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“Yo sé que ustedes creen que nosotros no somos buenos, que no podemos”. Un estudiante chocoano le decía estas palabras al coordinador de formación académica de la Universidad Icesi, Bladimir Agudelo, mientras caminaban entre los estantes de la primera feria universitaria del Pacífico colombiano. La escena transcurría el lunes pasado en el municipio de Quibdó, donde 15 instituciones de educación superior (entre ellas Eafit, Los Andes y El Rosario) dieron a conocer sus planes de estudio.
Agudelo le dijo al estudiante que entendía su percepción, que al fin y al cabo no se podía negar el abandono estatal que ha existido en esta región del país. No obstante, lo alentó para que se inscribiera en alguna de las carreras. “El hecho de que estén universidades tan prestigiosas aquí es porque creemos en el Pacífico”, dijo. Poco a poco los estantes se fueron llenando. Algunos estudiantes, al consultar los precios de las carreras, salían del recinto.
“Quisiera ser alcalde o administrador de empresas, pero me tocaría irme para Medellín o Bogotá. Se necesita mucha plata para alcanzar ese mejor futuro”, comentaba Francisco José Caycedo, un estudiante de décimo grado. Detrás de él había anuncios publicitarios con el eslogan “Educa Pazcífico”, un programa que busca que estudiantes como Francisco puedan mejorar sus habilidades académicas y acceder a programas de educación superior.
No es una tarea fácil. La cobertura neta de educación en Chocó, según la Gobernación, es de 12 %, frente a 41 % en el país. Es decir, de cada 100 niños, en el departamento solo 12 están estudiando. “¿Dónde están los demás? ¿Qué están haciendo?”, se preguntó en su momento Paula Moreno, presidenta de la Corporación Manos Visibles, entidad que está al frente del programa “Educa Pazcífico”, en el que participa la Agencia Española de Cooperación y el Banco BBVA.
El proyecto comenzó cinco meses atrás con la capacitación de 140 docentes en aprendizaje activo. Tumaco, Buenaventura y Quibdó fueron los municipios piloto. Los resultados parciales son esperanzadores: 840 estudiantes beneficiados, 14 colegios que han mejorado sus currículos en matemáticas y lenguaje y cerca de 300 alumnos que han definido su proyecto de vida. Por ahora, las áreas que han reforzado son las más críticas. En Quibdó, por ejemplo, el 39 % de los estudiantes de noveno grado no alcanzan un nivel mínimo de lectura crítica. Frente a las matemáticas, “el 97 % de la población estudiantil presenta niveles deficientes”, señala Manos Visibles.
En el transcurso de estos meses se han aplicado dos simulacros de las Pruebas Saber a 603 estudiantes de grado once, algo que no se hacía antes. Para la definición del proyecto de vida de 300 jóvenes, la organización ha vinculado a 24 orientadores escolares. También gestionó la primera feria universitaria del Pacífico. En un acto protocolario con autoridades de Chocó se revelaron algunas cifras: en Quibdó, el índice de analfabetismo alcanza el 24 %, frente a 8,4 %, que es el promedio nacional. El puntaje promedio de Quibdó en las Pruebas Saber es de 230 puntos; en el país de 250 puntos. Además, mientras Bogotá aporta 1.801 estudiantes al programa Ser Pilo Paga, Chocó solo ha logrado vincular a 20 jóvenes.
De acuerdo con Bladimir Agudelo, después de los cinco meses de intervención lograron que el índice de lectura crítica mejorara en un 24 %, mientras que el de matemáticas subió en 7,9 %. “Es muy emotivo tener estos resultados. Acá hay jóvenes que pasan 12 o 13 años de su vida en un aula de clase y terminan en la misma esquina con el que no estudió”.
El programa llega en momentos difíciles para Chocó, después de que el Ministerio de Educación comprobara irregularidades en el manejo de recursos de planes esenciales como el de alimentación escolar (PAE), designó a José Camilo Córdoba como administrador temporal de la Secretaría de Educación de Chocó: “tenemos una meta de incluir a 12.000 estudiantes en la Jornada Única y de mejorar índices de calidad. En básica primaria subió de 4,0 a 4,15, pero en secundaria bajó de 3,9 a 3,85. Tenemos que mirar qué está fallando y buscar nuevos incentivos”.
Los cambios en la educación del Pacífico pueden tomar tiempo, en parte por la dificultad de acceder a los territorios. Luis Alfonso Escobar, gerente del plan Todos Somos Pazcífico, cuenta que “el Estado ha planteado por más de 40 años una línea educativa que ha venido modernizando. Sin embargo, la velocidad a la que va el Estado no es la misma a la que se transforma la educación en zonas como el Pacífico, que es disperso, tiene modelos distintos y niveles altos de deserción”.
Según el secretario de Educación de Chocó, los niveles más altos se presentan en noveno grado. A esa edad, muchos estudiantes prefieren convertirse en trabajadores: “Hace poco un rector me contó que un estudiante de ese curso le dijo: ‘me voy, porque con una semana de trabajo en la mina me gano lo que usted se gana en un mes’”.
Reportero. Creo, como Rainer Werner Fassbinder , que “ lo que no podemos cambiar, debemos al menos describirlo”.