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“Sueño con una Colombia federal”: habla el exgobernador Juan Guillermo Zuluaga

El precandidato asegura que la coalición de exmandatarios locales le apuesta a la descentralización y la autonomía. Critica la gestión de Petro. Entrevista.

  • Zuluaga admitió que nació en Medellín, aunque se siente “un hombre orgullosamente llanero”. Asegura que “si Antioquia resiste, Colombia se salva”. FOTO Manuel Saldarriaga
    Zuluaga admitió que nació en Medellín, aunque se siente “un hombre orgullosamente llanero”. Asegura que “si Antioquia resiste, Colombia se salva”. FOTO Manuel Saldarriaga
31 de julio de 2025
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El exgobernador del Meta Juan Guillermo Zuluaga –cuya gestión estuvo marcada por la mano dura contra los grupos armados y la reivindicación del principio de autoridad–, busca llevar esa misma consiga a la Presidencia.

De la mano de otros cinco exmandatarios locales –Aníbal Gaviria (Antioquia), Héctor Olimpo Espinosa (Sucre), Juan Carlos Saldarriaga (Soacha), Juan Carlos Cárdenas (Bucaramanga) y Jaime Pumarejo (Barranquilla)–, Zuluaga integra un bloque que, además de seguridad, le apuesta a una causa mayor: la descentralización y la autonomía territorial.

“Yo sueño con una Colombia federal”, asegura el exmandatario en diálogo con EL COLOMBIANO, desde donde le cierra las puertas a todo aquel que haya trabajado con el hoy presidente Gustavo Petro: “Por ganar la Presidencia no se pueden hacer alianzas hasta con el diablo”, dice. Reclama que el mandatario “se ha encargado de odiar a las regiones” y alerta que organizaciones como el ELN ya dejaron de ser guerrilleras y ahora son paramilitares.

¿Qué lo trae por Medellín?

Es el inicio de una gira nacional. Vamos a recoger firmas para escribir una candidatura presidencial en representación de las regiones de Colombia. Son más de 40 exmandatarios, exalcaldes de ciudades capitales y exgobernadores de Colombia a quienes nos ha unido un propósito: trabajar por temas de autonomía y descentralización.

El último tramo de nuestro gobierno fue con el inicio del presidente Petro y nunca habíamos sentido un presidente más centralista, que quiere mangonear tanto con el poder y que no atiende a las autoridades locales.

Ese viejo anhelo de que la Constitución del 91 se cumpla y que las autoridades locales tengan realmente poder de decidir sobre el futuro de las regiones cogió más impulso con el presidente Petro.

¿Por qué con él? ¿sintieron una diferencia comparado con otros gobiernos?

El presidente Petro nunca nos atendió, nunca nos paró bolas, no lográbamos concertar con su equipo de gobierno, no pudimos tener una interlocución. El presidente Petro hace lo que él diga y se ha encargado de dividir al país, de odiar regiones, de no gustar de Antioquia, de no gustar de una parte del llano o no querer a Barranquilla, solo porque él gobierna para sus seguidores y con su ideología.

Además de usted, ¿qué otros mandatarios conforman este bloque de más de 40 exgobernantes?

El exgobernador Aníbal Gaviria; el exalcalde Jaime Pumarejo; el exgobernador de Sucre, Héctor Olimpo Olimpo, y los exalcaldes de Soacha, Juan Carlos Saldarriaga, y de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas. Los seis tenemos una delegación de todo el grupo de liderazgo de las regiones y los seis somos precandidatos.

¿Qué otros exmandatarios hay?

Exgobernadores del Eje Cafetero, del Huila, del Tolima o de La Guajira. La mayoría de los que fuimos compañeros en el periodo pasado. Somos 21 exgobernadores y 20 exalcaldes de ciudades capitales que decidimos unirnos.

Había un grupo que era ‘el poder de las regiones’ y otros ‘propósito Colombia’ y lo fusionamos, ahora somos ‘la fuerza de las regiones’. No queremos ser seis más para el sancocho nacional de candidaturas. Somos cinco menos porque en noviembre vamos a hacer un proceso mediante una encuesta para definir un candidato único de las regiones, porque no queremos que desde las élites políticas nos digan quién va a ser el candidato.

Por eso hemos decidido unir esfuerzos y luchar principalmente, no exclusivamente, por temas de autonomía y descentralización, porque además sentimos que hoy más que nunca el país necesita dirigentes que tengan capacidad y experiencia. Esto no puede ser para principiantes. Después de este huracán que ha pasado devastando las instituciones y afectando la democracia, se necesita tener toda la capacidad para reconstruir el Estado.

Durante su mandato tomó fuerza el tema de la descentralización y el llamado incluso por una Colombia federal en conmemoración de la Constitución de 1863, ¿qué tan federalistas son?

Eso fue exactamente en Rionegro Este sueño inició en Antioquia conmemorando un aniversario de la Constitución de Rionegro. Yo sueño con una Colombia federal, pero eso es un proceso. No podemos pensar que llegamos a la Presidencia y convertimos a Colombia en un Estado federal. Estos son escalones, tenemos que ir haciendo todo el curso. Hoy cualquier centímetro de poder que le quitemos al Gobierno Nacional, es muy importante.

Los ciudadanos no saben que el alcalde del municipio más chiquito de Antioquia tiene que ir a Bogotá a pedirle permiso al ministro de Educación para nombrar un profesor en una vereda. Todos los alcaldes y gobernadores de Colombia tienen que hacer un viacrucis todas las semanas a Bogotá para que alguien le abra la puerta de un Ministerio para ver si logra tramitar un proyecto.

Incluso con muchos recursos que son de los departamentos y municipios hay que ir a una ficha-cumple a Planeación Nacional, porque no solamente sufrimos que no le quieran mandar recursos a los departamentos, sino que los propios recursos de los departamentos los congelan en el nivel central.

El centralismo que tenemos nos ahoga, nos asfixia y nosotros queremos luchar. ¿Por qué quiero ser presidente? Para quitarle poder al presidencialismo, no para acabar con el presidente, sino para quitarle poder al presidente. Todos los presidentes de Colombia recorren el país hablando de descentralización y autonomía, pero cuando llegan a la Casa de Nariño se sientan en su escritorio y lo primero que dicen es ‘yo, por qué voy a ser tan pendejo de entregar el poder’. Lo que queremos es entregar ese poder a las regiones. Y aquí hay un buen ejemplo en Antioquia.

El gobernador Andrés Julián Rendón propuso un proyecto de referéndum de autonomía fiscal en el que me comprometí y recorrí el país buscando firmas. Eso implica que los recursos que se generan en las regiones se queden en las regiones.

¿En qué quedó ese referendo?

Está radicado en el Congreso de la República. Aspiramos que en esta nueva legislatura le den trámite en la Comisión Primera. Recogimos 3’200.000 firmas liderados por Antioquia en todo el país. El clamor de las regiones es no más centralismo, no nos ahoguen y esto incluye a Bogotá, porque la capital también sufre los rigores del centralismo.

A Bogotá el presidente se le quiere meter en las decisiones del metro o en temas de ordenamiento territorial. Pero la autonomía tiene que ser real, no un chiste, eso está en la Constitución.

Hoy de cada $100 que se recaudan, $80 se quedan en el nivel central y $20 le mandan a las entidades territoriales. Parte de esos $80 son para funciones esenciales del Estado y en temas de seguridad nacional y demás, pero es que tenemos un Estado gordo y bonachón, además derrochón, que crea embajadas en Haití, o que crea el Ministerio de la Igualdad.

Por ello, estamos proponiendo recortar el Estado, ¿por qué el Invías hace placa huellas en Tibirití? Allá hay alcalde y en Antioquia hay gobernador que puede hacer placa, huella, no tiene que ser el Invías. ¿Por qué el DPS hace plazas de mercado en La Guajira? Allá hay autoridades. En vez de estar duplicando funciones, gastándose la plata en funcionamiento, esos recursos deben dedicarse a las regiones para que solucionen sus problemas. Por todo ello, a este grupo de mandatarios nos ha unido ese propósito, pero no es el exclusivo. Hay problemas de grueso calibre, como los temas de seguridad.

Usted gobernó un departamento como Meta, complicado en materia de orden público. ¿Qué balance hace de la paz total? ¿Cómo mejoraría la seguridad en algún eventual gobierno de alguno de ustedes?

La paz total es una política perversa que solamente ha servido para empoderar a los criminales. Muchas de esas organizaciones criminales no nacieron en el Gobierno de Gustavo Petro, pero en tres años sí se han fortalecido como nunca.

¿Cuál fue el panorama en Meta?

Se lo voy a decir como lo veo, pero como también lo ve la Defensoría del Pueblo, que no es candidata presidencial. Iván Mordisco era un lava perros, un mandadero de las antiguas Farc y hoy es un comandante al que la paz total le dio estatus político y lo nombró Estado Mayor Central. Lo volvió negociador, lo volvió gestor de paz, le dio camionetas blindadas, lo paseó pavoneándose por todo el país, le levantó orden de captura y le regaló cese al fuego. Están viviendo en el paraíso los delincuentes.

Es que Iván Mordisco actuaba solamente en el sur del Meta. Creo que fui el primer colombiano que le advirtió al presidente Petro quién era ese sujeto, que no lo sentara en una mesa de negociación.

¿Qué le dijo el presidente?

Yo le dije: ‘presidente, no se vaya a meter los dedos a la boca de Iván Mordisco, que es un asesino sanguinario que está en el negocio de narcotráfico. No le crea sus intenciones de paz porque no las tiene. Él tiene una industria criminal’. Sin embargo, hicieron oídos sordos en el Gobierno Nacional.

Yo pedí incluso que si quería me nombrara negociador del Gobierno para tener una posición fuerte, porque lo conozco, lo hemos enfrentado en Meta y hoy ese sujeto, que estaba en el sur del Meta, en Guaviare y Caquetá, ya está en el 50% del territorio nacional.

Apenas en Jamundí, a 20 minutos de Cali, tiene oficina y tiene en jaque al Valle del Cauca. Incluso, acaba de anunciar como una noticia muy importante que está abriendo un nuevo frente criminal para dominar el suroccidente del país en el Cauca. Además, lo anuncia con toda la desfachatez, porque todo ese corredor del Cauca y Nariño, que se ha convertido en un corredor de narcotráfico, Iván Mordisco en estos tres años lo ha fortalecido.

Pero lo mismo ha pasado con Calarcá, que era un segundo a bordo de Iván Mordisco y ahora el Gobierno lo ha hecho gestor de paz y comandante. También surge la Nueva Marquetalia con Iván Márquez.

¿Calarcá era el segundo de Iván Mordisco o de Gentil Duarte?

Iván Mordisco era el segundo de Gentil Duarte y Calarcá era el segundo Iván Mordisco. Y en estos tres años ahora se han vuelto grandes comandantes y en camionetas blindadas con armamento sofisticado. Es evidente que se han fortalecido, como también Los Comandos de Frontera, los Pachenca, la Nueva Marquetalia, el ELN o Los Costeños, centenares de organizaciones criminales.

Incluso la Defensoría del Pueblo dijo que 764 municipios en Colombia tienen presencia de estructuras criminales y que hay poblaciones que tienen entre cuatro y cinco estructuras criminales.

El presidente dijo en su discurso de instalación del Congreso que había alrededor de 600 municipios que no tenían estructuras armadas y que estaban en paz. ¿Dan las cifras?

El presidente dijo muchas mentiras. Las cifras no corresponden. Al presidente eso es lo que le gusta: hablar y decir cosas, y hablar del amor cuántico, de galaxias y del cosmos. Pero no se aterriza en la realidad. Hoy el país está en manos de la criminalidad.

Incluso, el Tren de Aragua tiene tomadas localidades de Bogotá. La guerra ya no es en Mapiripán ni en Los Montes de María, es en las ciudades donde matan gente por robarle un celular o una bicicleta, y todas esas bandas delincuenciales que están en Medellín o Barranquilla trabajan con una chapa de una organización grande.

Ya no son raponeros de poca monta, ahora están respaldados por estructuras cuyos líderes ya están sacando de las cárceles para subirlos a tarima, como el caso deshonroso y vergonzoso que sentimos como un agravio no solamente para Antioquia y para Medellín, sino para el país.

Para eso ha servido la política de paz total y si esto sigue como va, el país se nos va a desbordar y se nos va a salir de las manos. Es un monstruo de 1.000 cabezas y en el Meta ya conocimos eso.

¿Cuál sería entonces la propuesta de los exmandatarios frente a esa problemática?

Lo primero es el empoderamiento de nuestras Fuerzas Militares y de Policía, porque es real y cierto que el 50 % del presupuesto se lo quitaron. Por eso tenemos unas Fuerzas con una moral baja, porque además a las Fuerzas Militares no las podemos agraviar ordenando que salgan a saludarnos. El saludo y el respeto se gana.

Se refiere usted al episodio en Antioquia...

Me refiero concretamente al episodio Antioquia o a los episodios en Bogotá, cuando hay una formación de nuestros militares y los dejan parados entre cuatro y cinco horas. O cuando le ordenan a la Fuerza Pública en Antioquia que salga a saludar a su presidente, ‘les ordeno que me saluden’. Eso no puede pasarle a unas Fuerzas Militares.

Aquí los tenemos que volver a empoderar. Entender que la Fuerza Pública no se puede arrodillar. Cuando uno le regala el cese al fuego a las organizaciones criminales, es poner como carne de cañón a los soldados y a los policías, porque eso significa que nuestra fuerza legítima no ataque. Pero los bandidos sí los ataquen.

Por eso es que van tantos policías y soldados muertos en este Gobierno. Por eso es que ahora con drones los están atacando. Lo que proponemos es restablecer el principio de autoridad, porque en este país todo el mundo está haciendo lo que le da la gana, principalmente todas esas organizaciones delincuenciales.

Yo sí quiero buscar la paz, pero no arrodillando al Estado. No a costa de tantos muertos, no promoviendo la extorsión. No se puede olvidar que volvió el secuestro a Colombia. En el Meta estábamos libre de minas antipersona y ahora en Colombia volvieron las minas antipersona. Hoy hay escuelas de formación de grupos criminales con menores de edad, o sea, reclutamiento, y nadie lo está denunciando porque las familias tienen miedo. Volvieron los horrores de hace 25 años y eso tenemos que pararlo porque si no el país no tiene futuro.

¿En su Presidencia no habría ningún diálogo de paz?

Con el que tenga una voluntad real de hablar de paz, porque ninguno de los que están tiene voluntad real. Yo como presidente no me voy a dejar meter otra vez los dedos en la boca. Llevan más de 60 años los del ELN, todos los presidentes de Colombia los han sentado en una mesa y siguen tomando ron y fumando tabaco en La Habana.

Ya son un poco de viejos cacrecos que se envejecieron haciéndole daño al país. No tienen voluntad de paz. Incluso el ELN le dijo hace unos días al presidente –ese que les ruega que se sienten en la mesa– que estaba loco y que necesitaba un psiquiatra, que ellos no iban ni a entregar las armas ni se iban a desmovilizar.

¿Qué tengo que hablar con el que me manda a decir eso? Lo que hay es que es atacarlo de manera contundente, pero con respeto a los Derechos Humanos y haciendo uso legítimo de la fuerza del Estado. Pero no podemos dejarlos seguir creciendo porque es que volvimos a unas épocas muy dolorosas y así no tiene futuro el país.

La mayoría de los ganaderos y los agricultores en Colombia están extorsionados, pero no los grandes. Le estoy hablando de los que sacan la cantina de leche, la carga de yuca, la carga de plátano o los kilos de queso. Todos tienen que pagar vacuna y algunos pagan vacuna doble.

Y esto aplica en todo el país: son las droguerías y las tiendas. Esto es un cáncer que en este Gobierno está haciendo metástasis. Eso hay que someterlo urgente a tratamiento.

Usted conoce bien cómo se organizan las disidencias de las Farc, ¿cree la hipótesis de que fue la Nueva Marquetalia la autora intelectual del atentado contra Miguel Uribe?

Tengo mis dudas frente a eso. Hay que dejar que sea la autoridad competente la que haga la investigación y aspiramos que lo hagan rápido. Ellos han llegado y han capturado gente, pero esos son los chiquitos, tenemos que llegar a la cabeza.

Hay un poder más grande que la misma Nueva Marquetalia y tiene que ver con las disidencias de las Farc también: los que quieren desestabilizar el país, hacerle daño a la democracia, confundir y atemorizar. Seguramente nos quieren mandar un mensaje para que nos callemos, para que no hablemos duro.

Es que hoy está Miguel Uribe luchando contra la vida y la muerte en un hospital. Pero podría ser yo o podría ser cualquier otro. Y si esto sigue como está, van a querer hacerlo con más. El país no se puede ni dejar intimidar ni arrodillar. Rogamos y rezamos para que Miguel salga adelante y que gane esta batalla. Pero detrás de esto hay una organización más poderosa.

¿Cómo es esa organización?

Dentro de las mismas disidencias.

Las Farc cometían atentados territoriales y contra dirigentes, pero no trataban de llegar hasta el corazón del Estado para hacer este tipo de atentados. ¿Cree que las disidencias ahora migraron allá como grupos narcotraficantes?

Sin lugar a dudas. Y además está pasando. El mejor ejemplo, que no se puede descartar, es el mismo ELN. Ya no son una organización criminal guerrillera en Colombia, es una organización paramilitar en Venezuela que trabaja de la mano con el régimen.

Lo del Catatumbo no es una cosa de generación espontánea y un tema de abandono del Estado. No, hay un propósito de desestabilizar el país desde la tiranía vecina y complaciente con una organización paramilitar como ese ELN que tanto daño le está haciendo al país y que ha crecido como está creciendo.

¿Cuáles son otros ejes de las propuestas de un eventual gobierno de los exmandatarios locales?

El país necesita mandar señales de reactivación económica y generación de empleo, porque así como hay que dar una lucha sin tregua, de frente y con firmeza contra las estructuras criminales, también hay que dar otra batalla muy dura, que es luchar contra la pobreza y contra la desigualdad.

A mí no me gusta que nos rotulen, ¿por qué la extrema derecha es la que defiende la seguridad? ¿o la extrema izquierda defiende las clases más necesitadas? De ninguna manera. Esa es una bandera y es un propósito que los demócratas tenemos que atacar por igual. Queremos apuntarle a que la vocación natural de Colombia, que es el sector agropecuario, se vuelva una bandera, una política de Estado para el país.

Mire el modelo brasilero. Recientemente con un grupo de empresarios del sector agropecuario, fuimos a conocer en Mato Grosso (Brasil) lo que están haciendo y que podríamos replicar en la altillanura colombiana. La vocación natural de los colombianos es el sector agropecuario, que es un gran jalonador del PIB y es el mayor generador de empleo en Colombia. Y no estoy hablando solamente de campesinos.

Aquí hay agricultura de precisión y lo digo porque esto es generar empleo para todas las disciplinas laborales, porque a veces la gente cree que apuntarle al campo no tiene nada que ver con las ciudades. Yo tengo una frase que aplica: si al campo le va bien, a la ciudad le va bien.

Así como vivimos de las flores y del café, también hay otros renglones de nuestra economía que le pueden dar muchos dividendos al país y esa es una de nuestras propuestas.

Pero también una de nuestras propuestas es que el Estado pueda invertir los recursos. ¿Por qué frenamos la construcción si es un gran dinamizador de la economía y un gran generador de empleo? ¿Por qué acabamos con los subsidios de vivienda, negándole la posibilidad a la gente? Eso tiene un efecto rebote en generación de empleo. Por ello, apuntamos a reactivar la inversión pública, los recursos del Estado irrigados en el país para generar empleo.

Y otro, no menos importante, dejar de declararle la guerra a los empresarios del país. Con ellos hay que trabajar de la mano. El Estado no puede generar los puestos de trabajo que el país necesita, los vamos a crear con los empresarios, con los comerciantes y con los emprendedores, generándoles condiciones, reduciendo impuestos y atajando tramitología. Pero esto no es aplicándoles más cargas tributarias.

Tenemos un Estado que tiene mucha tributación. Hay que reducirla y hay que reducir trámites, pero que eso se vea reflejado en mejores condiciones para la clase obrera y la clase trabajadora, que yo también defiendo.

¿Cómo va a ser el método de selección para escoger al candidato de los mandatarios locales?

Hay demasiados candidatos en el país, no sé si eso habla bien o mal de nuestra democracia, pero es lo que hay. Algunos de esos precandidatos están cañando, otros están tratando de figurar para ser gobernadores, alcaldes o quieren que los llamen para ser cabeza de lista al Congreso.

Eso en política es válido, pero no en este momento que estamos viviendo tan delicado, porque hoy el país aguanta cuatro años, ocho no. Tenemos que generar procesos de unión, que se pongan serios quienes tienen un un propósito nacional de verdad.

Por ello, lo que estamos diciendo es que no somos seis más, sino cinco menos. Vamos a definir uno en noviembre mediante un mecanismo de encuesta. Hoy está el país primero, no pueden existir vanidades y egos de clase política o dirigentes. Es el país lo que está en riesgo.

¿Qué viene después?

Una vez ganemos esa consulta, que aspiro a ser yo el ganador si Dios lo permite, lo primero que hacemos es una segunda convocatoria: ¿Qué otro candidato quiere que hagamos un proceso de selección y le preguntemos a los colombianos vía consulta interpartidista o lo que propongan? Pero la idea es que a la primera vuelta lleguemos unidos.

¿Unidos alrededor de qué?

De una causa: la primera, enfrentar al petrismo e impedir que se reelija en Colombia. Pero yo no me siento con nadie que haya trabajado con el Gobierno del presidente Petro. Lo vamos a enfrentar en democracia.

Es decir, ni Mauricio Lizcano, ni Luis Gilberto Murillo...

Ninguno que haya trabajado en el Gobierno del presidente Petro. Ni ellos ni nadie que tenga que ver con el petrismo.

¿Pensarían en una Vicky Dávila, en un Sergio Fajardo o Claudia López? ¿O tampoco?

No le cerramos las puertas a nadie. Lo único que decimos es que no tengan nada que ver con el petrismo y que se comprometan con las causas nuestras, con la descentralización y autonomía. Pero oigo a muchos candidatos que representan el centralismo en su máximo rigor, los que nos han ahogado a las regiones durante toda la vida.

¿Sí se podrán unir alrededor de esas causas? Ya descartó como a siete candidatos...

Pero es que estaríamos renunciando a un propósito nacional. Y claro que es posible. Ya tenemos 40 liderazgos departamentales sentados en una mesa y hay seis preseleccionados. ¿Cuál organización o movimiento político en Colombia ya definió un camino? Todos hablan de unidad y nadie hace unidad. Nosotros ya nos unimos, estamos en la etapa de proponer y de estructurar el camino para el país. Es posible.

Lo que pasa es que por ganar la Presidencia uno no puede hacer alianzas hasta con el diablo. Yo renuncio a eso, para eso estoy en la actividad política, para defender lo que pienso. Pero si voy a aliarme con quien ha afectado toda la vida a las regiones de Colombia con políticas centralistas, no lo voy a hacer.

En suma, ¿cuántos votos pueden tener? No es matemáticamente directo, pero si pudieran sumar los votos que obtuvieron cuando fueron elegidos, ¿cuántos tendrían?

No hemos hecho el ejercicio. Hay una muy buena cantidad de votos, porque además yo creo que en ninguna otra candidatura hay una estructura tan sólida con votos. Aquí hay una estructura representada en votos y en capacidad electoral, pero ahora el reto es ganarnos el corazón de los ciudadanos y salir a las calles a contarle a la gente quiénes somos.

¿Van a hacer campaña juntos? Se ven como cada uno por su lado...

El 11 de agosto los seis inscribimos nuestras candidaturas con movimientos significativos de ciudadanos. Inmediatamente nos vamos a las calles a recoger firmas que son las que van a avalar nuestra candidatura, pero en noviembre solo hay uno. Ese uno tiene que tener las firmas que requiere para inscribir su candidatura a la Registraduría.

¿Cuando se recogen firmas sí se pueden unir?

Absolutamente o coaligar con otros sectores y organizaciones. Y me despido de esta entrevista con llevándome en la cabeza una frase que aplica para el país: que si Antioquia resiste, Colombia se salva y ese es el propósito de todos.

Lo veo más paisa que muchos paisas..

Le voy a contar una cosa y es la primera vez en mi vida que lo digo públicamente, porque soy un hombre orgullosamente llanero. Yo represento a los Llanos de Colombia, soy profundamente orgulloso de mi tierra, pero nací en Medellín.

Cuando yo tenía seis años, mi mamá, que nació en Medellín, se fue huyendo de un papá alcohólico y maltratador, y se fue a buscar el futuro sola con sus tres hijos y llegamos a los Llanos.

¿Y a qué parte en particular llegaron?

Llegamos inicialmente a San José del Guaviare, porque un paisa –que son tan andariegos, tan verracos y tan caminadores– se fue a tener una tienda y entonces mi mamá necesitaba esconderse en el último rincón porque yo había hecho muchos intentos de separarse y el borracho maltratador siempre la encontraba.

Entonces se fue al último rincón y estando muy chiquito nos fuimos. Tengo un enorme respeto por esta tierra. Yo digo que soy un llanero que nació en Medellín y lo digo con orgullo.

A mi mamá además le salió trabajo lavando ropas en el hospital de San José del Guaviare y después lavando los baños en el terminal de transporte en Villavicencio. Tuvimos una vida de muchas adversidades, pero de lucha y de trabajo. Crecimos con dificultades, pero crecimos bien, sin odios, sin resentimientos, con gratitud a la vida.

Esa es la oportunidad que yo quiero que tengan los colombianos. Tengo la sensibilidad suficiente para interpretar el país, que lo que está pasando ahora es al contrario, que le están metiendo cizaña la gente, resentimiento, odio, lucha de clases y eso no puede pasar.

La vida hay que verla con optimismo y las adversidades tenemos que superarlas. Debe ser que tengo espíritu paisa, de esa raza pujante, guapa y berraca. Entonces cada vez que vengo aquí se me cruzan los sentimientos, porque además tengo una admiración profunda por la tierra. Pero yo me siento el más llanero de los llaneros de la Nación.

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