Las calles, cada tanto, se convierten en el escenario que alberga las voces de ciudadanos que con camisetas, símbolos, banderas y letreros ponen a marchar sus ideas con el fin de hacerlas visibles y conseguir el apoyo social o institucional.
La protesta social es un derecho amparado en la Constitución en el artículo 37 según el cual “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar”. La ley ya lo plantea, en el Código de Policía se exponen las condiciones para hacer una marcha, entre ellas, que tenga un permiso de la administración.
A lo largo de la historia han sido diferentes las luchas que han movido a la gente y, en los último años, según Andrés Felipe Bernal, investigador de la Escuela de Política de la Universidad Sergio Arboleda, han estado acompañadas de una “polarización definida de posturas que se han delimitado, mucho más desde el Plebiscito, frente a temas como la paz o conflicto. Esto, junto a las redes sociales, exacerban las contraposiciones haciendo los consensos más difíciles.”, manifestó.
Es precisamente este fenómeno el que ha provocado lo que algunos investigadores, como el profesor Jorge Iván Cuervo de la Universidad Externado, denominan “contramarchas” en las que “unos actores promueven una movilización para un propósito y, desde la otra orilla, dicen “entonces vamos y hagamos otra con otro discurso”. Ahí es donde se dan las confrontaciones verbales o incluso físicas”, manifestó.