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Se tejen nuevas redes criminales

Las alianzas entre grupos armados les ha facilitado el acceso a mayores y más seguras rentas ilegales.

  • Los grupos armados están construyendo redes de cooperación que les facilitan la captura de economías ilegales. FOTO: Julio César Herrera
    Los grupos armados están construyendo redes de cooperación que les facilitan la captura de economías ilegales. FOTO: Julio César Herrera

El conflicto armado colombiano mutó. Ya no es más una guerra lineal entre el Estado y unos grupos alzados en su contra. Desde hace tiempo, como el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, lo admite, hay alianzas y enemistades entre esas estructuras ilegales, que generan graves consecuencias humanitarias.

El crimen organizado va tras las economías ilegales como el narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión, la disputa por las regiones más rentables está a la orden del día. Nariño, Catatumbo, Putumayo, el Bajo Cauca antioqueño, el sur de Córdoba, el norte del Cauca, Arauca y los Llanos Orientales son escenarios de la confrontación, pero también de pactos tejidos para enfrentar enemigos comunes.

¿Para qué las alianzas?

Dice Beth Dikinson, analista de Colombia de International Crisis Group, que estas “amistades” se dan porque hay dinero sobre la mesa: “cuando el negocio va bien y todos están ganando, no hay problema si todos tienen papel en el negocio”.

La lógica de grupos como el Clan del Golfo, los Caparros, el Eln, el Epl, Rastrojos y las múltiples disidencias de las Farc, “es operar con tranquilidad, porque cuando hay conflicto es más complicado tener productividad y mayores márgenes de ganancia”, anotó Dikinson.

En ese mismo sentido, según Juan Carlos Garzón, coordinador del área de dinámicas del conflicto de la Fundación Ideas para la Paz, “hay que entender que en el marco del desarme de las Farc quedaron zonas con un vacío de regulación y se puede encontrar una suerte de empalme”.

Hoy también hay otro fenómeno: no existen grandes capos que controlen el negocio de la droga, sino que el narcotráfico está más fragmentado, con más actores incluyendo estructuras internacionales, lo que da otra dinámica en el territorio, explicó Garzón.

En Antioquia, por ejemplo, Los Caparros, que son una escisión del Clan del Golfo, confirmaron a EL COLOMBIANO que trabajan en alianza con antiguos enemigos: disidencias del Frente 18 de las Farc, quienes a su vez le responden a Iván Márquez, Jesús Santrich y El Paisa.

Catatumbo ejemplo reciente

Una de las alianzas está por romperse, con miras a crear otra. En el Catatumbo el Epl y el Eln enfrentan hace dos años una guerra a muerte. En ella el Epl se alió con los Rastrojos para consolidar un corredor de movilidad seguro hacia Venezuela.

Después de soportar tanta presión en una disputa en la que el Eln lleva la delantera, el Epl le pidió en un comunicado público solucionar sus diferencias. “Siempre hemos reconocido que el Eln es un ejército insurgente, por lo que debemos luchar por la unidad; a fin de combatir contra el enemigo común del pueblo y de las tres organizaciones guerrilleras que actualmente nos mantenemos en pie de lucha”, se lee en el documento.

Sin embargo, el Eln respondió exigiendo la terminación de la alianza con los Rastrojos: “El Epl pierde el fundamento político e ideológico revolucionario que lo fundó, cuando define aliarse con el narcoparamilitarismo, razones por las cuales se convirtieron en una gran amenaza para la región, causas suficientes para que el Eln opte por combatirlos militarmente, habiendo agotado la vía política”.

Esto sin haber cerrado el camino al diálogo, previo cumplimiento de unos requisitos y garantías.

En Nariño no hay nada claro

El panorama en el sur del país es más oscuro, incluso para los investigadores que frecuentan el territorio, y la información que tiene inteligencia militar varía con el pasar de los días.

La explosión de grupos armados que se dio después del desarme de las Farc no tiene precedentes y dos grupos disidentes hicieron su rancho aparte: el Frente Oliver Sinisterra y las Guerrillas Unidas del Pacífico. A estos se suma el Clan del Golfo y una estructura reciente llamada los Contadores, que son los que capturan el narcotráfico.

“En Nariño la situación es bastante difícil, no hay forma de decir quién está con quién. Las alianzas pueden durar un mes, o tres, o un año, depende del mercado y de la fuerza del Estado que cuando llega con una captura o la baja de un líder se cambian las dinámicas”, explicó Dikinson. Y como siempre, la población civil queda en medio de esas alianzas, esas hegemonías y esos enfrentamientos que, según el CICR, en 2019 dejaron 987 infracciones al Derecho Internacional Humanitario.

Infográfico
Olga Patricia Rendón Marulanda

Soy periodista egresada de la Universidad de Antioquia. Mi primera entrevista se la hice a mi padre y, desde entonces, no he parado de preguntar.

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