Para ser un líder político reconocido no basta con ganar una elección, se requiere habilidades extra que pocos pueden ufanarse de tener. Generar un buen discurso, tener carácter, lograr emocionar y movilizar al electorado, aún cuando no sea su nombre el que esté postulado. Estas son características de caudillos y de políticos con gran poder.
En época de elecciones, aunque no se llevan el protagonismo, su trabajo está en cada decisión de las colectividades que lideran o del candidato que amparan. Es el momento de las estrategias, de los acercamientos y del cálculo político. Es ahora cuando más trabajan porque si sus cartas ganan, ganan ellos.
Para las elecciones locales de octubre hay jefes políticos que están moviendo sus fichas en Antioquia por estos días. Sergio Fajardo, quien ya sabe lo que es triunfar en la región, impulsa precandidatos con su movimiento Compromiso Ciudadano. Si bien hasta ahora no ha consolidado un partido político con amplia representación nacional y para algunos analistas no sería un cacique, sus victorias e imagen en el departamento lo catalogan como una figura política sobresaliente, que lleva al elector a buscar “el candidato de Fajardo”.
El expresidente César Gaviria, aunque no es antioqueño, juega un papel clave en estos comicios. Como jefe del Partido Liberal tiene un acuerdo con el exalcalde Aníbal Gaviria para que busque la Gobernación por esa colectividad y también existe una posibilidad remota de que lo haga por la alcaldía. Gaviria entrega los avales y, en próximos días, según le dijo un dirigente liberal a EL COLOMBIANO, vendrá a Medellín para afinar su estrategia.
El uribismo tiene en Antioquia tres caciques sobresalientes. El expresidente Álvaro Uribe, influyente a gran escala en cada paso que da su partido el Centro Democrático; Luis Alfredo Ramos, sin tanto protagonismo, pero aun con poder electoral, y Fabio Valencia Cossio, quien también extiende su influencia a precandidatos en todo el departamento.