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El ballet lleva más de 400 años entreteniendo en puntas de pie

Este arte se ha mantenido en el tiempo gracias a ser encuentro entre la fantasía y la técnica.

  • Los bailarines del Ballet Metropolitano son profesionales, vienen desde diferentes países y ciudades, y pertenecer a la compañía es su trabajo. FOTOS CORTESÍA - JUAN MARÍN
    Los bailarines del Ballet Metropolitano son profesionales, vienen desde diferentes países y ciudades, y pertenecer a la compañía es su trabajo. FOTOS CORTESÍA - JUAN MARÍN
12 de mayo de 2022
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Probablemente se ha visto alzando sus manos para formar un arco sobre su cabeza e intentar dar un par de vueltas, o, si es un poco más aventurero, tirando una pierna hacia atrás para hacer equilibrio con la otra y levantar los brazos en un arabesco. El ballet es un arte europeo de más de cuatrocientos años que hace parte de la cultura colectiva, tanto así que en Medellín tiene profesionales y aficionados que por estos días mostrarán sus mejores interpretaciones (ver recuadro).

Por ejemplo, la música de El lago de los cisnes (1877) y El Cascanueces (1891), de Chaikovski, es familiar para el público general, a pesar de haber sido estrenada hace más de cien años. “En el siglo XIX, el teatro y sus espectáculos como el ballet, eran Disney, los encargados del entretenimiento popular; y sus historias y composiciones hacían parte de la memoria colectiva”, explica Catalina Piedrahíta, coordinadora de proyectos del Ballet Metropolitano de Medellín.

Un poco de historia

Todo empezó cuando Catalina de Médicis (1519–1589), la reina italiana de Francia, encargó en 1581 el Ballet Cómico de La Reina, una pieza de 9 horas para celebrar unas bodas. La mezcla entre danza, música y narrativa, empezó a evolucionar en lo que hoy conocemos como ballet. Más adelante, cuando Luis XIV decidió fundar en 1713 la Academia de Danza en Francia, el arte comenzó a estructurarse, con las posiciones y los pasos que se convertirían en la formación más clásica en danza en el mundo, y se conserva hoy.

El ballet ha mantenido por tanto tiempo sus lineamientos porque “es un entrenamiento sólido, un bailarín que sea capaz de seguir la estructura técnica del ballet, así prefiera el arte contemporáneo, se mantiene estructurado, entrenado, versátil y sin lesiones”, explica Piedrahíta.

Como dato curioso, en esas primeras épocas del ballet, los bailarines eran principalmente hombres y se estaba lejos del vestuario actual. Se usaban trajes más cercanos a los que se verían en piezas teatrales, pero con la llegada de la Revolución Francesa, empezaron a simplificarse, como todos los aspectos de la vida de los franceses.

El poco presupuesto disponible en la época implicó prendas y decorados más sencillos, además, la disminución de la población masculina, por las guerras, abrió la puerta para la llegada de las mujeres al escenario. De igual forma, la incorporación formal de ellas, empezó a modificar la estructura de la danza y el vestuario, que tomaría su forma actual cuando el epicentro del desarrollo del ballet pasó a Rusia.

La era dorada

Cuando el ballet llegó a la corte de los zares, ya se había desprendido de los temas épicos y monárquicos con los que había nacido, y se había vuelto mucho más popular, cercano a las historias trágicas de la época romántica, como Giselle (1841). La aristocracia rusa lo vio como una forma de equipararse con Europa y apostó por el estímulo de las artes y la construcción de escenarios. Así surgieron teatros, compañías y obras que se volvieron célebres.

El Quijote, Carmen, El corsario y La bayadera, entre otros, surgieron para hacer vibrar al público e inspirar a los bailarines, que todavía quieren interpretarlas.

Aunque es un arte lleno de historia y complejidades técnicas, esto no quiere decir que se necesite saberlo todo para poder apreciarlo. De hecho, está pensado más bien en sorprender y conmover, emociones universales que no necesitan demasiada educación.

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