La ciudad amurallada le dio la despedida a la edición número 13 del Cartagena Festival Internacional de Música uniendo universos. En esta oportunidad, visibilizó ese vínculo intrínseco que existe entre la ciencia y la música, con 34 conciertos que tuvieron como protagonistas a más de 352 artistas.
Tres años atrás, el director del festival, Antonio Miscenà, estaba en Londres hablando con miembros de la Philharmonia Orchestra. En una conversación se coló el tema del Golden Record, un disco dorado en el que la orquesta grabó el primer movimiento de la Quinta sinfonía de Beethoven en los setentas, para un proyecto de la Nasa.
La grabación salió al espacio exterior a bordo del Voyager 1 y hace parte de una de esas piezas escogidas como algo digno de exaltar sobre la cultura de la humanidad.
En 2017 se celebraron 40 años de ese lanzamiento espacial y se conmemoró grabando la pieza nuevamente, pero ahora con una técnica de realidad virtual.
A Miscenà le pareció interesante ese proyecto, que permite que el espectador se ubique en medio del escenario y pueda sentirse como si estuviera dentro de la orquesta durante una de sus presentaciones.
Quiso llevarlo a Cartagena y, casi dos años después, fue la oportunidad para poner la música y la ciencia como ejes temáticos del Festival. Así nació la “Armonía celeste”, título que acompañó esta edición.
Cómo se armó
“Ahí comencé a construir todo lo que rodeaba este tema”, dice el director, quien se encargó de escoger el repertorio y decidió que Johann Sebastian Bach sería en el centro de esta discusión.
Cuando tuvo claro cuáles eran las piezas que quería que se apoderaran de la edición número 13 del festival, Miscenà empezó a pensar cuáles serían los artistas idóneos para presentarlas en Cartagena.
Para él era obvio que la Philharmonia Orchestra debía ser una de esas claras elecciones. También se sumó a esa lista la canadiense Angela Hewitt, pianista tradicional, y luego Víkingur Ólafsson, también pianista.
Así fue analizando poco a poco cada grupo que quería invitar. El repertorio debía estar al servicio del tema. “El Quartetto de Cremona (Italia) se dedica a estudiar el arte de la fuga, por ejemplo, y la ópera, Così Fan Tutte, es la más racional de Mozart, la más simétrica: dos hombres, dos mujeres, un filósofo, una sirvienta. Todo es simétrico, hasta la construcción interna”.
La presencia de Bach en el repertorio fue evidente desde el principio. El Concierto para piano y orquesta N. 1 en re menor, BWV 1052, fue la pieza que abrió el festival junto a la Philharmonia Orchestra y su maestra Natalie Murray Beale.
El homenaje al compositor alemán no solo fue con los instrumentos sino también con las voces. La New York Polyphony, un cuarteto vocal, interpretó la pieza Von Dienen Thron, BWV 668, de Bach también.
“Ahora vemos más el arte como entretenimiento y se nos olvida que la música era una ciencia. El poder de la creatividad e imaginación cuando se combinan es lo que nos hace más sabios”, dice la arpista holandesa Gwyneth Wentink, invitada a presentarse en el festival.
“Creo que Bach es una pieza central en la música clásica occidental. Él diseñó este maravilloso marco de voces que tenía mucho qué ver con matemáticas”, añade.
Filarmed en La Heroica
2019 marcó también la primera oportunidad en la que la Orquesta Filarmónica de Medellín, Filarmed, participó de este festival. No solo tuvo sus propios conciertos, incluyendo uno en la Plaza de San Pedro, también fue el grupo encargado de orquestar la ópera Così Fan Tutte, estrenada durante el evento.
“Este año con ellos se ha hecho un repertorio muy diferente, con mucha música contemporánea, y fueron siempre impecables”, cuenta Miscenà sobre el debut de la Filarmed.
De hecho, la Filarmónica de Medellín hará una gira de conciertos en junio por Italia y el director considera que lo harán igualmente muy bien.
Armonía de los elementos fue su primer concierto durante el evento. Allí se estrenaron mundialmente dos obras nuevas comisionadas por el festival: el Concierto para piano y orquesta de cuerdas H2O, de Carlo Pedini, y Rapsodia a los cuatro elementos, del colombiano Jorge Pinzón.
La filarmónica subió al escenario de la mano del maestro colombiano Leonardo Federico Hoyos, quien destacó la excelencia musical del grupo. “Me parece que es una orquesta que tiene una disciplina cuerdística, que es muy difícil de encontrar en las orquestas”, explica.
“La cuerda es la mayoría de instrumentos en una orquesta sinfónica y estábamos buscando una cuerda buena y disciplinada. Por eso propuse la Orquesta Filarmónica de Medellín para este proyecto colombo-italiano, a cargo de músicos maravillosos como el concertino Gonzalo Ospina”.
Educación y tecnología
Como es tradición, hubo espacio para talentos jóvenes. 44 estudiantes de Colombia fueron becados para recibir clases magistrales dictadas por experimentados músicos nacionales y extranjeros
Ellos participaron del concierto de cierre, donde se interpretó Los planetas, del inglés Gustav Holst, dirigidos por el maestro Robin O’Neill, quien ya ha dirigido orquestas colombianas anteriormente.
El público también pudo participar de conversaciones musicales junto al musicólogo italiano Giovanni Bietti, quien ha sido invitado en varias ocasiones. El maestro cuidadosamente explicó piezas de Bach y desglosó la ópera Cosi Fan Tutte para que la audiencia la conociera aún mejor.
En general, fue un evento con presentaciones destacadas, entre ellas la participación de jóvenes artistas colombianos, como la del violonchelista Santiago Cañón.
Con varias sedes musicales distribuidas en la ciudad amurallada, Cartagena acogió una vez más a la música clásica y la exaltó con belleza y elegancia. Se trató de una experiencia que esta vez le apostó más a la innovación, a la tecnología y a indagar por el corazón de las obras presentadas.
Merecidos aplausos para el Cartagena Festival Internacional de Música y al derroche de talento, tanto de los jóvenes como de los experimentados músicos que reafirmaron la ciencia en sus armonías.
*Por invitación del Cartagena Festival Internacional de Música.