<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

“Estudié cine para poder estar con él”

La hija de Víctor Gaviria trabaja en una cinta que habla de su relación. El cineasta lanza su nueva película a mediados de 2016.

  • Víctor Gaviria y su hija Mercedes trabajaron en La mujer del animal, la más reciente producción del cineasta. Ella trabaja en una película de montaje, La niña, que cuenta su relación. FOTO jaime pérez
    Víctor Gaviria y su hija Mercedes trabajaron en La mujer del animal, la más reciente producción del cineasta. Ella trabaja en una película de montaje, La niña, que cuenta su relación. FOTO jaime pérez
24 de enero de 2016
bookmark

A los diez años, Mercedes estuvo en el rodaje de Sumas y restas, la película que dirigió su papá, Víctor Gaviria. Jugaba a ser la asistente de dirección. Iba a ver a un director dirigir y, también, al papá que hacía cine.

Más de diez años después volvió a un rodaje, el de La mujer del animal, el largometraje del cineasta que estará listo a mitad de este año. No era, sin embargo, la niña de antes. Volvió como la asistente del director, una que había estudiado cine en Buenos Aires.

Mientras Víctor termina La mujer del animal, Mercedes culmina La niña, un documental sobre su relación, la del papá y la hija y, además, la de los cineastas.

Una conversación entre ellos

Mercedes: “Cuando nos reuníamos terminábamos viendo unas películas que digitalizó un amigo de mi papá, haciendo una especie de recuperación de archivo familiar. Mi papá las filmó más o menos en el 93. Nos moríamos de la risa.

Víctor: Eran sobre Merce, que tenía un año, y Matías, pero mucho sobre ella, que era una niña muy simpática.

M: Yo tenía un libro de recuerdos en esos videos, donde cada vez que me sentía sola o triste, o quería tener un momento inmediato con mi familia cuando estaba en Buenos Aires, acudía a ellos.

En la universidad nos pusieron a hacer un trabajo sobre nuestra casa. Como yo estaba en esa posición de inmigrante me empecé a plantear que esa no era mi casa y a incluir material de archivo y encontré en ellos la forma de narrar a través de diferentes materialidades y a pensar en un largometraje. Porque mi papá me decía ‘tenés que hacer una película con todos estos materiales’. Tenía esa frase presente, pero no sabía qué hacer. Ahí me propuse registrar un proceso que estábamos viviendo, la preproducción de La mujer del animal.

En algún momento grabé una conversación por Skype y cuando lo llevé a la clase hubo un acierto. Ahí dije, voy a empezar a registrar las conversaciones con mis papás, a filmar mi cotidianidad y a entender que había un gran acierto en ver cómo este personaje de niña había crecido. Era interesante ver el paso del tiempo. Empecé a pensar en mi película, La niña, como algo en construcción.

Sin embargo, se interrumpe por la gran película que era La mujer del animal. No era muy seguro que participara, porque había todo un tema de producción, ya se habían contratado todos los asistentes, pero al final digo que quiero estar de cualquier manera, porque no se sabía cuándo iba a darse otra película con mi papá.

V: O tal vez no se hacía, porque realmente uno no sabe.

M: Era ese afán de ‘yo estudié cine, pero el gran maestro que podía tener era mi papá’. Al final él me dice, ‘venite a trabajar como mi asistente personal, ahí vemos’. Me vine con esa incertidumbre y cuando llegué hubo una conexión inmediata con el equipo. Era esa aceptación ya no de la hija de Víctor, sino de una asistente.

V: Mercedes había estado cuando era niña en Sumas y restas. Después de tantos años era volver como una cineasta.

M: En estos días lo hablábamos con una amiga que decía ‘vos eras furiosa en esos momentos donde estabas con tu papá, porque sentías que todo ese cine y ese grupo de rodaje, te lo había robado’.

Ahora sí podría decir que estudié cine porque era la única manera de estar con él y compartir el tiempo y el espacio que tiene con todos sus amigos y con toda una ciudad.

Yo llegué a La mujer del animal y me olvidé de La Niña porque el rodaje ocupó todo mi tiempo, pero sabía que de alguna manera tenía que registrar qué estaba sucediendo. Al final o al principio del rodaje trataba de filmar algo.

Fueron 4 meses muy agotadores, a nivel físico y emocional. Era muy difícil estar inmerso en un mundo...

V: De actores naturales. Era una población muy callejera, de un poco de esos valores de la calle. (Mira a Mercedes) ¿Nunca te habías sumergido en ese mundo de los actores de barrio, popular, todo ese asunto? (No, responde ella). Era todo un asunto, o no Merce, era como eso que habías vivido con La vendedora de Rosas, pero ahora metida ahí, haciendo. A ella le faltaba hacer esa materia de actores naturales y de películas de realidad.

Las preguntas

M: Después de que termino el periodo de rodaje quedo cuestionándome qué era el cine, o qué tipo de cine quería hacer yo, cuestionando los modelos de producción tan gigantes, porque venía acostumbrada a trabajar en Buenos Aires en producciones más pequeñas, de alumnos, de gente que no tiene plata.

Trabajar con actores naturales me hizo entender qué tipo de cine estaba haciendo mi papá, cuál era la verdad que él buscaba con esta película. Había una cosa muy importante y es que mi papá se había encargado de trabajar conmigo el guión.

V: Dándole la clase de cómo se hacen estas películas, para que ella tuviera toda la información, porque uno no sabe si va a volver a hacer una película de estas y no sabe tampoco el resultado. Uno se mete un poco asustado, porque no sabe si va a poder controlar todo. No son solo los actores sino también la misma historia. Como es de realidad y la realidad es una lluvia de motivos, de ideas, se caracteriza porque es inagotable en la información y hay momentos donde tanta información aplasta. Uno no sabe cómo va a salir.

Entonces yo dije ‘si de pronto no volvemos a hacer nada de esto, o si no queda bien, que sepa cómo es el proceso’, uno que ella había tenido qué padecer como una niña, cuando el papá se había obsesionado por la calle más que por la casa y la familia. Un papá a veces ausente. Eso les pasa mucho a los cineastas, que empiezan a ir a la casa de vez en cuando...

M: O van a la casa, pero están pensando en sus cosas.

V: A Mercedes, en la adolescencia, cuando ya los niños son jóvenes y se plantean la relación con los papás, le había molestado mucho que hubiera un papá inclasificable. Cuando uno está muy pendiente de unos niños, aunque nunca los dejé ni mucho menos, pero no era el padre que llegaba a las 6:00 de la tarde. Mi trabajo siempre ha sido muy informal, para mí el lunes es el domingo, los días no dicen nada para mí. Ese desorden en una niña que estaba criándose en un orden de vida cotidiana, no deja de ser una contradicción y un drama.

Así que ahora estaba en una película absorbente, de actores naturales, y yo quería que ella entendiera ese mundo, que la ciudad es también un compromiso y que el cine es una forma de indagar la ciudad. Hay muchas formas de hacer cine, pero quería que entendiera que el cine es una forma de dialogar con la ciudad, ¿cierto?

M: Sí. También era la pregunta de por qué hacer este cine, que se hace también justamente para dialogar con la ciudad y tratar de transformar un poquito. Estaba decepcionada de la humanidad, era entender que algo queda, y transforma a la gente, y nos transforma a nosotros. Vivimos cuatro meses de intensidad con todo tipo de personas, personalidades, de carácteres.

V: Sobre todo con una población, Merce (la mira a ella), que está marcada por la exclusión.

M: Y que el cine los vuelve a incluir de alguna manera. Para mí lo mejor fue lograr los vínculos con los actores naturales, conocer la ciudad a través de ellos.

Yo siento que mi papá ha sido una gran puerta a la ciudad. Siempre estuve muy consciente de eso, a pesar de que crecí en un contexto de familia de clase media, yo estaba todo el tiempo pendiente y obsesionada por esa otra ciudad que se robaba a mi papá, preguntándome por qué era que le causaba tanta impresión. Casi siempre los papás dan la vida por su familia y ya, pero no, este papá además daba toda su vida por otras personas lejanísimas de cualquier vínculo familiar. Veía la necesidad de decir está bien, me voy a poner al lado de él para ver por qué se fascinó por eso.

Después de este proceso de La mujer del animal logré tener tantas cosas de esta relación con mi papá, que bueno, seguí, y sigo pensando en La niña, que para mí significa, de manera simbólica, matar toda esa confusión con mi papá. Matar esos conflictos que pasaron en la adolescencia para reivindicarme con el cine.

Le he dicho a mi papá que hacer películas de realidad y con actores naturales es fascinante, pero solo lo puede hacer él. Mi papá ha sido poeta antes que cineasta, y eso le permitió entrar a este mundo con una sensibilidad que es muy difícil de tener.

Justamente para hacer mi cine y mis cosas, tenía que estar tan cerca de eso, separarme con mi propia forma y manera de narrar, con mi propia manera de estructurar un documental bastante íntimo. Siento que no puedo hacer ningún otro trabajo antes de contar qué es esto, yo quién soy después de ser la hija de Víctor Gaviria. La gente a veces hace comentarios sobre si voy a seguir los pasos de mi papá... y sobre los cortos que yo he hecho en la universidad, hay una expectativa, qué hace la hija de Víctor Gaviria, qué le inquietará del mundo. Y a mí me inquietan otras cosas. Yo tuve una vida diferente y pertenezco a otra época, a otra generación, la de la academia, y ese diálogo entre el cine académico y el empírico, y eso en esta película entra a jugar un montón.

La niña es una cinta de muchas subtramas, que al final termina hablando del amor entre un padre y una hija, y esa cosa de un padre que está ausente por sus películas y esa capacidad de darlo todo por su cine. Surge un diálogo entre los hijos y esa cámara de manera auténtica. Esa necesidad del padre de filmar a sus hijos para demostrar su amor a través de esos gestos, de filmarlos para contemplarlos. Además este material (el de los videos) no es filmado por cualquier papá, es filmado por un cineasta que es papá. Hay cierta rigurosidad en el material, hay cierta fascinación por los movimientos que produce un hijo, cuando lloran, cuando se ríen.

V: Yo estaba haciendo como un documental...

M: Eso también me ha ayudado. No es cualquier material de archivo, es un material de archivo muy bien filmado.

Trabajar juntos

V: Desde que Merce empezó a estudiar cine ha sido una alegría. Los papás en general tenemos el trauma de no saber cómo comunicarnos con los hijos. Le he agradecido al cine que me haya comunicado con Mercedes, el poder hablar de muchas cosas que son mis preocupaciones del arte, de la ciudad.

La verdad es que estudiar en la academia sí forma a la gente de una manera rigurosa y va llenando vacíos, y eso que se llama los semestres y las materias van dándole a las personas las herramientas para rodar una película. Mercedes ha hecho en cuatro años eso que la generación de nosotros se demoró 20. Nosotros hacíamos, pero no había un lenguaje, una condensación del conocimiento, sino que íbamos aprendiendo todo durante muchos años.

Ella cumplió una función enorme en La mujer del animal, que era dificilísima por la cantidad de actores. Es la primera vez que narro una historia de comienzo a final, tiene muy pocos elementos documentales, y en ese sentido sí se necesitaba a alguien que tuviera mucho lenguaje.

A ella le participé las búsquedas de la escritura del guión y los actores. Le estaba dando mi clase, para que no dijera, Víctor no me enseñó nada. Era una vaina, porque era la primera vez que contaba una historia paso por paso, desde una persona que llega a un lugar y pasan siete años de transformación de los personajes.

Mercedes, que había estudiado en la academia, me comunicó con arte, con vestuario, con maquillaje, con fotografía, con los actores mismos. Ser asistente no es fácil, es una persona con mucho conocimiento, con mucho tacto y discreción, y es una persona con ritmos controlados, nunca puede ser protagónico porque no hay tiempo que perder. Mercedes lo logró. Nadie sabía que era la hija del director ni a nadie le importaba.

M: ¿Qué papá conocí? Era primero esa seguridad como cineasta y ese conocimiento absoluto de qué quiere, muy intuitivo, pero sabiendo hacia dónde llegar, y también con la terquedad necesaria para convocar a 70 personas a que trabajen en eso que pensaste. Yo vivía más angustiada que él de que las cosas no salieran. Decía, una persona que no ha filmado en trece años, todo tiene que salir bien. Las condiciones del montaje eran para que estuviéramos muy nerviosos, pero él guardó la calma hasta el último día.

V: ¿Cómo me he sentido de actor de La niña? Más bien soy uno de los personajes que ya han sido grabados en el pasado. Merce graba muchas cosas y no sé cómo las va a utilizar. Es una película de montaje. Yo, por ejemplo, nunca he hecho una así, donde los materiales dictan cómo va a ser la película”.

M: No es sobre el personaje de Víctor Gaviria, quién ha sido ni contar ni su método ni su cine, sino la relación de un padre y una hija que se encuentran en el cine.

V: O que se encuentran a través de las imágenes del tiempo” .

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD