palabras del técnico Juan Carlos Osorio. Fue prepotente y carente de profesionalismo. Inconstancia y desgano que sigue alejando gente de las tribunas.

Fue una tarde poco agradable. Ni seis goles sirvieron para sopesar el dolor de la soledad ni los errores en la cancha. Fue un día para dejarse aplastar por la inmensidad de un gigante como el Atanasio y de la incertidumbre. Esperemos tomen vuelo de nuevo las esperanzas.

NOTA: Desde cuando los “empleados” de una institución como Nacional y encargados de facilitar el trabajo de los periodistas tienen la facultad de empujar y no permitir el libre trabajo de los medios de comunicación? También hay ausencia ahí de profesionales.

2 comments

  1. Jaime Betancurt Vila   •  

    Como seguidor del Nacional me hago esta simple pregunta Será capaz el profesor Osorio de corregir esta error permanente del equipo?.

  2. juan suarez   •  

    nacional tiene jugadores,NO TIENE TECNICO,invito a una reflexion seria en ese asunto

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