¡Movete, verde movete!

Por @jofesos

FOTO EL COLOMBIANO.

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Al final del 2009, cuando Pep Guardiola, en cabeza del Barcelona, denominado por algunos como el mejor equipo de todos los tiempos, ganó los seis títulos posibles en esa temporada, calificó de “insoportable” la actitud de un sector de la hinchada que, tras ese año espectacular y una seguidilla casi inigualable -e insuperable-, tuviera poca memoria y siguiera exigiendo títulos de manera insaciable, como si ese grupo no hubiera hecho lo necesario para inmortalizarse.

Fue una simple reflexión que hizo entre su grupo más cercano de colaboradores. Quizá de esa pequeña anécdota se puedan hacer muchos análisis sin importar el color de la camiseta, el país y casi que el deporte. Lo vamos a poner en un contexto cercano como abrebocas de una discusión que seguro recorre a esta hora muchas oficinas, universidades y pasillos de cualquier parte donde haya un hincha de Nacional.

No es necesario traer a colación los dos años que han pasado desde la consecución del bicampeonato de la Copa Libertadores, tampoco los hombres que ya se fueron, unos con toda la gloria por delante, otros con penas y un grupito más sin siquiera haber tenido la intención de decir “lo intenté”.

A nuestro modo de ver, la anécdota de Pep Guardiola cabe en el contexto. No precisamente para juzgar a la hinchada, que de entrada, si va al estadio, paga la boleta o se abona y asiste religiosamente, tiene derecho a la crítica con mayor sustento que otros que solo están detrás de un computador.

A la institución hay que reconocerle todo lo que nos ha dado en 71 años de historia. Y solo para nombrar los dos títulos de Copa Libertadores 1989-2016, los 16 en la liga local y triunfos aquí, allá y más lejos que cerca. Todo eso hay que valorarlo, digerirlo, disfrutarlo y tenerlo en una repisa como el recuerdo más entrañable. Hay otros que no tienen ni la esperanza de alcanzar lo más básico.

Lo que no se puede negociar son las ganas de hacer más. Y esto incluye desde arriba, los dueños, hacia abajo como una pirámide. No tenemos por qué conocer cómo se trabaja adentro, somos hinchas y hablamos como tal. Fácil es que salga alguien de la interna y descalifique lo que acá se dice y lo contradiga. Si para nosotros es fácil comentar lo que vemos, fácil es para ellos también controvertir.

El proceso que se vivió finalizado ese exitoso 2016 pasó a ser un empalme trastabillado que ha dejado dos presidentes descabezados, igual número de técnicos y una lista de “perezosos” que vistieron la “sagrada verde”, sin dejar a un lado que muchos de los “libertadores” salieron en no muy buenos términos. En palmarés hay que decir que llevamos dos años, después de la Copa, en un proceso de transición con un título logrado por el DT, Reinaldo Rueda, en la Liga Águila y la Copa Águila ante Junior. Pare de contar

Dejemos el espejo retrovisor y vamos a la actualidad. Algo pasa en la interna, Alexis Henríquez, bastión del equipo, no jugó en Argentina ante Atlético Tucumán “supuestamente” por un cuadro viral. Es decir: ¿viajó enfermo o se enfermó allá? Luego no entró en la convocatoria ante Millonarios. Se comenta extra micrófono de algunas diferencias internas, que las puede haber, entre cuerpo técnico y algunos jugadores. Pero desde adentro se niega. Si es así, entonces dejemos el caso del capitán en “decisión técnica”.

Vámonos a un plano más numerico y que soporte lo que estoy hablando. En el último mes, Nacional ha jugado cinco partidos, cuatro por Liga Águila y uno de Copa Libertadores. El resumen habla de una victoria, dos derrotas y dos empates con un saldo de cuatro goles a favor y cinco en contra. De 15 puntos posible se han hecho cinco.

Así las cosas, cada quien valora a su modo las cifras. Son números fríos, exactos y sin mucha emotividad que cada hincha los pondrá en un contexto para calificar lo que llevamos al día de hoy. Si bien somos líderes de la reclasificación con 54 puntos, cinco por encima del Medellín, la situación tiene que mejorar mucho en el equipo para recuperar los puntos malogrados en casa y sostenerse en la tabla de todo el año.

Lo que más preocupa es el cómo. La esperanza con la llegada del argentino Jorge Almirón era que con poco hiciera mucho. Y digo esto porque si en Lanús hizo lo que hizo sin una nómina voyante, se esperaba que en Nacional, lo mínimo fuera mantener el buen juego y por qué no, mantener una seguidilla de títulos nacionales.

Ni lo uno ni lo otro. La revolución se quedó a media máquina. La incorporación de los argentinos que llegaron con él se quedó en veremos. Marcelo Delgado se fue sin que mucha gente se diera cuenta y los tres que quedan están en un periodo de prueba eterna. No han podido despuntar, como el mismo DT, que se quedó en el camino en la Superliga y la Liga, en la que tuvo la oportunidad de salir campeón.

Tácticamente Nacional está crudo, no se puede esconder la realidad. Hay jugadores que parecen no tener claras sus funciones y otros que lucen a chispazos. Parece raro que lleguen nuevas incorporaciones, porque debieron ser aprobados por el estratega, y tras un par de partidos sean la opción para ir a la tribuna o ni siquiera entren en las convocatorias.

Es fácil leer a Nacional así, ¿verdad? Pero qué difícil es entenderlo. ¿Será exagerado lo que estamos diciendo? Ante Millonarios, el estadio gritó al final del partido pidiendo “huevos para salir campeón”, exigiendo mayor entrega y mejor disposición de algunos jugadores. También claridad desde los directivos, que demuestran con sus acciones, que entramos en recesión y al DT que aclare ese montón de puntos negros que son evidentes y que solo atina a evadir en las ruedas de prensa.

Entendemos que él proteja su equipo, pero el hincha también protege su sentimiento, su bolsillo y su criterio. Claridad, más claridad o las nubes negras se empezarán a posar sobre el Atanasio Girardot. No es un llamado a la desgracia, aclaro.

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