La mesa de negociación con el ELN parece haber superado la “crisis” por la que se vieron obligados a sostener una reunión de “emergencia” en Caracas, Venezuela, pero continúa con un pendiente clave en este punto de las conversaciones: el cese al fuego bilateral.
Tras finalizar ese “micro-ciclo” que había citado el Gobierno para calmar las tensiones, el senador Iván Cepeda -experto en temas de paz y negociador del Gobierno- detalló que los diálogos giraron en torno a “buscar soluciones y correctivos” y en “habilitar todo para seguir adelante de manera muy eficaz y pronta”.
Pero, más allá de superar los “desencuentros”, como los ha llamado el jefe negociador del Gobierno, Otty Patiño, los resultados de ese diálogo en Caracas enviaron un mensaje claro de que la guerrilla no está dispuesta a ceder a las presiones de la Casa de Nariño.
Pese a que durante toda esa semana previa al encuentro el presidente Gustavo Petro y sus alfiles -como el presidente del Congreso, Roy Barreras, y el ministro del Interior, Alfonso Prada- presionaron con que el cese bilateral era “un pedido urgente de las comunidades” y con que el ELN debía elegir “entre los caminos de Pablo Escobar y los de Camilo Torres”, la guerrilla concluyó el encuentro sin pactar el cese al fuego que tanto buscaba el Gobierno.
Así las cosas, el objetivo del Ejército de Liberación Nacional parece ser mostrar un amplio descontento con ese inicial cese al fuego que decretó Petro el 31 de diciembre sin consultarlos y demostrar que ellos no se pueden “meter en el mismo costal” que grupos narcoparamilitares como el Clan del Golfo y las Autodefensas de la Sierra Nevada de Santa Marta, dos grupos con los que el Gobierno actualmente sostiene un cese al fuego bilateral.
Aún con esas tensiones, al interior de la mesa de negociación “todo avanzó con calma y con un aparente interés de solucionar todos los problemas y preparar el terreno para México”, como dijo uno de los negociadores.
De hecho, sobre la mesa quedó pactado –de manera informal– que uno de los primeros temas a tratar en el segundo ciclo de conversaciones serán las condiciones para ese cese al fuego. Allá mismo, también “habrá otros asuntos complementarios como los avances de la caravana humanitaria en Calima y en Bajo San Juan”, como detalló Cepeda.
En este punto, las negociaciones cuentan con una amplia ventaja, que es celebrar los diálogos en un país gobernado por la izquierda, y con una desventaja evidente que ha sido la dificultad para negociar con una guerrilla como el ELN, compleja desde sus orígenes religiosos y su militancia radical.
En efecto, los dos ciclos públicos que se han conocido durante el Gobierno Petro han tenido como sede el vecino país de Venezuela, en donde gobierna el izquierdista Nicolás Maduro, y México, un país que también sostiene afinidad política con Petro por la actual presidencia de Andrés Manuel López Obrador.
Respecto a la guerrilla, se sabe que es un grupo armado que ha intentado negociar en cinco ocasiones la paz y que en todas ellas ha fallado. La dificultad más grande, quizás, es que se trata de una estructura dogmática que funciona de manera vertical, pero desarticulada.
Mejor dicho: hay un jefe, pero no todos los subgrupos obedecen a ojos cerrados a ese líder, un punto que era menos complejo con la extinta guerrilla de las Farc, por ejemplo.
Y ese es un reto que tienen claro los negociadores del Gobierno, por lo que han intentado que cualquier decisión que tome la mesa pueda ser escalado a las demás estructuras del Comando Central del ELN para verificar que haya un consenso.
En todo caso, la conclusión más fuerte de ese micro-ciclo parece ser la de “cuidar las comunicaciones”, en un claro llamado de atención a Petro, y la de que “cualquier acuerdo se pacta y se cumple de manera bilateral”, con lo que quedó la impresión de que sí fue el Gobierno el que se equivocó en este primer tropiezo de las negociaciones