Un día “inapropiado” de novenas o que la sesión se alargó hasta tarde y que la votación cerró rápido hacen parte del catálogo de excusas de los 55 senadores ausentes en la votación del proyecto de acto legislativo que pretendía reducir las vacaciones de los congresistas de cuatro a tres meses.
Todo sucedió en la tarde del jueves, un 16 de diciembre en el que –siguiendo la tradición– comenzaron las novenas de aguinaldos y, algo que ya es costumbre en un día hábil antes del fin del periodo legislativo, los togados estaban sesionando contra reloj.
Precisamente, ese día terminaba el periodo de sesiones en el Congreso y la iniciativa quedó para última hora, antes de las sesiones extras convocadas por el Ejecutivo y de su periodo de vacaciones que va hasta marzo de 2022.
Al final, las sillas vacías en la plenaria y los rostros ausentes en la reunión de zoom decantaron un polémico desenlace: cuando llegó el momento de votar no había quórum y la sesión se cayó.
La mayoría de los ausentes guardó silencio, hasta que en la mañana del viernes el representante a la Cámara por Bogotá y autor del proyecto, Gabriel Santos, publicó la lista de los 55 senadores que no estuvieron para la votación.
Las sillas vacías
Luis Fernando Velasco, del Partido Liberal, se excusó diciendo que salió a atender una entrevista y, al regresar, “fui enterado que levantaron la sesión antes de debatir y votar el proyecto”.
Carlos Meisel, del Centro Democrático, se justificó afirmando que había pedido que se adelantara la sesión, el mismo pretexto que utilizó Angélica Lozano, de la Alianza Verde, y algo similar expresó Antonio Sanguino: que la sesión la levantaron muy pronto.
Los ausentes fueron de todos los sectores políticos. Pablo Catatumbo, de Comunes, respondió con una carta firmada por la Secretaría del Senado con la que certificó que “en ningún momento” se ausentó de la plenaria, pero no aclaró el por qué no votó.
La polémica provocó hasta un jalón de orejas de Álvaro Uribe al Centro Democrático, expresando que su partido “quedó mal” por el hundimiento del proyecto. Santos, el representante a Bogotá por ese partido, afirmó que fue “un día fatal para la legitimidad del Congreso que demuestra que Colombia merece mejores congresistas”.
Historia de un fracaso
El proyecto había sido aprobado el 17 de noviembre en la Cámara de Representantes y desde entonces comenzó un trámite contra reloj en diciembre, en el Senado, donde su ponente fue Santiago Valencia también del Centro Democrático.
El miércoles 24 de noviembre fue radicado en la Comisión Primera del Senado y se aprobó el tres de diciembre. Desde entonces no volvió a la agenda. Casi dos semanas después, Valencia solicitó en plenaria que se incluyera antes del fin de la legislatura. Entonces, terminó en la sesión del 16 de diciembre, pero en el punto diez del orden del día
Ese día se presentó una proposición para que para adelantarla del punto diez al dos, mas no salió adelante. Entonces, el proyecto terminó como la última diligencia, cuando 55 de los 108 senadores no estaban para la votación o, por lo menos, no se manifestaron.
“Sorpresivamente, en la última votación, justamente cuando ya seguía nuestro proyecto, el quórum cae a 48 y se levanta la sesión”, relató Santiago Valencia.
El lapso durante el que sesiona el Congreso se ha ido quedando corto en relación con la agenda. Por eso, en 11 de las últimas 12 sesiones ordinarias los gobiernos convocaron a sesiones extras para terminar de tramitar los proyectos pendientes.
La actual no está exenta de ese antecedente: el Ejecutivo convocó a los congresistas a trabajar hasta el 23 de diciembre para sacar adelante los proyectos pendientes.
El proyecto de acto legislativo que se hundió en el Senado detallaba que “se ha vuelto costumbre registrar hacia el final de cada período de sesiones la aprobación de proyectos a último minuto, con escasa reflexión y discusión, sacrificando la deliberación por las circunstancias de trámite”.
La polémica de este cierre de periodo de sesiones deja una duda de fondo: ¿el Congreso es capaz de autorregualarse?