Las universidades locales llevan años de ensayar y poner en práctica modelos colaborativos, locales, nacionales e internacionales, que les permitan solucionar los problemas de la sociedad de manera más rápida por medio del conocimiento. El que cada institución haya entendido que cuando se junta con otra u otras puede ser mejor, evidencia una articulación sólida que enseña resultados de diversa índole.
A lo anterior obedece, por ejemplo, que los rectores de ocho universidades antioqueñas estén planeando viajar a Estados Unidos en septiembre para conocer y aprender experiencias sobre modelos de innovación que les permitirán actualizar, compartir y buscar nuevos aliados en los procesos de investigación locales.
La importancia de esta excursión no radica solo en los objetivos planteados, sino en que ya desde hace un par de décadas estas instituciones hacen sinergias para compartir conocimiento, por medio de la red local conocida como el G8 —a este pertenecen: la Universidad de Antioquia, la Universidad Nacional, la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad Eafit, la Universidad CES, la Universidad de Medellín, la Universidad Lasallista y Universidad EIA—.
Además de que los rectores son fieles a las reuniones programadas para revisar las apuestas, retos y estrategias planeadas, una de las prácticas que mejor le ha salido a la alianza es la integración de las bibliotecas institucionales, que funcionan como si fuera una sola; pues los estudiantes y profesores acceden a todos los servicios virtuales y presenciales de cada una de las ocho universidades. “También se realizan proyectos conjuntos, enlaces con instituciones de otros países, se buscan recursos financieros con proyectos de cooperación internacional, artículos conjuntos”, destaca el jefe de Asuntos Globales de la Universidad CES, Juan Jaime Arroyave Restrepo.
Juntos es mejor
El G8 es un buen ejemplo de cómo la academia ha entendido que es necesario trabajar en red con el fin de concretar acciones que ayuden a mejorar el mundo.
Otras instituciones de educación superior que están en el área metropolitana también se han articulado. Un caso concreto es lo logrado por el Pascual Bravo, el ITM y el Colegio Mayor. Gracias a su cercanía, han logrado compartir infraestructura, como laboratorios; y juntar sus grupos de investigación para desarrollar la primera patente de invención que se gesta en estas. “Para las instituciones es fundamental generar esas redes académicas, redes científicas y dejar de lado los egos y los celos que existen en muchos escenarios, porque finalmente cuando se empieza a trabajar de manera articulada con otros actores los resultados son mucho más impactantes», destaca Juan Pablo Gaviria, rector del Pascual Bravo.
Las capacidades que genera la articulación en beneficio de las comunidades también son destacadas por por el vicerrector de Extensión de la U de A, Pedro Amariles Muñoz. «Generalmente este tipo de alianzas también permiten presentar y gestionar proyectos a convocatorias que, cuando se hacen en forma conjunta, aumentan la posibilidad de lograr los resultados que se buscan desde el punto de vista institucional». Los representantes de la academia señalan que cada vez hay menos barreras para juntarse con instituciones que están en diferentes geografías, gracias a que el trabajar juntos se volvió un proceso natural entre los actores de la academia local.
El trabajo articulado para generar conocimiento por parte de las universidades ha fortalecido los ecosistemas del emprendimiento y la innovación, que se traduce en la creación de iniciativas como el Comité Universidad Empresa Estado, que junta estos actores para promover la transferencia de conocimiento y la identificación de necesidades reales del sector empresarial; Ruta N, que promueve la cultura de la innovación; y el Centro para la Cuarta Revolución Industrial.