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Para la vocalista Stacey Kent, el escenario es un espacio de absoluta intimidad, una compartida entre su voz, sus canciones y el público. “Es lo más importante”, señala sobre ese encuentro a oscuras con un grupo de seres que no se conocen, pero a quienes los une el ritmo, la letra de un tema o recuerdos sin nombre que llegan cuando suenan los primeros compases de una canción.
Es su primera vez en Colombia. Kent se presentó en Bogotá el 4 de febrero y al final del concierto cantó Jardin d’Hiver, escrita por Benjamin Biolay y Keren-ann Zeidel, y para ella fue “hermoso escuchar esas voces de todos esos extraños uniéndose, cantando. Lo amamos”.
Dice que, de hecho, eso es lo que más le gusta de su labor: “Que en este loco mundo donde todos apuntamos a las diferencias, se siente como un privilegio trabajar en un campo en el que lo que hacemos es buscar similitudes”. Donde quienes bajo ninguna circunstancia se hubieran encontrado en un día normal, terminaron cantando con ella. Este sábado pasará en Medellín, en el Metropolitano a las 7:30 p.m.
Esperanzas
A Kent, quien parece ir narrando historias en cada canción, le gusta hacer música para celebrar la humanidad, así lo explica. Esa idea la ha enfocado a través del jazz, aunque se ha permitido explorar la música brasileña que le ha gustado tanto desde joven.
Cita al poeta y músico Vinicius de Moraes con frecuencia. “Los seres humanos no pueden hacer otra cosa que tener esperanza” y por eso le gusta ponerle un toque de optimismo a lo que hace. Recuerda esa frase cuando se le pregunta por el balance con sabor agridulce entre dolor y alegría que parece inherente a gran parte de la música que se ha gestado en Brasil y que ella ha incluido en sus discos.
Ha hecho sus versiones de canciones de Tom Jobim, por ejemplo, o ha grabado temas junto a artistas como Marcos Valle. Lo hace en portugués, a veces, sin problema. Así como le fluye el francés y el inglés que brota naturalmente en cada cambio de canción.
Un vínculo con las letras
Su más reciente producción fue I Know I Dream: The Orchestral Sessions (2017), una entrega orquestal que aloja algunas de esas canciones que su esposo Jim Tomlinson ha creado para ella o que incluso le ha escrito el ganador del Nobel de Literatura Kasuo Ishiguro. Con él ha colaborado por más de 10 años en ese oficio de letras. Las de ese último disco, Bullet Train y The Ice Hotel fueron escritas por el autor de origen japonés, así como The Changing Lights.
“Creo que incluso antes de conocernos teníamos una sensibilidad compartida, al igual que un entendimiento compartido”. Ishiguro escuchaba su música y ella era seguidora de sus libros, la idea de escribir canciones que ella pudiera interpretar surgió de manera espontánea. Había química.
“Cuando escribe una canción para mí es como leer uno de sus diálogos. Entiende la naturaleza humana muy bien”. Algunos de esos temas de Ishiguro son sus favoritos y sonarán en el Metropolitano. La literatura y la música se unirán para contar varias historias en un viaje multicultural que sin importar el ritmo o el idioma buscará llevarlo a ser parte de esta historia.