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Chequeos médicos que pueden salvar vidas

Es mejor prevenir una enfermedad que tratarla, dicen los especialistas de la salud. Por eso es importante conocer su cuerpo y antecedentes familiares.

  • Chequeos médicos que pueden salvar vidas
08 de abril de 2021
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¿Cuántas veces un médico le ha preguntado qué enfermedades relevantes ha tenido algún miembro de su familia? No es por chisme o para hacer un listado o una estadística. Ana Teresa Díaz, internista y docente del programa de medicina de Areandina, reitera que es una práctica que se debe hacer para verificar los antecedentes, porque si “hay enfermedades hereditarias, hay mayor susceptibilidad de presentarlas. Por el simple hecho de que su papá, mamá, abuelos, hermanos tengan por ejemplo hipertensión y diabetes, ya hay un riesgo”.

Eso se llama prevención primaria y “son estrategias que los médicos aplican en un paciente para evitar que desarrollen una enfermedad”, cuenta Díaz, pero en la medicina preventiva no solo se analizan antecedentes, también factores de riesgo (como qué come, si se ejercita, si fuma, etcétera) y se trata de prevenir. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo dice en su página web: “Son estrategias que permiten que las personas tengan un mayor control de su salud”, y eso es para todos, incluso para personas sanas.

Medicina preventiva

Elsy Cristina Sierra, médica internista del CES, cuenta que el enfoque médico preventivo “busca disminuir la probabilidad de que una persona padezca una enfermedad, y en el caso de que la condición ya esté establecida, prevenir sus complicaciones. No todos los factores de riesgo que hacen a una persona susceptible de enfermar se pueden controlar (por ejemplo, la edad, el género o los antecedentes familiares, todos son factores no modificables), pero hay otros elementos que sí podemos intervenir, con el fin de inclinar la balanza hacia un menor riesgo de padecer enfermedades”.

Es muy común, cuenta Díaz, que haya un seguimiento en los niños en pediatría, en crecimiento y desarrollo y vacunación, y existen programas para las personas sanas en las etapas jóvenes y adultas, “solo que hay mucho desconocimiento”.

Y dice Sierra: “Lo que una persona sana debe saber es que a partir de los 18 años es prudente que consulte al menos una vez con su médico, en ese primer encuentro se hará una historia clínica completa, y dependiendo de la edad, el género y otros factores de riesgo (como la historia familiar), se definirá si tiene o no indicación de hacer estudios adicionales y la periodicidad de los mismos”.

Los primeros años

Para la OMS, de los 10 a los 19 años, “es una etapa única del desarrollo humano y un momento importante para sentar las bases de una buena salud. Los adolescentes experimentan un rápido crecimiento físico, cognitivo y psicosocial. A pesar de que se considera una etapa saludable de la vida, hay muertes, enfermedades y lesiones importantes en la adolescencia que se pueden prevenir o tratar”.

Indica Díaz que son exámenes básicos, “si ya tienen una vida sexual activa, sobre todo después de los 15 o 16 años, hacer exámenes para descartar enfermedades de transmisión sexual y la citología para prevenir el cáncer de cuello uterino, si tiene antecedentes familiares de colesterol y triglicéridos alto a esos pacientes se les hace perfil lipídico. Cuando están en etapa de desarrollo pueden sufrir anemia, sobre todo las mujeres tras el periodo, y predisponer a patologías cardiacas, y por eso se mide hemoglobina”.

La etapa adulta

Después de los 20 años las personas, así estén sanas, deberían precisar con sus médicos qué exámenes son importantes y por eso las preguntas iniciales de lo que sufren padres, abuelos o hermanos ya que, dice Sierra, así una persona hoy esté asintomática y aparentemente sana, “tiene un mayor riesgo de padecer una determinada enfermedad si tiene un familiar en primer o segundo grado afectado. En este contexto, está recomendado el control de otros factores de riesgo, el seguimiento médico periódico y, en algunas ocasiones, la búsqueda activa (lo que se conoce como tamización) de la enfermedad”.

Por ejemplo, una persona de 30 años con sobrepeso y cuya madre tiene diabetes, “tiene indicado un examen para evaluar sus niveles de glucosa; pero esto no sería necesario en una persona de 40 años con un peso normal y sin historia familiar de diabetes”, puntualiza Sierra.

Cada caso es único, así haya factores hereditarios (ver Informe), y por eso es tan importante que cada persona se conozca.

De los 45 en adelante

En esta etapa existe lo que Díaz llama quinquenios, “es decir, que mínimo cada cinco años, a esa edad, a los 50, 55, 60 y así sucesivamente hay que hacer seguimiento a pacientes sanos en muchos frentes.

“Con hemogramas buscando trastornos de anemia, exámenes de bun y creatinina para tratar de buscar alteraciones en la función del riñón, el perfil lipidico (colesterol, triglicéridos), también un parcial de orina para evaluar que el riñón no tenga ninguna infección o no está dejando de pasar proteínas o glucosa. También para las mujeres la citología y las mamografía anuales y en los hombres el Psa antígeno de la próstata para detectar de manera oportuna el cáncer de próstata”, explica la doctora Díaz.

Esta población y sus efectivos controles son muy importantes para la OMS que estima que para 2050 habrá 2 mil millones de personas mayores de 60 años (frente a los mil millones de 2020).

Finalmente, tenga la edad que tenga, las doctoras recuerdan que el sector de la salud tiene programas de promoción y prevención en los que puede inscribirse, prevenir sale mejor para el paciente, consulte con su médico y revise qué exámenes necesita hoy para ponerse al día, su cuerpo se lo agradecerá

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