María Isabel Rueda entra a ese diario suyo que es la exposición que tiene en la sala A del Museo de Arte Moderno de Medellín con una taza de café. Está oscuro.
Dice, mirando unas fotografías de una noche estrellada que parecen repetirse, pero que son distintas porque cada una es la imagen de una noche diferente del mismo mes, que cuando ella vivió con unos arhuacos le contaron que la gente miraba las estrellas para guiarse cuando estaba perdida. Para otras cosas también. Ella tomó una foto de cada día, buscando encontrarse.
Luego se mueve. En otra pared está el diario de las hojas. Durante un año dibujó las que se fueron cayendo de una planta de croto que hay en su casa. Hoja que se caía, hoja que dibujaba, exacta, con todos sus punticos.
También tomó fotos de personas a quienes se les ven las pecas, y dice que las pecas se parecen a los punticos de las hojas. Entonces está la relación del cuerpo humano con ellas.
María Isabel va siguiendo el mundo, lo va mirando. Tiene una intención serial.
–Cuando la fotografía era análoga –explica ella–, uno dividía el tiempo en números. Los rollos venían 24, 36, y yo me acostumbré a dividir el tiempo en esos pedazos que el formato exigía, y comencé a jugar y a cambiarlos. Las fotos de las estrellas hablan de poder fotografiar el pasado, porque cuando vos ves una estrella esa luz ocurrió hace miles de millones de años antes. Comencé a utilizar la cámara para registrar un tiempo que es imposible. Esto resuelve mi angustia sobre que la fotografía detiene el tiempo.
Otro ejemplo es su video debajo del muelle de Puerto Colombia donde las olas chocan contra la madera y el agua salpica y las imágenes se repiten: el tiempo sigue, no para.
Las obras están en la exposición, que se llama Diario oscuro. Es la primera muestra de una propuesta del museo, Revisiones, que volverá a la producción de artistas colombianos de mediana carrera.
En la sala A están obras que muestran la carrera de María Isabel en casi 20 años. “Rueda forma parte de una generación cuya obra está dibujando el presente del arte en el país”, escriben desde el museo.
La muestra es encontrarse con la artista, con ese diario minucioso, fotografiado, dibujado, visto, repetido.
–Yo solo trabajo blanco y negro y he sido un personaje como del gótico tropical. La metáfora sería que una semilla la debes meter mucho tiempo en la oscuridad y luego sale a buscar la luz. Es la búsqueda de la luz y es un diario porque todas mis imágenes tienen que ver sobre mi vida y mis cuestionamientos y cómo las imágenes me han llevado a ser. Es un diario oscuro, pero abierto”.