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“Hemos recibido 5,5 millones de tutelas en 25 años”: María Victoria Calle

María Victoria Calle, presidenta de la Corte C., dijo que los problemas no son culpa de la Constitución.

  • La magistrada María Victoria Calle estará mañana en Rionegro en la celebración de los 25 años de la Constitución. También asistirá el presidente Juan Manuel Santos. FOTO colprensa
    La magistrada María Victoria Calle estará mañana en Rionegro en la celebración de los 25 años de la Constitución. También asistirá el presidente Juan Manuel Santos. FOTO colprensa
03 de julio de 2016
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Las decisiones que toma la Corte Constitucional, órgano que sustituyó a la Corte Suprema en el control constitucional, en la Carta de 1991, orientan a los 6.000 jueces que tiene Colombia.

De manera discrecional la Corte ha seleccionado y respondido 17.606 tutelas, que representan los casos más emblemáticos para unificar jurisprudencia. Su presidenta, la magistrada María Victoria Calle, le contó a EL COLOMBIANO cómo han salvaguardado la Constitución.

¿Cuál ha sido el principal aporte de la Corte Constitucional en estos 25 años, a la la luz de la Constitución?

“La Corte ha tomado decisiones para proteger a las personas en sus derechos, y para hacer valer los límites constitucionales que tiene el poder público. Además de eso, uno de los mejores aportes de la Corte Constitucional ha sido la construcción de un discurso constitucional, especialmente de derechos fundamentales, capaz de llegar a todo el universo de colombianos con una reivindicación justa. La gente se ha apropiado del lenguaje de los derechos, al punto que es normal que personas con grados básicos de instrucción hablen del libre desarrollo de la personalidad, de su dignidad humana, de la salud como un derecho”.

¿Por qué la Corte ha permitido tantas reformas a la Constitución si su deber es salvaguardarla?

“Porque la propia Constitución autoriza el cambio de sus cláusulas, y por tanto respetar la Constitución significa admitir que el cambio sea posible, pero dentro de los límites fijados por ella”.

¿Sigue siendo la Carta Política un documento para ángeles?

“Los ángeles no necesitan gobierno. Si una Constitución le da orden a una forma de gobierno, como lo hace la de 1991, entonces pues puede tener sus problemas, limitantes e imperfecciones, pero es un documento para seres humanos. En esto tengo presente una hermosa frase de Hamilton y Madison, quienes dijeron alguna vez: ‘¿Qué es el gobierno sino el mayor de los reproches a la naturaleza humana? Si los hombres fuesen ángeles, el gobierno sería innecesario’. El gobierno regulado por la Constitución de 1991 está dotado de amplios poderes para alcanzar los compromisos constitucionales”.

¿Cuántas tutelas han llegado a la Corte en estos 25 años y a cuántas le han dado respuesta? ¿Hay abuso de ese mecanismo?

“A la Corte Constitucional ha llegado en estos 25 años un número aproximado de 5 millones y medio de procesos de tutela, de los cuales ha resuelto 17.606. La tutela ha sido un valioso instrumento para la protección de los derechos fundamentales de las personas, del cual infortunadamente algunas personas abusan. Por cierto que es difícil encontrar un buen invento humano que no envuelva el riesgo de abuso, o que no sea usado contra los fines bondadosos que persiguió en sus orígenes. Desde luego que la tutela puede necesitar ajustes, pues sus problemas no han de deberse únicamente a las personas sino también a la institución. Pero en general es una institución magnífica, que solo requeriría ajustes moderados”.

¿Cómo cree usted que transformó la Constitución de 1991 a la sociedad colombiana?

“La Constitución de 1991 tiene un potencial transformador inmenso. Hasta ahora, sus logros han de medirse por sentar una nueva relación entre la ciudadanía y el poder público. Podríamos decir que antes el ejercicio del poder estaba centralizado en los representantes del pueblo y en la burocracia estatal, y que con el proceso constituyente se inició la democratización del poder mediante instrumentos como la acción de tutela, los concursos de méritos y el sistema de carrera, la acción de inconstitucionalidad, el derecho de petición, el derecho de reunión y manifestación, los mecanismos de participación ciudadana, la limitación a los estados de excepción, entre otros. La construcción de un orden pacífico, justo y participativo desde luego tarda tiempo, y es ante todo un proceso. Aún hay muchas promesas incumplidas de la Constitución, relacionadas con la paz, la democracia, la eliminación de la corrupción y el clientelismo”.

¿Resiste la Constitución la llegada de nuevas demandas políticas de grupos armados ilegales que negocian con el Estado?

“La Constitución es un pacto pluralista, mediante el cual se buscaba entre otras cosas la pacificación de la política, con principios muy amplios y abiertos al cambio de la realidad social. Trae también ciertos límites, que impiden adoptar cualquier clase de transformación política o institucional. Pero incluso estos límites pueden ser cambiados mediante procedimientos previstos en la propia Constitución”.

La Carta de 1991 tuvo origen en el anhelo nacional de paz... pero seguimos en conflicto. ¿Sería esta causa una vez más una justificación válida para convocar otra Constituyente?

“En una realidad tan compleja como la que vivimos, los diagnósticos que le atribuyen toda la responsabilidad del cambio a un aspecto me parecen simplistas. La Constitución tiene problemas, y sería conveniente introducir ajustes. Pero dudo de que esos ajustes, o incluso una nueva Constitución, sirvan de mucho si todo lo demás permanece igual. Existe algo además de los límites del constitucionalismo, que quizás tenga que ver con nuestras prácticas y costumbres, que mantiene vivo el fuego de la confrontación”.

¿Usted considera que en la escuela se está enseñando suficiente la Constitución?

“La instrucción cívica buscada por la Constitución no debe entenderse como una descarga de información sobre las nuevas generaciones, sino como una práctica para de introducirlas a una nueva forma de convivencia. Una educación que, por ejemplo, no se funde en la violencia física o psicológica, que estimule el desarrollo autónomo de la personalidad, que fomente la participación de los estudiantes en los asuntos comunes, que incentive prácticas solidarias, que dé ejemplo de un ejercicio respetuoso de la autoridad académica, es una educación que les infunde a los alumnos las ideas de dignidad, libertad, democracia, solidaridad y respeto por los demás, que están a la base de la Constitución”.

¿Qué no previeron los constituyentes que ahora es necesario implementar?

“Esa pregunta me pone en una posición muy difícil, pues mi función ordinaria consiste en defender la Constitución de 1991. Tengo desde luego ciertas críticas a la Constitución, relacionadas por ejemplo con el control constitucional, con ciertas funciones de los magistrados de las altas cortes, (las relativas a las atribuciones electorales que se les asignan), con ciertas funciones que han ido ejerciendo órganos de control. Pero en mi rol como magistrada de la Corte no me corresponde hacer observaciones sobre lo que está mal o lo que le hizo falta a la Carta”.

¿Sí es hoy la Constitución el faro e inspiración de todos los poderes públicos?

“Me gusta mucho el Preámbulo de la Declaración francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano cuando dice que las causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos es “la ignorancia, el olvido o el desprecio” de los derechos del hombre. La Constitución es un faro en medio de una sociedad en la cual se encuentran casos admirables de personas cuya inspiración son los valores de la Constitución, pero infortunadamente hay también otras personas que ignoran, olvidan o desprecian la importancia de los compromisos fundamentales que se dio la colectividad en la cual conviven. Ahí está, creo yo, parte de la causa de nuestra situación actual”.

17.606
tutelas ha contestado la Corte Constitucional en los últimos 25 años. Son la guía para los 6.000 jueces del país.
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