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Marelén Castillo, académica caleña de 53 años, habla en contra de la polarización y se autodenomina como una mujer “colombiana de a pie”, que piensa que la política es neutral y que la educación es el motor para el desarrollo personal y de país. Hasta hace cuatro meses era una desconocida para muchos, cuando el aspirante presidencial Rodolfo Hernández la anunció como su fórmula a la Vicepresidencia.
Es una mujer “de pueblo” —como también le gusta decirse—, que creció en el barrio La Base de la Comuna 8, en Cali. Su papá era funcionario y su mamá una afrocolombiana modista. Con ella, sumaron cinco hermanas que sus papás criaron como católicas.
Castillo es devota de la Virgen de Guadalupe y da gracias a Dios por todo lo que ha logrado. Se formó en un ambiente religioso que moldeó sus valores, con los que piensa mantenerse fiel en una eventual Vicepresidencia.
Su vida de joven fue de pocas comodidades, aunque no le faltó nada. Por eso insiste en hablar de todas las oportunidades que ha tenido y, si ganaran las elecciones, le gustaría que más colombianos pudieran decir lo mismo.
Con todo, esquiva el discurso sobre minorías, evita agitar los ánimos con sus palabras y no habla de las desigualdades raciales ni de género del país. Como mujer afro siente que a ella y a otros se les han abierto muchas puertas en cargos importantes, como la que está atravesando en este momento.
Castillo, quien tiene un pie en la Vicepresidencia —algunos sondeos ya ponen a Hernández por encima de Gustavo Petro— piensa que su designación en esa fórmula es una muestra más del posicionamiento de la mujer en todos los ámbitos, incluyendo lo político, lo económico y lo educativo.
“Me parece fundamental que las mujeres que tomamos decisiones por nuestro futuro, que nos hemos formado, que hemos tenido hoy la oportunidad para contribuir al país, somos líderes y ahora tenemos la oportunidad de ser fórmulas vicepresidenciales y hemos asumido ese reto, y ese compromiso por el desarrollo y la transformación del país”, le dijo Castillo a EL COLOMBIANO en febrero.
Su talante político es diverso, como ella, pues no está afiliada a ningún partido tradicional y se muestra convencida de dialogar —sin compromisos— con todos los sectores, pues considera que la fortaleza de un gobierno suyo y de Hernández es poder demostrar que desde la Casa de Nariño se puede conducir el país sin estar atados. Algo que, no obstante, es un reto complejo, pues la gobernabilidad depende de la negociación.
Además, tiene uno de los perfiles académicos más robustos entre los candidatos y sus fórmulas vicepresidenciales que participaron en las elecciones del 29 de mayo: es licenciada en Biología y Química, ingeniera industrial, maestra en Administración y Gestión de Empresas, y doctora en Educación con énfasis en Liderazgo Organización-Educación y gestión Administrativa.
Aunque es una mujer de muy bajo perfil, le gusta la rumba y bailar salsa —como le contó a Semana—, honrando su origen caleño. Contrario a su fórmula Rodolfo Hernández, es mesurada y discreta, se mueve poco en las redes sociales y no apela al humor como él para cautivar votantes.
Para Castillo, son un buen complemento. Ella se destaca por su hoja de vida profesional que comenzó como profesora en el Colegio Nuestra Señora del Pilar, hasta llevarla a la decanatura de la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium, y a la vicerrectoría de la Universidad Minuto de Dios. Como dijo a Noticias RCN, él “es experiencia, el emprendedor, hoy empresario”, mientras ella es quien trae la academia y la educación, sus grandes fortalezas.
Habla con propiedad y cariño sobre su fórmula, pero hace cuatro meses no lo conocía. Llegó al cargo de la forma más inusual. Hernández abrió una convocatoria para seleccionar a su ‘vice’ —después de la declinación de Paola Ochoa— y a un conocido suyo le pareció que Castillo era la persona idónea para el cargo. Los requisitos que pedía la campaña eran que fuera mujer, del Pacífico, no política y de la academia. Cumplía con todos estos aspectos y más.
“Me llamó mi amigo y me dice ‘¿tú conoces al ingeniero Rodolfo Hernández?’ Y yo ¡ah!, el viejito de Bucaramanga, claro que lo conozco”, recordó entre risas en una entrevista con Noticias Caracol. Después de eso, recibió la llamada del ingeniero, quien le ofreció este rol en su campaña.
Desde una eventual vicepresidencia espera servirle a la ciudadanía, pero no le gustaría representar a ningún partido, inclinación o movimiento, porque jamás ha militado en ninguna colectividad ni tiene pensado hacerlo.
“Como no pertenezco a ningún partido, es una oportunidad de transformación para el país, una oportunidad diferente”, le dijo a este diario, cuando todavía no sabía que estaría tan cerca de ser la vicepresidenta de Colombia.
A pesar de que el petrismo ha querido vender la idea de que la dupla Hernández-Castillo es el “plan C del uribismo”, ella tiene claro que no es así, pero sí le da la bienvenida a todo aquel que quiera acompañarlos en su eventual Gobierno, siempre y cuando no sean “políticos corruptos”