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La conclusión que dejó la Fiesta fue que el teatro refleja la condición humana. Al cierre del evento varias de las obras trataron de manera crítica temas sociales y políticos coyunturales como el machismo, el feminicidio y el conflicto armado.
“La sombra vuelve al país y el teatro surge”, piensa Jaiver Jurado, presidente de la asociación Medellín en Escena, que reúne a más de 20 compañías de la ciudad, en relación a que son los temas contemporáneos los que dictan el guión.
La comparsa inaugural de la edición fue especial en este sentido, según el dramaturgo: “Era sacar el teatro a la calle” y hablar de la violencia, la educación o el medio ambiente.
En el repertorio del encuentro, varios montajes hicieron visibles varios temas: la carga histórica contra la mujer la expuso la compañía manizalita Actores en Escena en su obra Voces ocultas (última función, hoy); el poder, la justicia y la ingratitud humana estuvo en el montaje El bufón y el rey, de Ensamblaje Teatro (Bogotá); el retrato del feminicida colombiano Daniel Camargo Barbosa, quien violó y tomó la vida de por lo menos 157 mujeres, casi todas menores de edad, fue la pieza de Camargo de La Congregación (Bogotá).
Esta última dejó a más de uno con un nudo en la garganta. Sus cuatro actores en escena llevaron la difícil historia del criminal en un montaje que incluyó dos paredes con retratos colgados de sus víctimas. El escenario incluyó a espectadores sentados en una mesa imperial (alargada), que hacían parte de las fuertes escenas de la historia del villano que, más que victimario, dejó la idea de un ser humano producto de la sociedad.
“Más que panfletos coincidimos en esta edición con la denuncia. Al fin y al cabo lo que se oculta no se conoce y lo que no se conoce, no se aprende”, dijo Alejandro Puerta, director de la Agité, compañía de pantomima de Medellín.
El lunes la compañía Agité, tuvo que repetir su función de La gran granada en la Oficina Central de los Sueños que, con un toque de “humor doloroso”, retrataron temas sobre la educación, el medio ambiente, la política y la religión en su espectáculo de bufones.
“Duele hablar de ellos y sin embargo nos reímos. Es otra forma de destapar la válvula”, expresa Alejandro.
El director del Teatro Popular de Medellín, Iván Zapata, dice que las puestas en escena son como “herramientas” para la sociedad: “Antes de que existiera internet los influencers eran Sófocles, Esquilo, Shakespeare y Beckett. Por eso, a los que primero persiguen las dictaduras son a los teatreros”.
Añade otro argumento. Es un lugar donde no solo se representa, sino que se interpreta la realidad. “No somos salvadores ni tenemos la verdad, pero damos el punto de vista para ofrecer reflexiones al espectador”.
De la “condición humana” y el teatro habló el fundador de Ensamblaje de Bogotá, Misael Torres. Para él, la adaptación de El Rey Lear a la realidad contemporánea en El bufón y el rey mostró que los temas humanos no cambian, sino las circunstancias.
Así sucedió en las historias de esas mujeres creadoras que se ocultaron tras un seudónimo y que se representaron en Voces ocultas, “porque el teatro es perfecto para decir eso que en lo cotidiano podemos decir”, dice Liliana Díaz, directora de Actores en Escena, encargados de la pieza.
La directora anota que por ser un arte vivo, el teatro les permite a los intérpretes expresar pensamientos e ideas que son por lo común censuradas.
De hecho, hace 15 días, antes de presentar Mosca, de Petra –en un encuentro por fuera de la Fiesta de las Artes Escénicas–, el director del Claustro de Comfama, Sergio Restrepo, le dijo al público que las tablas eran el único lugar donde era aceptable, desde el arte, decir, hacer y cometer atrocidades como matar, generar dolor, masacrar o violar.
En esas situaciones el teatro emerge, como brotando de las sombras. .