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La Iglesia permanentemente debe relanzarse: monseñor Ricardo Tobón

El reto de la Iglesia es ser protagonista en tiempos de crisis. Balance de 150 años de la Arquidiócesis en la ciudad.

  • La Iglesia permanentemente debe relanzarse: monseñor Ricardo Tobón
21 de agosto de 2018
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Si una institución ha acompañado a la sociedad antioqueña en la celebración de sus gestas, glorias y grandes desarrollos, pero también como amiga fiel y aportando en la búsqueda de soluciones a sus crisis, periodos de violencia, tragedias humanas, naturales y otros males que la han afectado, ha sido la Arquidiócesis de Medellín, institución que conmemora 150 años de existencia.

Sobre los desafíos de los nuevos tiempos marcados por los desarrollos tecnológicos, el internet de las cosas, la crisis de valores y la familia, las múltiples expresiones de violencia e incluso el difícil momento de la Iglesia por comportamientos reprochables de algunos de sus miembros, EL COLOMBIANO entrevistó al arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón.

Hay sectores en la Iglesia que plantean hacer un alto en el camino y repensar la forma como se transmite el mensaje del evangelio, la salvación cristiana y la formación de sus sacerdotes. ¿Cuál es su punto de vista al respecto?

“La Iglesia, desde el Concilio Vaticano II, se está planteando el repensarse, resituarse en el mundo, adecuar su presencia y su misión a las características, condiciones y realidades de hoy. También en la Arquidiócesis de Medellín, en muchas ocasiones nos hemos dedicado a pensar en este desafío. Por supuesto, pienso igualmente que la Iglesia tiene que estar relanzándose constantemente. Si cambian los tiempos, las relaciones, las culturas, la Iglesia tiene que renovar su expresión, lenguaje y forma de acercarse a la persona, de tal manera que su mensaje siga siendo actual, que sea útil al mundo de hoy y que coopere en la realización de una civilización que tiene que basarse en valores esenciales como la verdad, la justicia, la libertad y la solidaridad”.

¿Cómo evangelizar en periodos de crisis como el actual, en el que la pérdida de valores, el respeto a la familia y la falta de sentido de identidad frente a la sociedad son graves?

“Un momento como el actual es una parte desafiante, pero de otra es también apasionante porque es un momento en el que cuando nace un nuevo mundo la Iglesia puede encarnar allí elementos fundamentales para una nueva sociedad. Pienso que uno de los temas esenciales para la Iglesia es la familia, esta como todas las instituciones ha entrado también en crisis, pero es la célula esencial de la sociedad. Si tenemos buenas familias tenemos una sociedad estable, justa, armoniosa. Si las familias fallan es imposible acompañar las nuevas generaciones sin este núcleo que llamamos hogar, ambiente natural donde la persona nace, aprende a amar, crece y se sitúa en el mundo (...) Muy importante para la Iglesia en este momento es también el aspecto de las comunicaciones y las nuevas tecnologías porque todos estos medios nuevos pueden ser nuevas voces que aportan elementos esenciales, razones para el sentido y la esperanza y propuestas de humanización para la sociedad”.

¿Cómo solventa sus necesidades la Iglesia en Medellín?

“La Arquidiócesis se sostiene por la providencia de Dios y la generosidad de sus fieles. No tiene grandes riquezas y cuenta cada día con lo que necesita a partir de las ofrendas de sus fieles”.

Hace 150 años la Iglesia Católica era la única referencia religiosa que tenía la población. ¿A qué se debe la proliferación de iglesias no católicas e incluso no cristianas?

“Hoy vemos en todos los aspectos de la vida un pluralismo. Cada persona es ella misma, cada grupo social tiene sus características y por eso también ha habido una proliferación de grupos religiosos, confesiones cristianas e iglesias no católicas. Esto ha existido a lo largo de la historia y se ha desarrollado, de un modo particular, en los últimos años en nuestra ciudad y Colombia. Son propuestas que se le ofrecen a la gente y siempre habrá quien las acoja”.

¿Por qué se van algunas personas de la Iglesia Católica?

“Casi siempre porque no han tenido una buena formación cristiana, que les permita dar respuestas a sus inquietudes más profundas y vivir a plenitud el proyecto de Jesús y entonces se sienten invitados o seducidos por nuevos grupos para experimentar otras formas de vivir y otras propuestas religiosas”.

Hay una evidente crisis vocacional en el país. ¿Cuál es la situación en la Arquidiócesis de Medellín?

“El déficit de vocaciones se debe, en primer lugar, a la crisis de la familia. Si hoy las parejas no se quieren casar, si los esposos no quieren tener hijos, hay menos población de la que podamos tener jóvenes para invitarlos a la vida sacerdotal. De otra parte, la pluralidad de propuestas de que he hablado invita también a los jóvenes a muchas cosas. Sin embargo, en nuestra arquidiócesis tenemos un buen grupo de seminaristas, contamos con cuatro seminarios y en ellos hay una comunidad de seminaristas que hace su proceso de formación. Cada seminario tiene su propia índole y sus características para responder a circunstancias o posibilidades u orientación vocacional. Gracias a Dios en estas cuatro casas hay un grupo de seminaristas que se está preparando para la conducción de la iglesia en el futuro”.

¿Qué tan involucrada está la Arquidiócesis en el desarrollo del poscoflicto en la ciudad?

“La iglesia de Medellín es una comunidad humana, de hombres y mujeres, que hacen parte del conflicto, que viven en medio del conflicto y que lo sufren. No podemos separar la iglesia como los templos y los sacerdotes y luego la población. La iglesia ha vivido y sufrido en la ciudad toda esta situación de violencia que durante décadas nos ha atormentado. Institucionalmente la Iglesia ha querido acompañar aquellas zonas más desfavorecidas, hay que pensar que en todos los sectores y municipios que componen la Arquidiócesis de Medellín ha habido siempre una parroquia con su sacerdote, grupo de laicos y comunidades religiosas llevando el peso del tiempo y las circunstancias, ninguno ha corrido, todos han estado siempre firmes acompañando la gente. Hemos hecho los encuentros, talleres y experiencias que consideramos válidas para trabajar por la reconciliación, para bajarle el volumen a la agresividad, para invitar a grupos alzados en armas o grupos conflictivos en un sentido o el otro a que busquen los caminos, no de confrontación, sino de la justicia, la paz y la reconciliación. La Iglesia ha vivido como ninguna otra institución, todo lo que la ciudadanía y la ciudad ha pagado en todas estas décadas”.

Un episodio que le está haciendo mucho daño a la Iglesia son los abusos de sacerdotes contra menores. En esto usted ha sido vertical rechazando esos hechos. ¿Cómo es la situación en la Arquidiócesis de Medellín? ¿Está de acuerdo en que la justicia ordinaria se encargue de juzgar esas conductas?

“Esta es una situación que se presenta en distintas instituciones y ámbitos de la sociedad. Es una tristeza, un dolor muy grande que haya violaciones, maltratos, abusos de niños, niñas y adolescentes. Esto ocurre en el mundo escolar, sanitario, sobre todo en el mundo de la familia, pero donde menos debe existir es en la Iglesia y como he dicho tantas veces es una tristeza que haya algunos casos de abuso de menores dentro de la Iglesia. Siguiendo la orientación de los últimos papas y ahora del Papa Francisco, frente a estos casos estamos actuando con tolerancia cero. Es decir, cuando un sacerdote o una persona vinculada a la Iglesia abusa de un menor hacemos toda la investigación y se hace el procedimiento canónico que se debe hacer. Siempre le pedimos, siempre le pedimos (insiste) a quien denuncia que lleve esto ante las autoridades civiles competentes para que se haga también en el campo civil la debida justicia. Esto no significa que toda la Iglesia esté marcada por la pederastia, la Iglesia está formada por cantidad de sacerdotes buenos, de laicos santos, de familias rectas y honestas, de personas que están dedicadas a servirle a los demás. Infortunadamente se enfoca demasiado el problema y se maximiza hasta el punto de parecer que es lo único que hay que considerar. Es una situación grave, que no se puede tolerar, que estamos combatiendo, que no se encubre nunca, pero es preciso ver toda la dimensión y todo el servicio de la Iglesia”.

¿Qué tipo de investigaciones o denuncias ha recibido usted al respecto?

“Cuando se recibe una denuncia, una queja, hay una comisión en la Arquidiócesis que escucha a las personas, levanta las actas de las denuncias y como tenemos prescrito desde la Santa Sede se le envía el proceso allá desde donde recibimos todas las instrucciones sobre lo que debe hacerse”.

¿Cómo se resolvió el caso del padre Elías, que tanto afectó la imagen de la Arquidiócesis por su vinculación en casos de abuso a menores? ¿Recibió alguna sanción por parte del Vaticano?

“El padre Elías Lopera tiene tres demandas contra las personas que lo han acusado, eso está ante los tribunales del Estado y no ha habido un fallo, una sentencia al respecto, estamos esperando que se haga el debido proceso y que aparezca el fallo de los tribunales”.

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