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Lo que implica la migración de estudiantes de colegios privados a públicos

Es un efecto derivado de la pandemia que trae retos pedagógicos y socioemocionales.

  • Solo 33 de las 96 secretarías ha reportado cifras sobre traslado de estudiantes de privados a oficiales. FOTO: JAIME PÉREZ
    Solo 33 de las 96 secretarías ha reportado cifras sobre traslado de estudiantes de privados a oficiales. FOTO: JAIME PÉREZ
14 de julio de 2021
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3.933
estudiantes en Medellín pasaron de privados a públicos: Alcaldía.

El regreso progresivo de los colegios públicos a la presencialidad significará una nueva experiencia para 26.500 estudiantes en el país, de los que se tiene certeza, que migraron desde instituciones privadas hacia la educación oficial este año.

La cifra hace parte de un primer ejercicio realizado en Colombia para explorar las causas y consecuencias de la llegada masiva de alumnos a la educación pública como uno de los efectos derivados de la pandemia que se explica, entre otros factores, por la crisis económica de hogares colombianos y la obligación de rebajar gastos.

Según el Dane, 2,4 millones de hogares salieron de la clase media en 2020, mientras que solo el 1,7 % de estos logró sostenerse en la considerada clase alta, aquella que de acuerdo al Dane, tras dividir el total de ingresos entre el número de sus integrantes entrega una cifra mayor a $3.520.360 por persona.

Ahora bien, Gloria Bernal, coodirectora del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana –LEE–, responsable de este reporte, aclara que la cifra señalada no representa la realidad en todo el territorio, pues tras solicitar información a las 96 secretarías de Educación certificadas del país solo obtuvieron comunicación de 33.

En respuesta a EL COLOMBIANO la Secretaría de Educación de Medellín reportó que entre noviembre de 2020 y junio pasado 3.933 estudiantes de colegios privados hicieron el traslado al sector oficial.

Por su parte, el padre Osvaldo Cano Torres, presidente de Conaced Antioquia, que acoge a 152 colegios católicos y es la agremiación de instituciones privadas más grande del departamento, dice que han logrado reducir al mínimo la migración de estudiantes hacia el sector oficial “gracias a los esfuerzos de las instituciones para hallar convenios, planes de pago y diversas estrategias para mitigar el impacto económico en las familias”.

De cualquier forma, Gloria Bernal asegura que “el número de estudiantes a nivel nacional que hicieron este tránsito seguramente es alto y requiere de una medición y seguimiento por parte de las entidades territoriales y el Ministerio de Educación, para tomar decisiones frente a las implicaciones que acarrea para el sistema educativo”.

¿Qué efectos traerá?

Bernal señala que, por ahora, hay tres impactos que pueden observarse de esta migración de estudiantes. Primero, la diferencia en el número de estudiantes por salón. “Actualmente esta cifra es relativamente alta, en promedio 30 estudiantes en aulas de colegios públicos y 20 en privados. En 2018 la proporción de alumnos por docente en instituciones oficiales era de 18 frente a 15 en particulares. En la medida en que esa relación aumenta los profesores comienzan a tener dificultades en cuanto a manejo y recursos de aula para que la experiencia educativa sea óptima”, indica.

También podría darse lo que el informe considera como “efecto pares”, en el que según Luz Karime Abadía, coodirectora de LEE, los nuevos estudiantes podrían transmitir sus conocimientos a sus compañeros por vía de la interacción. O, en contraste, podrían presentar una disminución en su desempeño académico al encontrar dificultades para adaptarse.

Y, finalmente, Bernal habla del efecto psicoemocional de los estudiantes ocasionado “por el cambio de ambiente, de docentes, compañeros y metodologías de aprendizaje”.

“La evidencia indica que si estos cambios ocurren antes de los ocho años de edad no suponen particulares traumatismos para el niño. A partir de esa edad se dificulta la adaptación”, complementa.

¿Qué hacer entonces?

Wilson Bolívar, decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, plantea que es necesario “erradicar el mito de que los colegios privados per se ofrecen una mejor calidad educativa que los oficiales y que, en consecuencia, un cambio de esta naturaleza determina para el alumno una experiencia desalentadora”.

Lo que sí considera Bolívar es que este es un escenario que presiona al Gobierno Nacional a plantear mayores inversiones para robustecer la infraestructura y capacidad técnica de colegios públicos, sin desatender su apoyo a las instituciones privadas con medidas coyunturales como subsidios a la nómina, por ejemplo.

“La naturaleza de la educación privada en un estado social de derecho es complementaria, no sustitutiva. Entonces este es un panorama que, aunque forzado por la pandemia, pone al Estado a crear unas condiciones que garanticen mayor calidad y cobertura. Y como no sabemos si es un efecto transitorio o definitivo, el Gobierno tendrá que establecer mejores condiciones de bienestar (alimentación y entornos saludables) para que de esta situación no se desprenda un deterioro en los resultados evaluativos del país. Al contrario, puedan incluso mejorar”, expone el educador.

Germán Vélez, coordinador de la Institución Educativa Pedro Luis Álvarez Correa, del municipio de Caldas, quien reporta algunos casos de ingreso de estudiantes provenientes de privados, concuerda con la necesidad de ampliar el debate frente a la calidad de uno y otro sector.

“Si hablamos de aprendizajes estandarizados, claro que es evidente que las mediciones arrojan desempeños más altos de la educación privada en áreas que llamamos fundamentales: lenguaje, matemáticas y ciencias, pero allí no se consideran otras dimensiones en la formación del estudiante como la capacidad para interactuar, para construir representaciones culturales, para generar procesos de socialización, y tampoco se analiza cómo un alumno que tiene un contexto muy vulnerable avanza en logros formativos y académicos aún cuando su punto de partida es abiertamente desfavorable”, explica Vélez.

De manera, ahonda el educador, que a partir de la llegada, masiva en algunos casos, de alumnos provenientes de instituciones particulares, profesores y rectores de colegios oficiales pueden diseñar “ecosistemas de aprendizaje solidario” que beneficie a la formación de unos y otros.

Vélez asegura que “es posible desarrollar en el aula estrategias de aprendizaje colaborativo para aprovechar ese desarrollo en las áreas fundamentales que pueden traer los estudiantes nuevos y esa capacidad de aprendizaje crítico desde la socialización que tienen incorporada los alumnos antiguos, y que puede ayudarles a quienes provienen de colegios particulares para lograr adaptarse mejor, entendiendo que, muchas veces, suelen estar acostumbrados a un entorno individual y competitivo, en tanto que en su nuevo espacio de aprendizaje van a encontrar un ambiente más orientado a la cooperación”.

Otras discusiones de fondo

Michael Parada, docente de lenguaje en la Institución Educativa Nueva Generación de Bello y profesor en la U. de A., apunta que el sistema educativo debe dejar de lado discusiones sobre qué sector es mejor que el otro, para centrarse en resolver interrogantes que emanan de la experiencia de aprendizaje en pandemia.

“El asunto que se puso en juego desde marzo que comenzó la cuarentena gira en torno a dos cuestiones: Qué entendemos por tiempo para la formación y la educación y qué entendemos por presencia, es decir, cuándo podemos decir que un estudiante está presente. Y esas reflexiones debemos hacerlas desde la otra orilla de la postura rígida que ha caracterizado la discusión alrededor de la educación, y que no parece tener cabida actualmente a juzgar por el tono imperativo con el que desde el Ministerio de Educación se ha abordado el regreso a la presencialidad”, declara Parada.

Por su parte, Carlos Ballesteros, presidente de la Confederación Nacional de Padres de Familia –Confenalpadres– dice que el asunto no puede zanjarse aceptando la obligación del Estado para dar cobertura a toda la población en edad escolar sino que exige soluciones del Gobierno para atender la crisis de la educación privada.

“De acuerdo a los análisis que hemos hecho cerca del 10 o el 12 % de las instituciones, incluyendo jardines infantiles, quebraron durante la pandemia. El Gobierno lanzó una línea de financiación que acogió a 58.000 familias, que ante los más de 2,4 millones de estudiantes que atiende el sector, palidece. Yo creo que el país no ha asumido con seriedad la crisis de los colegios y jardines particulares, que en un 80 % están conformados por familias de los estratos 1 al 4. No es solo el aporte que realizan estas comunidades educativas para la calidad y la cobertura. Es que, si colapsa la educación privada, se crea un efecto dominó”, señala.

Ballesteros dice que desde Confenalpadres, la más representativa del país en cuanto a asociaciones de padres, entregarán esta semana a la Contraloría General de la República y otros organismos de control un diagnóstico amplio del sector privado en Colombia para que, a partir de este, emprendan acciones urgentes a nivel nacional para lograr el necesario equilibrio en todo el sistema educativo.

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