Cuando Ana Elvia Muriel Luna y su esposo Octavio Jaramillo Valencia llegaron al tercer piso de la clínica León 13 este parecía un desierto. Allí, donde funcionaba Maternidad, no había un solo médico. Todos estaban reunidos en el primer piso, pendientes de dos pantallas de televisión que concentraban la atención aquella noche.
Juan Camilo, a quien esperaban para finales de junio, le dio por adelantarse, producto de la preeclampsia (complicación del embarazo caracterizada por presión arterial alta) que afectó a Ana Elvia. Ella, tenía dos hijos de su anterior matrimonio, y afirma que el pequeño fue la “encimita” que le dio la vida, un regalo de Dios y lo hizo en una fecha en la que todo el país celebró.
Sola en el quirófano, la mujer esperaba que el pitocín (oxytocin, nombre científico del medicamento que se utiliza para inducir las contracciones) hiciera su efecto, mientras se preguntaba dónde andaba el médico que la iba a atender.
Juan Camilo estaba en posición, así que su parto, aunque prematuro, sería natural. Entre los dolores y la soledad del lugar, Ana Elvia esperaba paciente mientras a lo lejos se escuchaba la bulla y la tensión que se vivía por la final de la Copa Libertadores entre Nacional y Olimpia.
“Yo me repetía: Dios mío bendito, ¿cuándo es que va a llegar el médico? De repente, apareció una joven, pensé que era enfermera y le pregunté: ¿niña, dónde está el doctor? Ella me miró y respondió: ‘señora, soy yo’. Me quedé fría, es que era como de 22 años, jovencita”.
Octavio, en medio de risas, recuerda que esa noche, literalmente, hizo una maratón, pues en medio de la tensión por el partido y por el nacimiento de su hijo iba y venía del primer al tercer piso, para ver cómo iba parto y juego.
Esta historia se repitió varias veces hasta que el árbitro determinó el final del encuentro, porque en la serie de los penales ya no pudo más. Mezclado con los médicos y demás personas, quizás, hizo más fuerza para que Nacional ganara que la que hacía Ana en el quirófano.
Llegó con un gol
El nacimiento fue otro cuento, señala la mujer. “Imagínese que estaba en trabajo de parto y me dice la doctora: ‘madre, colabóreme porque el niño viene con la mano en la cara y se atascó’... Casi me muero, yo decía, Dios mío bendito, sálvanos, ayúdame. Y cuando escuchamos los gritos del primer penal, yo no sé si fue por el susto de esa algarabía o por qué, pero ese niño salió y yo descansé”, relata.
Y mientras, la maratón que cumplía Octavio llegó a su fin, pues su ídolo, René Higuita, protagonizaba su hazaña en la cancha de El Campín, tapando una y otra vez los disparos de los charrúas. Y él, claro, hacía fuerza para que Higuita se iluminara y, a la vez, para rezar para que el parto no tuviera complicaciones.
Rayando ya la medianoche vino a reaccionar cuando ya habían celebrado, gritado, llorado y cantado ese hecho histórico. Su felicidad fue doble cuando subió a la habitación para conocer a su hijo, quien en adelante sería la luz de sus ojos y un ferviente seguidor del verde pese a que su hermano mayor -Elmer- siempre quiso vestirlo de rojo.
Hoy, Juan Camilo, que mañana cumplirá 30 años, recuerda que trató de jugar fútbol, pero el talento para pegarle al balón nunca apareció. Y rememora, con humor, que Elmer le regalaba uniformes del DIM pero nunca se los puso pues no le gustaban. Lo suyo fue amor a primera vista con Nacional.
Siempre está en las finales o en los partidos importantes, como en la final de la Libertadores del 2016, cuando a pocas horas del juego y debido a que no es abonado, tuvo que pagar un millón de pesos para tener la boleta de oriental alta, desde donde vivió la emoción del segundo título verdolaga.
“Ese día yo no podía contenerme por la emoción, tenía el corazón a mil y alcancé a pensar: Dios mío, yo nací el día del primer título de Copa, ¿será que voy a morir en la segunda?”... risas.
A la final del Mundial de Clubes, en Japón, también quería asistir pero, finalmente, no se dieron las cosas y tuvo que madrugar para ver desde su casa ese choque.
Con algo de nostalgia afirma hoy que esperaba un Nacional victorioso para celebrar sus 30 años. Por ahora, seguirá viviendo ese romance que lo une, por siempre, al verde .
La hincha que nunca ha ido al estadio
Natalie López Valencia cuenta, de manera jocosa, que su mamá, Martha Rocío Valencia, siempre le decía a la gente que su hija nació el día del título de Copa Libertadores de Nacional. Eso la hace sentirse orgullosa, a pesar de no ser fánatica al fútbol. Es más, ella le inculcó que tenía que ser hincha del verde, así no sintiera esa pasión y ese fervor que los aficionados expresan por el club de sus amores.
Natalie nunca ha ido al Atanasio Girardot. Al único estadio que ha asistido fue a La Bombonera mientras estuvo de paso, un mes, por Argentina. Pero aclara que le gusta compartir con sus amigos en las finales, viviendo la emoción que el fútbol produce en la gente, la felicidad desbordada y toda la locura, cuando se gana, o la infinita tristeza, cuando se pierde.
Esta joven nació en la clínica Medellín el 31 de mayo de 1989, y su mamá le ha contado que la fiesta ese día fue impresionante. Desde la habitación del centro médico se escuchaban las sirenas, los gritos en cada cobro de los penales y la felicidad de la gente cuando se acabó el encuentro. Algarabía que se extendió hasta la madrugada. Esta joven paisa recibe miles de mensajes en su cumpleaños, hasta gente que no es cercana siempre la saluda en redes, y le recuerda que está de efemérides con el más grande de Colombia, con el Rey de Copas. Afirma que le gustaría ir, algún día, al Atanasio Girardot para vivir esa experiencia de estar en las graderías, ya que cuando ha visto los juegos por televisión le gusta ese colorido, la pasión y euforia que se aprecia en las tribunas.
Doble felicidad y tensión
La niña nos trajo suerte, repetía cada segundo Marina Arango, mientras observaba a Alejandra Tobón Bernal, su sobrina, a quien los residentes del barrio Obrero de Bello apreciaban en su camino al tercer piso de su vivienda, donde la pasión por el fútbol estaba en lo más alto por la euforia de rojos y verdes.
Concepción Bernal López vuelve a experimentar las emociones que vivió hace 30 años y reconoce que, a la felicidad por la llegada de su segunda hija, se unió la tensión de su esposo, Francisco Javier Tobón Forero.
Él, un apasionado por el fútbol, vivía una dualidad horas previas a la final, pues tras el nacimiento de Alejandra pensó que tendría que ver el partido en la sala de espera del centro médico y no en casa de su padre como había planeado.
“Yo me pasé toda la noche caminando y haciendo cuclillas mientras aumentaban las contracciones. Ya, a las 4:00 de la mañana, los llamé para que nos fuéramos al Hospital General. Allá nació Alejandra, a las 5:30 a.m. sin ninguna complicación. Era enorme, pesó 9 libras”.
Y continúa con su relato, “mi esposo es hincha ferviente del Medellín pero había cuadrado todo para ver el partido con la familia y los amigos de la cuadra, y en el hospital le veía esa cara de aburrido (risas) y le dije: ‘preguntémosle al médico si me puedo ir para la casa’ y ahí mismo le cambió el semblante”.
Pasado el mediodía, los tres llegaron al hogar y ahí empezó la procesión. A la niña la vieron, la cargaron y la visitaron los vecinos que desde muy temprano empezaron a organizar todo para el juego.
“No importaba si uno era hincha del equipo o no, o si le gustaba el fútbol o no, era un evento trascendental, la gente se abrazaba, iba y venía, tomaban guaro, repartían ron, hubo caravanas, baile, los andenes del barrio estuvieron llenos hasta el otro día. Y yo ahí con la niña solo escuchaba pitos y gritos, toda la algarabía que se sentía en la zona”.
Esa noche, Concepción tuvo que compartir su felicidad de madre con todos los que llegaron para ver la final y, de paso, miraban o cargaban a su bebé.
Alejandra manifiesta que “cuando las personas se dan cuenta de mi día de cumpleaños, ahí mismo me dicen: ‘ah, entonces eres hincha de Nacional’. Y no... pero mi esposo sí, entonces ahí compenso un poco”.
Reconoce, además, que muchos se acuerdan de su onomástico por la celebración del verde e insisten en decirle: “tan de buenas que cumplís años en una fecha tan especial”.