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Hay árboles que viven entre las hojas

Cada vez se buscan ciudades más verdes, también en la literatura, en la que proveen una cosecha de símbolos.

  • Hay árboles que viven entre las hojas
05 de junio de 2018
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Los árboles han estado presentes en la literatura de los primeros cuentos que echaron los humanos.

“Son importantes como entidades en sí mismos y como portadores de simbolismo”, dice el artista y editor Elkin Obregón. Como entidad, dice, el árbol es un personaje importante que habita en los recuerdos de cada persona y mora en los libros con vida y a veces con funciones establecidas. Como simbolismo, el árbol puede dar idea de protección, de orgullo, de fortaleza.

En el orgullo se le viene a la mente una obra de la dramaturgia española: Los árboles mueren de pie, de Alejandro Casona.

Este drama cuenta la historia de los Balboa. El abuelo se ve obligado a echar al nieto de la casa, porque este es un tipo malvado, pero no le cuenta a la abuela, para no atormentarla. Es “una metáfora para aludir a la entereza que se necesita para vivir”, dice Elkin.

Hay un árbol que representa la sabiduría: el de la Ciencia, que aparece en el Génesis, como uno de los dos fundamentales del Paraíso Terrenal. Elkin Obregón recuerda la novela de otro español, Pío Baroja: El árbol de la ciencia (1911). Hace parte de la trilogía La raza, con La dama errante y La ciudad de la niebla.

En un diálogo del capítulo tres los personajes aclaran que Dios le prohibe a Adán comer su fruto. No del de la vida.

De este otro árbol del Génesis se ocupa el escritor y profesor de la Universidad de Medellín Óscar González: “Tras nombrar el árbol de la vida como el de pan, en su incandescencia cae en el hermoso abismo de la mirada que lo contendrá para siempre inalterable en su destino”.

González dice que cuando nombramos un árbol, este se nos hace visible “entre los árboles del bosque”.

Esta idea se parece a otra de Obregón: la de que, en literatura al menos, es distinto un árbol a un bosque. No tanto porque uno sea sustantivo individual y el otro colectivo, sino porque la simbología del bosque es diferente: significa lo desconocido e, incluso, lo peligroso, como en La caperucita roja, en Robin Hood o en la literatura de caballería”.

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