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La Guajira, un departamento fallido: Jorge Enrique Vélez

El gobernador encargado de La Guajira deja el cargo el 6 de noviembre cuando los guajiros vuelvan a las urnas. Su balance es desalentador.

  • Jorge Enrique Vélez, gobernador (e) y superintendente de notariado, dijo que La Guajira requiere una intervención. FOTO colprensa
    Jorge Enrique Vélez, gobernador (e) y superintendente de notariado, dijo que La Guajira requiere una intervención. FOTO colprensa
27 de octubre de 2016
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Solo una intervención del Estado en La Guajira acabará con el desorden administrativo y con la corrupción en este departamento. Esta es una de las advertencias que hizo, Jorge Enrique Vélez, quien durante cerca de tres meses estuvo como gobernador de la península.

Vélez dejará la gobernación el 6 de noviembre, cuando los guajiros elijan a su nuevo gobernador y se va no solo en medio de serias amenazas contra su vida, sino después de que la Fiscalía imputara cargos a 41 personas por un posible detrimento patrimonial.

¿Cuál es su diagnóstico al estar cerca de tres meses al frente de La Guajira?

“Tengo un diagnóstico absolutamente grave, de incumplimiento de la ley, de incumplimiento en la contratación. Había un gran desorden en los archivos, lo que nos ha obligado a recomponer la historia de la contratación. Aquí hay una falta de responsabilidad de los funcionarios, nadie sabe por qué pasan las cosas”.

¿Y qué hizo?

“Organizar la casa. Siempre estuve acompañado de la Fiscalía, de la Contraloría y de la Procuraduría. Ese fue el éxito. Logramos articular los órganos de control con la gobernación. Entonces me puse al frente y lo primero que hice fue llamar al Archivo General de la Nación para que hiciéramos un diagnóstico porque sin documentación es muy difícil organizar. Vinieron expertos en finanzas para arreglar la contabilidad y la estructura financiera que tiene que tener un departamento. Lo único es que no pude contratar absolutamente nada porque no tuve la autorización de la Asamblea. Se estableció un nuevo manual de contratación, exigimos un manual de conciliación, estructuramos el manual de funciones de toda la gobernación. Empezamos a estructurar todo el plan de agua rural. Además, dejamos los lineamientos para que La Guajira sea el primer generador de energías alternativas en América y el segundo generador de energía en Colombia”.

En una gobernación tan desorganizada, ¿cómo se logra poner en orden en menos de tres meses?

“Dejé los principios de organización. Aunque en lo financiero sí puedo decir que la dejamos organizada, pero obviamente el resto es muy difícil. También quedó la mesa de cooperantes. Le cuento, este es un departamento al que viene demasiada gente ofreciendo ayuda, desde fundaciones hasta cantantes. Lo que se me ocurrió es que hay que hacer una mesa de cooperantes para saber cómo distribuir esa ayuda”.

¿Qué le quedó faltando?

“Mucho. Toda la reorganización interna. Aquí no hay un computador conectado a una red, pero no pude hacer nada ahí porque no podía contratar. No pude contratar la comida de los niños, no pude adelantar la concesión de vías”.

¿Y por qué no se contrató la comida de los niños?

“La Asamblea no me dio facultades para contratar”.

Y los niños se siguen muriendo...

“Mire, este es un tema que me deja muy preocupado porque esto se volvió una competencia. De las cosas que más me han dolido es que cada vez que se moría un niño parecía que los medios hacían fiesta. Ese día me llamaban todos los medios de comunicación y me decían: se murió el 63 y mañana el 64. La verdad es que eso me conmovía. Yo quiero explicar cuál es la razón de fondo de estas muertes y advertir que las soluciones no se darán a corto plazo: en La Guajira no llovió en cuatro años, cerca de 300.000 indígenas wayúu de Venezuela llegaron a Colombia. Además, la gran mayoría de los niños cuando llegaron a las clínicas era casi imposible salvarlos, ya que los wayúu, primero hacen sus rituales”.

Cuando usted dice que había fiesta, ¿a qué se refiere? ¿Una fiesta mediática?

“Sí. Una vez un periodista me llamó y me dijo que dos niños se están muriendo en la Alta Guajira. Yo le dije qué cómo se había enterado y me dijo que él los había visto. Eso me indignó y entonces le reclamé: ¿por qué no los trajo a un hospital?, ¿por qué no hizo nada?

Analistas han dicho que La Guajira es un departamento fallido, ¿usted cree?

“Sí, claro. Yo creo que el país tiene que replantear algunas cosas y que cuando los departamentos tengan una crisis de este tamaño, tiene que darse una intervención, así como cuando las empresas se quiebran. La figura de la intervención tiene que existir”.

¿Se necesita algo más que una persona para que la intervención sea efectiva?

“Sí. Yo era solo el gobernador”.

¿Qué sensación le dejó la Asamblea después de que le dijo loco?

“A mí eso no me preocupó. A mí lo que me inquieta es la irresponsabilidad que tuvieron con su propio departamento. Se centraron en una pelea con un gobernador que estaba de paso y se les olvidó pensar en su gente”.

¿Qué sigue en La Guajira?

“Espero que los sistemas se mantengan y que con un decreto nuevo no vayan a suspender los controles que establecimos”.

Lo más probable es que la política tradicional, siga al frente, ¿lo desanima?

“Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”.

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