Las denuncias de las futbolistas Isabella Echeverri y Melissa Ortiz, a través de un video en redes sociales, generaron distintas reacciones a favor y en contra en el país.
En el mensaje, que tiene como finalidad frenar los atropellos y evitar que las nuevas generaciones padezcan situaciones similares en las selecciones de Colombia, señalan que no les pagan, les dan uniformes viejos y usados, no les ofrecen vuelos internacionales para ir a las convocatorias y que la Federación ha vetado jugadoras por hablar. También aseguran que aunque se sienten amenazadas, ya no tienen miedo.
Echeverri dijo que un empleado de la Federación trató de venderle su propia camiseta tras un torneo. Y contó que en una convocatoria de la sub-20 a la que fue invitada, es decir, que se hacían citaciones paralelas, le tocó pagarse la alimentación y el viaje.
“No pedimos equidad, pedimos respeto”, manifestaron.
Las voces de respaldo no se hicieron esperar, pues muchos aficionados comparten la lucha que las mujeres vienen dando en el país. Una de ellas, por una Liga profesional más duradera y con garantía laborales.
Liliana Zapata, quien se define como una “militante” del fútbol femenino, asegura que esas denuncias, a destiempo y generalizando, en lugar de aportarle a este deporte que está en crecimiento, “pueden ser contraproducentes”. Añade que si bien puede haber una buena intención de Echeverri y Ortiz, “nosotras mismas no hacemos las cosas como se debe”.
Al aclarar que no está defendiendo a la Federación, coincidió con el vicepresidente de esa entidad, Álvaro González, al preguntarse por qué no se pronunciaron en el momento de los hechos. Pidió hablar con nombres propios de los responsables de los abusos e irregularidades. “La desinformación tan brutal que hay en el país en relación con el fútbol femenino es un completo irrespeto”, añade Zapata.
Este diario se comunicó con Yoreli Rincón y Sandra Sepúlveda, referentes de la Selección, pero no quisieron hablar y entrar en la polémica.