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El Padre nuestro no solo es la oración que identifica a los cristianos, con la que reconocen a Dios, a quien le piden el pan de cada día y que perdone sus ofensas, sino que es la primera oración de la que se tiene registro en La Biblia.
Fue el mismo Jesús el que se las enseñó a sus discípulos, cuando estos le pidieron que les mostrara cómo orar, aunque desde mucho antes, en el Antiguo Testamento, se viene hablando de oración.
La biblióloga y docente Pilar Pérez indica que las primeras señales de un encuentro personal con Dios las dio Moisés en El Éxodo, cuando les narró a los judíos, durante su travesía por el desierto, sus conversaciones con Jehová.
A esa comunicación y diálogo con una divinidad, un dios, un profeta o un ser superior se llega, generalmente, a través de dos acciones: orar y rezar.
El carmelita Fray Alejandro Tobón define la oración como un diálogo con un amigo. “Le cuento mis tristezas, alegrías y mis esperanzas y tomo con seriedad lo que él me pide por dentro”, comenta el religioso.
En el mismo sentido opina Fredy Saavedra, licenciado en Educación y misionero de la Cruzada estudiantil y profesional de Colombia, al señalar que orar es establecer una conversación, mientras que rezar es repetir unas oraciones ya establecidas y escritas.
Dice que cuando Jesús enseñó el Padrenuestro su objetivo era orar, no repetir, “expresar lo que hay en el corazón”.
Frente a esa dualidad entre rezar y orar, Fray Alejandro Tobón comenta que aunque pareciera que una es más válida que la otra, las dos tienen el mismo objetivo.
“Rezar, ya sea un Padrenuestro, el Rosario o un Avemaría, si se hace con devoción y conciencia, se vuelve oración profunda, porque hay diálogo y relación con Dios”.
Pérez comparte este concepto y agrega que el rezo es el inicio de un diálogo. “Rezar no es malo, es uno de los caminos para llegar al silencio, que es el que me conecta con la oración”.
Ambas acciones, rezar y orar, son comunes en las religiones, tal y como añade la docente, porque “el ser humano necesita algo a que apegarse, es como un bastón”.
Por su parte, Saavedra expresa que hay otros caminos para lograr esa conexión, uno de ellos es la meditación, muy propia de las culturas del Oriente Medio y el Oriente Lejano. Lo hacen recreando, en un espacio de silencio y privacidad, insistentemente un pasaje de sus escrituras sagradas.
“Todas las religiones convergen a un mismo punto, sea rezando u orando, encontrarse con Dios y ser escuchados”, agrega.
Ante la inquietud de cómo percibir esos mensajes, en este caso de Dios, la biblióloga Pérez dice que él habla a través de varios medios.
“Con las palabras de un amigo, en sueños o a través de la conciencia, esa voz interna que te dice no te conviene, pero uno no le presta la atención, porque cree que es uno mismo el que está hablando”.
El carmelita Tobón, por su parte, asocia esa respuesta con una sensación de consuelo, alegría y paz, que se percibe luego de la oración”.
¿Rezar u orar? Cada uno escoge el camino .