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Una semana completa estuvo en duda la consulta abierta del Partido Liberal (PL) para escoger candidato presidencial el próximo 19 de noviembre. El Ministerio de Hacienda no disponía de los 85.000 millones de pesos que pidió la Registraduría para realizar esta jornada.
Incluso, al interior del partido, ya se estaban estudiando otros caminos, como una consulta interna, una convención, o aplazarla hasta el 13 de marzo del próximo año y aprovechar el montaje de las elecciones de Congreso.
No obstante, ayer, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, logró que el registrador nacional, Juan Carlos Galindo, le pasara un presupuesto menor, acordado en 40.000 mil millones, para no dejar hundir la consulta liberal y no dejar el precedente de que la falta de plata podría obstruir un mecanismo democrático.
Esa reducción de más del 50 % del costo no es gratuita. Galindo afirmó que ahora la consulta valdrá menos porque el presidente del Partido Liberal, el exmandatario César Gaviria, aceptó la reducción de 11.001 puestos de votación. Solo se habilitarán 4.382.
No habrá 30.000 mesas de votación como estaba previsto, sino que ahora serán 10.000. Galindo agregó que no habrá mesas en las zonas rurales. Solo se podrá votar en áreas urbanas. Se eliminaron herramientas que se utilizan en las elecciones ordinarias, como la biometría, el aplicativo de información a los votantes y el preconteo.
¿Qué dicen precandidatos?
El exministro y precandidato Juan Fernando Cristo le dijo a EL COLOMBIANO que prefería la consulta en marzo, pero que acogía la decisión para preservar la unidad del partido.
Sobre la instrucción de no instalar mesas en zonas rurales, reconoció que afecta el derecho al voto de esas comunidades, pero que, ante la difícil situación fiscal, era necesario el ahorro y la austeridad. Agregó que el dinero no puede ser impedimento para la democracia.
Al respecto, Humberto de la Calle le precisó a este diario que celebra los avances que la Registraduría pueda concretar para reducir los elevados costos de la consulta, pero que si existe consenso entre los precandidatos, no descarta conversaciones sobre otros mecanismos.
El senador Juan Manuel Galán, quién decidió no participar en la consulta de noviembre, afirmó que es inaudito pensar que ahora 40.000 millones es un monto aceptable para los contribuyentes “en una consulta de egos”.
“Mi propuesta desde mayo del año pasado es la misma: hacer la consulta en marzo, el día de las parlamentarias, para garantizar una participación masiva y ahorrar costos”.
La decisión de excluir las veredas para la consulta liberal implica también menos potencial electoral. Teniendo como base las elecciones del plebiscito, el 13% de los electores están inscritos en el campo, esto implica excluir, a cifras de hoy, a 4’663.977 de personas aptas.
Según David Suárez, docente de Derecho Constitucional de la U. Eafit, esta disposición discrimina y sigue siendo un gasto inoficioso y costoso para un ejercicio al que no acudirán más de 1,5 millones de personas. “Si se hace consulta debe ser para todo el país, si no podría ser una violación a la participación política”.
En contraposición, Nicolás Liendo, vicedecano de la Escuela de Política de la U. Sergio Arboleda, manifestó que una democracia de calidad cuesta dinero. Añadió que se deben analizar mecanismos más obligatorios para las consultas, como en Uruguay o Argentina, donde todos los partidos hacen sus primarias el mismo día.
Para Yann Basset, director del Observatorio de Procesos Electorales de la U. del Rosario, no es lo ideal excluir a un sector, pero es razonable que el PL haga ese esfuerzo. “Contrario a las elecciones ordinarias, en la consultas sólo votan gente que tiene un compromiso político”.
Ahora, como el Congreso nacional liberal autorizó alianzas futuras, es posible que quien resulte elegido el próximo mes no llegue a primera vuelta y adhiera a otro candidato de coalición. En ese caso, ¿quién respondería?.
Politólogo de la Universidad Nacional, Periodista de la Universidad de Antioquia y maestrando en Gobierno de la Universidad de Medellín. Tratar de entender e interpretar el poder, un reto.