Una hoja tras otra. A color. Pasan tantas por segundo que es muy difícil contarlas. Varios trabajadores están pendientes del rojo, del azul, del amarillo, de la mezcla de colores, de la calidad del impreso. Eso pasa en la rotativa de EL COLOMBIANO que además de imprimir a diario este periódico y sus publicaciones y revistas, también lo hace con las comerciales.
Ese trabajo fue destacado por la Asociación Colombiana de la Industria de la Comunicación Gráfica, Andigraf, en sus galardones a lo mejor de la industria gráfica del país, que se entregaron este viernes en Bogotá.
Este medio de comunicación recibió el mérito Espinoza de los Monteros por su destacada labor, en la categoría Gran Oficial, “propiciando iniciativas que unen al sector y generan empleo”, resaltaron.
Para Luis Miguel de Bedout, presidente de EL COLOMBIANO, “es un reconocimiento a la labor que ha hecho la compañía en el campo de las artes gráficas durante muchos años y el liderazgo que tiene como uno de los impresores más importantes del país. Por eso ha recibido bastantes reconocimientos en materia de calidad, a nivel nacional e internacional”.
EL COLOMBIANO tiene dos rotativas, en las que se distribuye el trabajo de impresión: la Manroland Uniset 75 que llegó al periódico en 2011 y la Goss Metroliner que lleva más de 30 años operando continuamente.
“Es un trabajo con alta calidad que es ecológicamente viable. Se destaca la eficiencia, el trabajo el equipo, el conocimiento de muchos años y la calidad de las personas que se entregan a diario para hacer mejor su trabajo”, cuenta Jorge Luis Varón Guarnizo, gerente de Producción de EL COLOMBIANO.
Otro punto a destacar es el cuidado con el medio ambiente.
El papel en el que se imprimen las publicaciones son de cultivos de coníferas renovables, lo que implica que sea una industria sostenible. El horno de la Manroland, por ejemplo, está alimentado con gas natural y elimina gases contaminantes.