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50 años de un recuerdo colectivo: Woodstock

La música defendió la paz con conciertos desde el amanecer. También hubo amor libre, tormentas, tráfico y sonidos diversos.

  • ilustración SARA TOMATE
    ilustración SARA TOMATE
15 de agosto de 2019
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Ante miles de personas, allí estaban él, su banda y su guitarra. Apenas había amanecido y ya era lunes, aunque se suponía que Jimi Hendrix debía cerrar el festival de Woodstock de 1969 el domingo 17 en la noche. Una serie de retrasos, entre ellos la lluvia, lo llevaron a estar allí, a plena luz del día, ante el público que todavía quedaba en esa granja ubicada en‎ Bethel, Nueva York.

Por ese entonces, Hendrix ya era reconocido y su presentación de Star-Spangled Banner, el himno de los Estados Unidos, fue uno de los momentos que quedó en la historia de ese festival, que aglomeró a casi medio millón de personas entre el 15 y el 18 de agosto de 1969, hace 50 años.

Su interpretación de ese símbolo patrio involucró múltiples distorsiones, hasta sonidos se podían pensar como el vuelo de aviones o la caída de bombas. En ese momento, Estados Unidos seguía involucrado en la Guerra de Vietnam, un enfrentamiento del que los jóvenes, cuya bandera era la paz, ya estaban hartos.

“Hendrix pasó de ser una estrella de rock a un héroe cultural en ese momento”, contó el profesor David Metzer de la Universidad de British Columbia y PhD en Musicología de Yale. “Esa presentación del himno nacional norteamericano es visionaria. Lo que hizo realmente fue transformar la idea de Estados Unidos a través de ese momento y la gente respondió”.

Pero no fue solo él quien hizo del evento una plataforma de protesta, muchos lo hicieron. En ese concierto, que contó con los británicos de The Who y con la única voz de Janis Joplin, se sumaron consciencias de paz como por ejemplo la de la cantante de folk Joan Baez: “Ella vio este festival como un movimiento, cantó los temas que se cantarían en protestas. Creo que veía un momento de cambio social”, añadió Metzer.

Se trató de un evento cuya música terminó siendo también, mucho más potente que un concierto. Por ese entonces se habían desarrollado muchos festivales, entre ellos el Internacional de Pop de Monterey durante el verano de 1969, pero ninguno logró quedarse en la memoria tanto como Woodstock.

“Entre junio y septiembre hubo 20 o 30 festivales de tres días con asistencias de 50.000 a 100.000 personas y con una cantidad de artistas mayúsculos – cuenta el escritor y periodista musical Manolo Bellon–. Con Woodstock hubo una serie de situaciones que le dieron un halo diferente, el tema de contracultura, el político, social y antiguerra (distinto a pacifista)”.

Un poco de caos y amor

Durante cinco décadas, los asistentes que han contado lo que pasó en ese lugar lo describen como un lugar que se transformó en un mundo en sí mismo. Hubo filas de miles de carros intentando llegar allá, los dejaban parqueados y caminaban hasta la entrada. Aunque al comienzo se cobraron boletas entre 7 y 18 dólares, los asistentes al evento se multiplicaron y pronto no hubo cómo controlar el ingreso. Terminó gratis.

Hubo sol, drogas, amigos y descubrimientos en la música, como el que representó Santana, por ejemplo, que fue uno de los actos casi desconocidos en ese momento que más se destacó. Con su presentación de Soul Sacrifice, “el público quedó cautivado al escuchar una propuesta musical nueva como esa en ese momento”, contó Metzer.

También hubo tormentas que interrumpieron las presentaciones en múltiples ocasiones y generaron lodo en todo el terreno. Había condiciones sanitarias complejas, pero incluso esas dificultades ayudaron a hacer crecer el mito alrededor del concierto que tenía la firme idea de convivir con otros sin importar las condiciones. “Eso era de lo que se estaba tratando el festival, de crear armonía. Es decir, que toda la diversidad, que todas las posibles formas de vida de cada uno pudieran coexistir en un mismo espacio sin que nadie agrediera a nadie por su manera de pensar, vivir o ser”, recordó la historiadora Diana Uribe en un podcast que tituló Tres días de música, amor y paz en Woodstock.

¿Otro concierto como este?

Woodstock es también el nombre de un pueblo que queda en el estado de Nueva York y a pesar de que no fue allí donde se realizó el festival, sí adoptó su nombre. Ha habido varios intentos por revivirlo y de hecho se logró en 1994, cuando el festival cumplía 25 años de haberse realizado, y luego en 1999, a sus 30. Este año se pretendía hacer otra edición conmemorativa, con motivo del aniversario número 50, pero la idea se cayó.

Contaba con una alineación que incluía a Jay Z, Miley Cyrus, The Killers y Halsey, pero hace pocas semanas se anunció su cancelación tras una serie de problemas, incluyendo cambios en el lugar donde se realizaría y que varios artistas se fueron echando para atrás pues no percibían garantías de los organizadores.

“Me alegra que haya fracasado y la razón es elemental. Me parece que para un festival que terminó siendo tan icónico, tan marcado en la historia, lograr otro igual es un desgaste, entre otras cosas porque son artistas nada que ver”, señaló Bellon. “En el original había compromisos políticos, sociales y de contracultura. En esta oportunidad se volvió un festival cuyo interés se volvió la plata”.

Ahora Estados Unidos enfrenta otro tipo de problemas en sus tierras, pero el eje de un nuevo festival probablemente no estaría allí. Ahora, como la mayoría de los festivales de música en ese país, se trata de un tema mucho más comercial. Un Woodstock como el de 1969 no se repite. No tan fácilmente.

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