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Bajo las estrellas se vuelve a ver cine

Balance del Festival de Santa Fe de Antioquia tras 20 años de su fundación. Así se disfruta ahora.

  • La Chinca es uno de los parques más usados para proyecciones. FOTO cortesía
    La Chinca es uno de los parques más usados para proyecciones. FOTO cortesía
04 de diciembre de 2019
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Fue un festival de cine regional pionero. Hace 20 años un grupo de amigos quiso que el séptimo arte llegara a Santa Fe de Antioquia. No había salas de cine, sino algunos auditorios y salones. Sin embargo, quisieron promover una idea que se mantiene hoy, ver cine “bajo las estrellas”.

Este año, entre el 4 y el 8 de diciembre, el festival proyectará cerca de 70 producciones en su muestra central, colombiana e infantil, y los cortos de la sección competitiva Caja de Pandora, que convoca a jóvenes realizadores del país desde hace 19 años para presentar sus trabajos documentales, de ficción, videoclips y experimentales.

La temática de la vigésima edición es “Nuestras pasiones”, un enfoque que les permitió a los organizadores abrirse a espectros diferentes al cinematográfico, como la gastronomía, la danza y la música.

Surgimiento

Nació como una idea de un grupo de amigos. El escritor César Alzate Vargas cuenta que lo inició un equipo de cinéfilos, académicos y seguidores del séptimo arte que vieron cómo la Ciudad Madre era usada como set (escenario) para rodar películas y telenovelas, sin que se vieran luego en el municipio. Reunieron esas producciones en una muestra. “Fue primero un festival de cine y video porque en ese entonces había aún la transición de formatos”.

El evento era novedoso para el pueblo y la idea tuvo éxito, dice Alzate, porque no existía otro similar en el país –los únicos eran el de Cartagena y Bogotá–. “Santa Fe era muy bello y, a pesar de no tener salas de cine, se usaron sus parques y plazas para proyectar al aire libre”.

Durante 15 años (2000 - 2014) este encuentro fue dirigido por el cineasta antioqueño Víctor Gaviria y su equipo creativo, en el que estuvo Oswaldo Osorio, César Alzate, y los Mora (Adriana y Orlando).

En 2014 hubo una crisis al interior de la organización. Hubo cambios en la junta directiva y asumió una nueva gerente de la Corporación que motivaron que el grupo fundador saliera. En ese momento se pensó que sin la cabeza de Víctor el encuentro no continuaría.

¿Va por buen camino?

Aparte de su muestra central, hoy continúan presentando su selección de cintas infantiles, colombianas y de nuevos realizadores en la sección de Caja de Pandora, además de otras secciones que incluyeron (ver recuadro).

Seis años después de este impase, el festival se mantiene en pie y persisten dos miradas. Hay un público que cree que ha perdido el criterio y la calidad, como la docente y crítica de cine Martha Ligia Parra. Ella considera que no tiene rumbo y no se ha renovado su programación. “Vive de lo que fue y de lo que otros construyeron. Con 20 años debió crecer y haberse reinventado, pero no es así... ¿Qué criterio de programación es Nuestras pasiones? Son ideas generales como para no comprometerse con una línea curatorial y acomodar así lo que les caiga”, explica la profesora, quien en 2015 fue su directora artística.

Por su parte, la realizadora Adriana Rojas Espitia, asidua asistente desde su fundación, dice que desde hace siete años no va a Santa Fe porque no ha visto cambios en la programación. “Creo que no ha avanzado en el concepto y que no vale la pena ir a Santa Fe para ver películas que se han visto en el año o se consiguen en Netflix o internet”.

Frente a esto, Alejandro Alzate, coordinador de programación de esta edición, cree que el propósito de la temática fue abordar “otras artes o pasiones como el fútbol, la gastronomía, la música y la literatura con el cine, como motor de expresión de una actividad”.

Frente a la dependencia de una figura como Gaviria, Teresita Zapata, trabajadora social y habitante del municipio, ve con buenos ojos el festival: “Han sabido posicionarlo en estos años, se nota en la asistencia que fueron capaz de continuarlo”, anota.

El beneficio

A pesar de las diferencias, ¿qué los ha mantenido vivos aún hoy y por qué sigue siendo referente? En dos décadas el promedio de público ha estado entre los 10.000 y 15.000 asistentes, según su sitio web. Alejandra Bedoya, gerente de la corporación, explica que, a diferencia de hace 20 años, hoy existen en Antioquia cerca de 25 festivales de este tipo. Aún así, en 2018 alcanzaron los 13.100 espectadores.

Entre las razones, indica la ubicación cercana con Medellín y la belleza colonial del pueblo, lo que permite que la gente los visite –aún sin evento cultural–. “El festival es un producto de consumo cultural que hoy estamos colocando en la economía naranja... Se involucra a sectores como transporte, comercio, hoteles, bares y restaurantes y artesanías”, explica Alejandra.

Las cifras de asistencia apuntan a que ver cine en la ciudad colonial sigue siendo un plan para diciembre, así sea para pasearse por los parques de La Chinca y Santa Bárbara o para tomarse un café en una esquina o caminar por las calles mientras se proyectan películas..

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