A lo largo de la historia los gatos han sido considerados dioses por algunas culturas. Los egipcios mantenían una relación de poder en la que los felinos eran sus amos y sus deidades. Los concebían como una encarnación de la diosa del Sol y matar a uno de ellos por convicción o por accidente provocaba pena de muerte, tal como lo narró Heródoto, historiador y geógrafo griego, en su libro An Account of Egypt.
Esa relación acá no es tan diferente. En los hogares colombbianos los gatos domésticos siguen siendo los “dioses de casa”: no responden a los llamados, llegan y se van cuando quieren y las caricias y la comida también las recibe cuando les place.
Son tan astutos como suelen pintarse en las fábulas y cuentos clásicos como El gato con botas. Por eso, aunque algunas personas decidieron creer que su mascota no entendía su nombre y por eso no reaccionaba a su voz, el científico Atsuko Saito, en cabeza de un grupo de la Universidad de Sofía (Tokio), constató que “sí reconocen sus nombres y los distinguen de palabras que tienen la misma longitud y acentuación” revela en un artículo publicado en la revista Scientific Report de 2019.
Sencillamente han mantenido esa cualidad de independencia que es alabada por sus dueños y criticada por otros, que quisieran más contacto de su parte. Esa característica de no socializar, que los diferencia tanto de los perros, viene desde su época de domesticación y de su misma naturaleza.
¿De dónde vienen?
Descendieron del gato salvaje africano y empezaron a relacionarse con los humanos hace unos 10 mil años, al menos 20.000 después del perro, lo que también influye en los niveles de comunicación que ha logrado establecer cada especie con las personas.
Su naturaleza no es gregaria, como la de los canes, que tienden a vivir agrupados. Desde sus orígenes son animales independientes y solitarios. Sin embargo, contrario a lo que muchos creerían, pueden desarrollar apego por humanos o por otros de su especie.
De hecho, en 2018, un grupo de investigadores de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas analizó el comportamiento de gatos acostumbrados a vivir en interiores antes, durante y después de la separación de sus amos y concluyeron que los felino descansan más cuando están solos. Los dueños son considerados como una parte importante del entorno social del gato y no como simples proveedores de alimentos.
Esto no significa que dependen del humano, una característica de apego o “entorno seguro” que sí se ha visto en perros y niños pequeños, y que no fue encontrada en ellos.
De acuerdo con la investigación del equipo de expertos en veterinaria conductual de la Escuela de Ciencias de la Universidad de Lincoln, en 2015, a un gato puede satisfacerle el interactuar con su dueño, pero no depende de este (el amo) para sentirse seguro en el entorno que sea. Es importante entender su naturaleza y respetar su independencia, permitirle que se vayan acercando a su ritmo y que se marche cuando lo desee, aclara la médica veterinaria y magíster en etología, Natalia Álvarez.
Ahí va otro punto importante de esta especie, esconderse es una reacción normal a las “sensaciones de miedo, ansiedad o frustración. Cuando lo hacen, sus niveles de cortisol –la hormona que se produce con el estrés– disminuyen significativamente” y en consecuencia, cuando no pueden hacerlo, porque algún factor se lo impide o no encuentran espacios, suelen comportarse agresivos, explica la veterinaria especializada en etología felina y perteneciente a la ONG Internacional Cat Care, Sarah Ellis en su informe Reconociendo y evaluando emociones felinas, lenguaje corporal y comportamiento.
Sumado a eso, y teniendo en cuenta que estos felinos se desarrollaban en contextos salvajes en los que eran parte de la cadena alimenticia, los gatos suelen esconder sus sentimientos de dolor para no parecer presas fáciles, explica la etóloga.
Es importante que sus dueños reconozcan este tipo de manifestaciones y las atiendan para evitarles dolores agudas o reacciones agresivas. Ellis describió esos comportamientos como sistemas (ver infografía): el de miedo o ansiedad se da en entornos en los que no pueden escapar o cuando están a punto de hacerlo; el de frustración es usado constantemente cuando no pueden obtener algo que desean y maúllan para llamar la atención; el de dolor corresponde a sus reacciones por aflicciones internas o situaciones estresantes que no puede controlar y, por último, el de pánico o duelo es una reacción común de aferrarse a las crías en momentos en los que perciben que pueden estar en peligro. Estos no son solo comportamientos, también son sistemas de alarmas a los que los amos deben prestar atención.
La etóloga aclara que, si bien no se han realizado hallazgos científicos al respecto, constantemente los especialistas y las personas que tienen uno en casa han relacionado el hecho de que rocen las piernas y descansen cerca de los humanos como una muestra de afecto y confianza.