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Es tarea del nuevo gobernante de la ciudad imprimir en el ciudadano la concepción de cultura como hábito, costumbre y forma de vida que transforma el accionar social

Mayor oferta y adaptarse a las nuevas tecnologías, los retos del próximo alcalde.

  • Gabriel Mario Vélez Salazar - Laura Gallego Moscoso - Óscar Jairo González Hernández - Jorge Echavarría Carvajal - Hernán Darío Gil
    Gabriel Mario Vélez Salazar - Laura Gallego Moscoso - Óscar Jairo González Hernández - Jorge Echavarría Carvajal - Hernán Darío Gil
31 de julio de 2019
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La Feria de las Flores, los grafitis de la Comuna 13, los museos, los teatros, la música y los escenarios alternativos en los barrios populares, convierten a Medellín en una ciudad con amplia oferta cultural. Además, los artistas de talla internacional que se han forjado en los barrios de la ciudad representan la calidad cultural de la urbe.

De esta forma, para el informe de 2018 de Cultura, recreación y deporte presentado por Medellín Cómo Vamos, la cultura está estrechamente relacionada con la calidad de vida en la ciudad. En este sentido, los académicos consideran que los ciudadanos requieren una amplia oferta que garantice su recreación, disfrute y goce de oportunidades.

Así, las apuestas de la próxima Alcaldía tendrán que estar enfocadas en el objetivo de garantizar variedad, con más programas que le lleven al ciudadano valores de convivencia. También, el reto es capacitar a los artistas para que cuenten con las herramientas necesarias para crear industrias creativas ligadas a las nuevas tecnologías y finanzas.

La cultura ciudadana es un ejercicio de gestión pública que está orientado a fortalecer el quehacer del Estado, desde su funcionamiento interno y su relación con la sociedad civil, así lo advierte la encuesta de Cultura Ciudadana de 2017 de la Alcaldía.

Por ello, la administración municipal cuenta con la Subsecretaría de Cultura Ciudadana, que tiene la responsabilidad de “garantizar las condiciones para el ejercicio efectivo, progresivo y sostenible de los derechos a la cultura, así como fortalecer los campos culturales, artísticos y patrimoniales”.

El informe de Medellín Cómo Vamos señaló que, históricamente, la oferta cultural de la ciudad ha sido valorada positivamente. “Siete de cada diez y hasta nueve de cada diez ciudadanos han estado satisfechos con la oferta cultural en el periodo 2012-2018”, dijo el informe.

Por otra parte, con el avance tecnológico de la sociedad en los últimos años, los retos culturales han cambiado y el Gobierno deberá adaptarse. De esto, surgen nuevas propuestas como la bandera de Gobierno del presidente Iván Duque, la Economía Naranja, en donde el desafío se convierte en aprovechar tales avances con el talento de la creatividad artística

La actual administración cuenta con una amplia oferta de programas culturales, entre los cuales se destacan proyectos pedagógicos que buscan generar confianza en los demás, el cumplimiento de las normas, la convivencia con respeto y enseñar a valorar la diversidad. Por ello, los expertos le hacen sugerencias al próximo Alcalde de Medellín .

Trabajar en la paz, desde el arte, como resolución de conflictos


Gabriel Mario Vélez Salazar
Profesor de la Facultad de Artes de Antioquia


En Medellín hay varias tareas importantes. Cabe resaltar que, el proceso que hace la Alcaldía tiene una trayectoria valiosa que ha sido efectiva. De esta forma, no se tendría que partir de cero, sino que se debe recoger el camino de las anteriores administraciones, para producir adaptaciones lógicas que darán mejores resultados. En la ciudad, las expresiones populares y alternativas desde los barrios se convierten en opciones y oportunidades, por ejemplo, el baile y la música urbana, lideradas por colectivos, son el escenario para experimentar con nuevas tecnologías y plataformas. La Secretaría de Cultura ha sido productiva, sin embargo puede ser más provechosa. En los últimos años, las políticas públicas culturales se han dinamizado para impactar el ámbito social y la innovación, en ellas movilizó a los distintos colectivos, los de base, pero aprovechando esto, se debe interactuar y transversalizar los programas con las otras Secretarías –como la de educación, inclusión y mujer– para fortalecer los proyectos que tendrían mayor éxito. No obstante, sin desconocer el avance en la ciudad, una deuda histórica es trabajar en el tema de la paz, entre arte y la resolución de conflictos o reparación, esto sería una línea de acción que debe fortalecerse. Este foco hay que profundizarlo porque con ellos se puede hacer transformaciones sociales relevantes. Por último, los programas de emprendimiento cultural aún requieren identificar a la población base, al artista o productor cultural, ¿qué artistas son? ¿qué actividades hacen? y después de ello pensar cómo capacitar al creador para que maneje temas administrativos, tributarios y económicos, que son nichos donde naturalmente no se siente cómodo.

Ampliar y fortalecer las redes de formación artística


Laura Gallego Moscoso
Jefa del Centro de Análisis Político, Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas - Eafit


El próximo alcalde tiene tres retos para consolidar una agenda de ciudad en torno a la cultura. El primero es empezar con la implementación de la Política Pública de Cultura Ciudadana. Este es el instrumento en la materia que define alternativas y acciones programáticas para fortalecer e impulsar la convivencia en la diversidad, la participación ciudadana, la confianza, el cumplimiento y legalidad, y la sostenibilidad ambiental. Esta Política Pública será el instrumento que guíe la formulación del próximo Plan de Desarrollo buscando vincular los esfuerzos y recursos de la administración y de actores sociales y privados en torno a cómo consolidar una agenda de acciones e intervenciones que promuevan el reconocimiento y la transformación de hábitos, comportamientos cotidianos e imaginarios colectivos que vayan en contravía de la convivencia y la diversidad. El segundo reto es articular y direccionar de manera estratégica recursos y esfuerzos de la Secretaría de Cultura para fortalecer y apoyar la participación del sector cultural y artístico en torno a la Economía Naranja. La Secretaría como un articulador de capacidades, propuestas e iniciativas para la ciudad, así como un impulsor de esa conversación entre el sector, el Gobierno Nacional y actores privados que están trabajando en esta ruta. Tercero, uno de los principales desafíos será el ampliar y fortalecer las Redes de Formación Artística de Medellín, integrando e incrementando los recursos para ampliar las capacidades y la incidencia del modelo de acompañamiento a niños y jóvenes en contextos de violencia, con bajos indicadores de calidad educativa y asegurando presencia institucional a nivel microterritorial y en articulación con otras dimensiones de política como seguridad y educación.

Considerar la necesidad de fortalecer y fomentar la diferencia


Óscar Jairo González Hernández
Profesor de la Facultad de Comunicación – Universidad de Medellín


El próximo mandatario deberá determinar la estructuración de la Economía Naranja, cómo se desarrollará, qué participación provocará y desde qué perspectivas. Dichos cambios deben implementarse como una forma de inclusión, si es que tenemos que instalarnos dentro de los desarrollos de las propuestas económicas. No solamente deben fomentarse las Industrias Culturales, porque sí, sino porque tienen una fundamentación y una raíz en la formación, en la enseñanza y en la proyección cultural de los ciudadanos de manera democrática. Se debe considerar la necesidad de definir hacia dónde se orienta y cómo se fortalece y fomenta culturalmente la diferencia, para contrarrestar los actos de intolerancia, que comienzan a darse con mayor frecuencia. Es necesario propender por la construcción y estructuración de un Plan de Cultura para un período más amplio que el de su ciclo como Alcalde, en el que se indique su sostenibilidad y su expansión en relación con el presupuesto municipal, teniendo como propósito su establecimiento como política cultural. Este líder debe contar con una visión dimensionada de la ciudad, entendiendo que ciudadanos sin cultura, no son ciudadanos y ciudad sin cultura no es ciudad para los ciudadanos, todo esto amparado bajo la denominación que propone Hannah Arendt: “Ciudadanos del Mundo”. Es importante consolidar iniciativas como las Bibliotecas Públicas, la Fiesta del Libro, la Parada Juvenil de la Lectura y las convocatorias a Estímulos de Creación y Apoyo a las Artes desde la Secretaría de Cultura Ciudadana, tal como se viene ejecutando, pero con una mejoría notable en cada una de las estructuras de participación, propendiendo siempre por el desarrollo material y espiritual de los medellinences.

Los procesos culturales no coinciden con los mandatos


Jorge Echavarría Carvajal
Profesor asociado - Escuela de estudios filosóficos y culturales – Universidad Nacional


Las relaciones entre Estado y cultura no son un asunto resuelto: sus definiciones, supuestos, límites y metas han de ser revisados permanentemente, sin partir de ideas preconcebidas, idealizaciones ni de pretendidas identidades incambiables. La cultura se despliega en facetas creativas, ambientales, sociales, políticas, tecnocientíficas, mediáticas, cotidianas; alineadas o en contravía con tendencias y modas. Actuar allí es un reto que vale la pena correr. Ha de trazarse una línea clara entre nichos de confort y la inherente experimentación, reinvención y apropiación del campo cultural. Conforme a ello hay que evaluar qué debe apoyarse, desestimularse, revisarse, reformularse, concertarse, visibilizarse. Los procesos culturales no coinciden con los de los mandatos políticos, ni en tiempo ni en territorialidad: sus resultados e interacciones son imprevisibles, y tenerlo en cuenta permite pensar hacia el futuro y no sobredimensionar expectativas. Los estímulos “desde arriba” obran sobre un terreno ya conocido y obtienen resultados previsibles: cartografiar lo emergente para permitirle cobrar vuelo es reconocer nuestro mundo. El ADN de una cultura situada histórica y espacialmente es la guía más certera: los datos de esta cartografía están allí, visibles, en el quehacer de actores e iniciativas de todo tipo, pero no siempre detectables. Los caprichos de cada administración quedan como testigos de su despilfarro: no son reconocidos ni apropiados por las comunidades. Del mismo modo, ignorar los aciertos de administraciones pasadas para sepultarlos es otra forma de derroche inadmisible. La inversión cultural duradera se hace en la ciudadanía, no en un despliegue para los ojos de los turistas. La inversión en la cultura sin monitoreo ni evaluación de impactos es puro ejercicio electorero.

La cultura debe ser un proyecto transversal de ciudad


Hernán Darío Gil
Docente Centro de Humanidades - UPB


Ante todo, debemos entender lo que significa realmente la cultura. Es tarea del nuevo gobernante de la ciudad imprimir en el ciudadano la concepción de cultura como hábito, costumbre y forma de vida que transforma el accionar social en medio de la ciudad. Debe entenderse en los nuevos programas de gobierno que la cultura permite introyectar lo que realmente somos y lo que nos hace humanos. Salir de la concepción de que la cultura son sólo las manifestaciones de carácter artístico, musical y folclórico. Poder comprender que la cultura es la vida misma del ciudadano, permitirá al nuevo gobernante que pueda articular el gobierno a la vida trascendente de los ciudadanos. La cultura debe ser un proyecto transversal que logre llevar a los individuos a entenderse desde su historia, su economía, su política, su geografía, entre otros. Esta es la tarea del holismo cultural que rebasa el simple accionar de actividades desarticuladas a la cultura. Entender la cultura como un eje articulador del desarrollo entre las acciones conjuntas y complementarias en la comunidad, los entes administrativos y el territorio mismo. La problemática del conflicto y la superación de él en la sociedad del posconflicto y del posacuerdo. Deben visibilizar la cultura que comprende los derechos y en deberes como un re-conocimiento del otro en un espacio simbolizado y connotado como la ciudad. Entendida así la cultura, la inversión debe hacerse en transversalidad de secretarias de gobierno en un énfasis de identidad ciudadana. Una identidad que transforma la ciudad construida en una ciudad vivida. Desde la cultura trabajar realmente la concepción de comunidad sin necesidad de fragmentar el concepto de cultura. Una ciudad comunitaria reconoce al otro y vive con él la cotidianidad y lo extraordinario de la ciudad.

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