“Al morir Beethoven, Franz Schubert dijo que ya no quedaba nada por hacer en la música clásica”, cuenta Elisabeth Albrecht, directora del equipo de educación musical del museo “Casa de la Música” de Viena. Y no es para menos: escribir algunas de las mejores partituras de la historia fue algo extraordinario, una muestra de un talento enorme. Para comprender mejor la sordera del compositor alemán, el museo enseña a los visitantes cómo funcionan los conductos de la cóclea: una estructura que transforma los sonidos que las personas escuchan en los mensajes que llegan al cerebro.
“La cóclea de Beethoven era incapaz de transformar sonidos agudos y su nervio auditivo estaba completamente atrofiado, lo que explicaría sus dificultades para hablar”, le dijo a Efe Albrecht. A través de una serie de pantallas interactivas, la instalación permite saber cómo escucharía Beethoven hoy gracias a los implantes auditivos que utilizan las personas que padecen la misma enfermedad.
Beethoven sobrellevó problemas de audición desde los 27 años hasta su muerte a los 56. Con 32 años, confesó la angustia que le provocaba la pérdida auditiva, en una carta dirigida a sus dos hermanos que al final nunca llegó a enviar. Con una sordera total, el músico creó la famosa Novena Sinfonía.