La promesa de territorios desminados duró poco en Briceño. Las disidencias del frente 36 de las Farc al mando de Ricardo Abel Ayala, alias Cabuyo, afectan el esfuerzo que se hizo en ese municipio poco antes de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc.
Briceño, en el Norte de Antioquia, había sido el piloto nacional de desminado en el posconflicto, logrando recuperar casi toda la vereda Orejón de esas trampas mortales, pero ahora se han vuelto a encontrar minas antipersonal.
En la vereda El Hoyo los habitantes tienen miedo, saben que ese grupo armado instaló artefactos explosivos en sus territorios en respuesta al aumento de tropas y de operaciones militares que se desarrollan desde la Cuarta Brigada del Ejército, como afirman desde esta institución. El problema, dicen, es que estas minas están instaladas muy cerca de sus caminos, de sus viviendas y hasta de la escuela en la que estudian sus hijos.
“Además de caminar con cuidado no hay nada más que podamos hacer”, señaló un habitante que pidió la reserva de su identidad.
El general Juvenal Díaz, comandante de la Cuarta Brigada, explicó que el viernes pasado en el sector conocido como la Y de los Guayabos, en la vereda El Roblal, encontraron dos artefactos explosivos, uno con buena capacidad de hacer daño, ya que era tipo cantina con cables que permitían su detonación a control remoto o a mediana distancia, ubicado sobre la vía y a solo 50 metros de varias viviendas.
“Si se hubiera detonado el daño habría sido irremediable”, se aventuró el general, y el otro de capacidad menor.
Y es que según sus cifras, desde marzo se han ubicado nueve minas antipersonal según él instaladas por el grupo de “Cabuyo” en Briceño, una de ellas mató al soldado profesional Danis Yoel Peralta Coronado, el pasado 14 de abril, cuando patrullaba en el corregimiento de Pueblo Nuevo.
Peralta era el primer hombre de la unidad que se desplazaba por la vía, como siempre, los militares andan con cierta distancia entre ellos, y por el camino encontró un palo de regular tamaño en un lindero y pensó que podía servirle para llevarlo a la patrulla movil y así sostener la carpa en la que dormía, contó uno de sus compañeros.
El palo de madera era un poco más delgado que el resto de la cerca que dividía dos potreros, Peralta lo desenterró y de inmediato voló, el explosivo que estaba enterrado sostenido por el tronco detonó y murió de inmediato. El soldado llevaba más de 10 años entregados a la institución y tenía 32 años de edad.
Los esfuerzos perdidos
El informe de avance del programa de sustitución voluntaria de cultivos da cuenta de que hay nuevamente presencia de minas antipersonal en las veredas Orejón, Altos de Chirí y Buenavista, justamente en las que se dio la intervención entre el Gobierno y las Farc entre 2015 y 2016.
Allí se logró el despeje de 19.489 metros cuadrados, en los que se destruyeron 46 artefactos explosivos.
Un líder de la vereda Orejón, quien celebró el desminado en ese momento, lamenta la situación actual. “La gente no puede volver a salir a las montañas, todo lo que estaba desminado ya no se puede volver a andar”.
Los rumores en el campo corren rápido. Dicen que algunos de los hombres armados avisaron que minaron y, como conclusión nadie sale, se mueven únicamente por la vía principal, y a su propia suerte.
Las minas, lo de siempre
“Los grupos armados organizados donde delinquen colocan artefactos explosivos improvisados como una forma de evitar que el Ejército les llegue, pero también como una forma de atentar contra la población civil: les cierran los caminos a nuestros campesinos, le cierran el pastoreo y todas las actividades agrícolas”, contó el general Juan Carlos Ramírez, comandante de la Séptima División del Ejército.
Por eso, continuó el oficial, “en todas las operaciones militares se hace un desminado militar dentro de la operación, a través de unos grupos con capacidades diferenciales”.
El problema es que la misma presencia de la Fuerza Pública hace que los grupos armados infrinjan todas las normas de la guerra y para defenderse instalen explosivos improvisados, en un círculo vicioso de nunca acabar.
De hecho, según un reporte de la Cuarta Brigada, durante este año en Briceño se han incautado 2,17 kilos de explosivos, 44 detonadores eléctricos, 46 detonadores aneléctricos, y cinco metros de cordón detonante así como jeringas y urea.
La presión es fuerte: en los últimos días la Brigada reportó la captura de 14 presuntos integrantes del grupo de “Cabuyo”, que quedaron a disposición de las autoridades judiciales.